“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

3/12/14

Una visita al Cuartel de la Montaña

Salvador Salazar Navarro
Venía de la Colonia Tovar, una pequeña aldea construida por emigrantes alemanes en el corazón de las montañas venezolanas. Allí los duros teutones sembraron frutos del bosque y cultivaron la esperanza. Hoy son una comunidad próspera de venezolanos de ojos azules y pelo rubio, que vive del turismo y del clima frío y poético de los altos de Aragua. Toda una clase práctica de la ética protestante maxwebberiana y su aparente capacidad para producir riqueza. Llegué al barrio 23 de enero al caer la tarde. Allá arriba, en las cumbres del “tercer Estado”, está el Cuartel de la Montaña, el camposanto donde descansa Hugo Chávez (1954-2013), presidente de Venezuela durante catorce años, gestor de la llamada Revolución Bolivariana, el último de los grandes caudillos latinoamericanos del siglo XX.