“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

20/7/10

A la Televisora Nacional (Canal 5) le hicieron una cayapa y la cerraron

El Cardenal Velasco firma el decreto de Carmona. Antes había firmado, 
despojando de su señal a la Televisora Nacional, que transmitía a través 
del Canal 5
Omar Montilla


Nota: Este artículo fue publicado en este blog  el 04/06/07 y en Aporrea el 06-06-2007. Por considerarlo de actualidad, me permito reproducirlo nuevamente

Un poco de historia


Pocos se acuerdan ahora que en Venezuela existió una estación de televisión que se llamaba Televisora Nacional y salía por la frecuencia del canal 5, puesta al aire el 22 de noviembre de 1952. 

Posteriormente, en fecha 1º de enero de 1953, comenzó con su programación regular, convirtiéndose en la pionera en Venezuela. Luego siguió la antigua Televisa, canal 4, que fue engullida por uno de los mafiosos más renombrados que haya tenido este país y que se llamó Diego Cisneros, padre del actual Gustavo Cisneros. Esta televisora inició sus transmisiones el 1º de junio de 1953. La tercera fue Radio Caracas Televisión que comenzó sus transmisiones el 15 de noviembre de 1953 y emitía por el canal 7, un hecho poco conocido. Un año después, en diciembre de 1954, fue autorizada para salir al aire por canal 2, donde se mantuvo hasta el 27 de mayo de este año.

La autorización para emitir por el canal 8 le fue concedida a la Cadena Venezolana de Televisión, C.A. (CVTV), que sólo comenzó a transmitir el 1º de agosto de 1964. No pudo soportar la “competencia” de los Cisneros y los Phelps y finalmente sucumbió, lo que fue aprovechado por Carlos Andrés Pérez, para en nombre de la República adquirir todos los activos que formaban el patrimonio de la empresa, lo que se materializó el 31 de octubre de 1974, cambiándose su denominación por C.A. Venezolana de Televisión (VTV).


Posteriormente surge el Canal 11, que comenzó a enviar su señal al aire el 27 de julio de 1966. Su vida fue tan corta que apenas duró un año, siempre por “problemas financieros”. Es decir, que cualquier canal que surgiera estaba condenado a la tenaza Granier-Cisneros y debía desaparecer. De eso tienen constancia los actuales dueños de Televen.

La concesión a Radio Caracas Televisión, como se llamaba, se le otorgó en plena dictadura de Pérez Jiménez a una acaudalada familia norteamericana que empezaba a monopolizar el negocio de las telecomunicaciones en Venezuela, pues había comenzado con la Broadcasting Caracas, llamada después Radio Caracas. Era tal la influencia que tenían en el régimen dictatorial de Pérez Jiménez que tomaron la frecuencia del Canal 2, que por razones técnicas debería haber sido reservada al Estado para que en esa frecuencia operara la Televisora Nacional.

La destrucción de un Canal de Televisión del Estado

La agonía y muerte de la Televisora Nacional (TVN), fue larga, dolorosa, humillante y fue una vitrina desde la cual se pudo observar la podredumbre que imperó en la Cuarta República en relación a su política comunicacional. Su deceso oficial se produjo el 4 de diciembre de 1998, dos días antes del triunfo electoral de Hugo Chávez Frías. Nuestro mal recordado cardenal Velasco había apadrinado la creación de una “fundación” denominada Valores Educativos Televisión (Vale TV), que entraría a operar el canal 5. Claro que la justificación era que TVN no servía, que estaba “inactiva”, que no cumplía sus objetivos, etc. Para tal fecha, TVN estaba adscrita al VTV y desde la misma sede transmitían ambas televisoras.

El “modus operandi” para destruir a TVN fue el mismo utilizado para darle el zarpazo a la CANTV, a Sidor y a Viasa; y consistía en ir debilitando a las empresas del Estado, corromperlas administrativamente, desmejorar la capacidad de servicio, en fin, era como si se le hubiera suministrado una dosis letal de veneno que las iba corroyendo lenta pero inexorablemente, hasta que llegaba un momento en que se producía el K.O. definitivo, acompañado de una farsa mediática e ideológica que justificaba la acción del gobierno para entregar un bien nacional. En esa orgía privatizadora tuvo especial actuación el señor Teodoro Petkoff.

La red de la antigua Televisora Nacional, si bien era obsoleta, por su estratégica ubicación como señal abierta tenía un gran valor y en aquel entonces se había estimado modestamente en US$ 100 millones de dólares. De las inversiones que hizo el Estado para mantener y operar esa señal y por la red de que disponía, la Nación no recibió ni un centavo.

Como hecho curioso, la inversión inicial para el lanzamiento de Vale TV fue compartida por RCTV, Venevisión y Televen, que de esta forma se quitaron de encima un potencial competidor en el espacio electromagnético. Fue tal la saña contra el Canal 5 que estos rivales comerciales hicieron una “santa alianza” con la Iglesia para sepultar un canal educativo y noticioso, que en nada competía comercialmente, pero sí lo hacía desde el punto de vista cultural, y eso no se podía perdonar para que no hubiera ninguna referencia para la televisión basura. Una de las cosas que más impresionó a los “telebasureros” fue el éxito que tuvo el Canal 5 transmitiendo la telenovela brasileña “La Esclava Isaura”, que rompió records de sintonía en Venezuela. Ese era un peligro que había que conjurar definitivamente, y así se hizo.

Nadie se acuerda que la operación del Canal 5 se la disputaban Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) y la Universidad Simón Bolívar (USB), pero el presidente de entonces, Rafael Caldera optó por entregar la señal del Estado a la Arquidiócesis de Caracas en detrimento de una empresa y de un organismo del Estado, como de una universidad pública.

¿Por qué se procedió tan apresuradamente y sin consulta para destruir al Canal 5?
La razón era muy sencilla: ya soplaba el huracán Chávez y su triunfo era indetenible. Ya había fallado el intento de golpe de Estado propiciado por el yerno de Caldera y la cúpula militar “puntofijista” que imperaba en la Fuerzas Armadas de entonces, para impedir las elecciones o desconocer el triunfo de Chávez. Ya se habían intentado todos los recursos legales que los partidos moribundos (AD y Copei) habían puesto en práctica para frenar a Chávez, separando las elecciones para el Congreso y para Presidente de la República. 

Políticamente se habían agotado en una alianza agónica que significó la inmolación de ambos partidos para apoyar a Salas Römer en detrimento de las candidaturas de Luis Alfaro Ucero e Irene Sáez, a quienes dieron la espalda en la forma más vergonzosa que se pudo concebir en la historia política de este país. Ya se habían agotado las alforjas para repartir dinero para inútilmente frenar al candidato que venía a rescatar la dignidad de nuestro pueblo, mancillada durante 40 años de gobiernos pseudo-democráticos. En fin, los mismos medios de comunicación, estaban seguros de que ya se había hecho todo lo aconsejable para detener a Chávez, infructuosamente, a pesar haber seguido escrupulosamente el manual que había sido suministrado por la CIA para envenenar los mensajes.

Caldera y sus acólitos se apresuraron a destruir el Canal 5 porque sabían que Chávez no lo hubiera permitido. Por eso atropelladamente se saltaron disposiciones administrativas, legales y morales para entregar un bien de la Nación sin compensación alguna, porque esa señal que ahora es más que clandestina, se encuentra sumergida en la oscuridad.
La Iglesia sirvió como testaferro para este despojo, para la comisión de todos actos ilegales e inmorales. No le interesó entonces ni le interesa ahora si esa señal es útil. Nunca se han tomado la molestia de mejorar la programación, ni la señal, ni la infraestructura. Lo importante es que está allí, simple, anodina, sin presencia entre el público televidente. Sólo sirve como muro de contención, como una alcahueta del bochorno que significa la televisión privada, con sus programas insulsos, inmorales y sus noticieros y programas de opinión sesgados, que sirven para adormecer la conciencia de un pueblo, para la destrucción de sus valores éticos, morales, y lo más grave, religiosos. Todo ello con la mirada más complaciente que uno se pueda imaginar.

Yo reto a alguien que me diga si alguna vez el Arzobispado de Caracas, y la jerarquía católica en particular ha emprendido alguna campaña para frenar a la televisión basura. Nunca han dicho nada y a todo lo malo de la televisión basura dicen amén. Jamás protestaron contra las transmisiones de pornografía que Marcel Granier ponía en pantalla impunemente por el canal 2, ni nunca dijeron algo del vulgar comercio del sexo que patrocinaban con llamadas telefónicas pagadas. Nunca dijeron nada del atropello a las violaciones de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, pero acuden prestos para acusar a Chávez por cualquier cosa.

Aspectos legales y económicos de un despojo

De acuerdo a la Ley vigente entonces, para despojar a TVN de su señal se requería que VTV debía renunciar al uso de la frecuencia del Canal 5, que le había sido adjudicada desde el año 1981. Esta condición no se produjo, esta renuncia jamás se formalizó. Por otra parte, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones antes de adjudicar el uso del canal 5 para transmitir señales audiovisuales a otra persona jurídica distinta a VTV, debía formalmente revocar la autorización que había sido otorgada a VTV. Esta condición tampoco se produjo, pues CONATEL nunca se preocupó de formalizar la revocatoria de la concesión. La arrogancia del poder era tal, que no se pararon en estas “nimiedades” y haciendo caso omiso de las disposiciones legales otorgaron la concesión a la Arquidiócesis de Caracas, representada por Ignacio Velasco.

El abuso cometido fue de tal magnitud que entre las personalidades que se opusieron a esa decisión estuvieron Ramón J. Velásquez, Antonio Pasquali y el ministro de Caldera, Luis Alberto Machado.

¿Qué tal? ¿Cómo les pareció la gracia? Los que hoy protestan por una decisión constitucional y legal tomada por el presidente Chávez para no renovar la concesión a RCTV, cuando se cometió aquel atropello y despojo contra la Televisora Nacional no dijeron ni ñé!