“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

14/12/13

La democracia como obstáculo

Alberto Garzón Espinoza  |  Las llamadas leyes del mercado no operan en el vacío sino que se encuentran siempre institucionalizadas, es decir, sujetas a un conjunto de reglas, normas, leyes, valores y costumbres que operan como su límite. En consecuencia, hablar de tal cosa como el libre mercado es tanto una exageración como una utopía. Es una exageración porque siempre hay, aunque sea en grado reducido, algún tipo de regulación. Y es una utopía porque, como advirtió K. Polanyi, cualquier avance de ese mercado autorregulado pone en riesgo el orden social y genera un contramovimiento de protesta/protección que acaba por neutralizarlo.

Afortunadamente, en nuestras sociedades constitucionales la dinámica del mercado está limitada por las normas jurídicas, siendo la Constitución la norma suprema. De no organizarnos así estaríamos aún más expuestos a los caprichos irracionales del mercado, que todo lo sacrifica en aras de una ganancia económica cortoplacista. Las Constituciones, primero, y las leyes, después, moldean y constituyen el diseño institucional en el que vivimos como

Mandela y la libertad de ser libres

Nelson Mandela ✆  UnGars
Audio
Amy Goodman  |  El fallecimiento de Nelson Mandela la semana pasada, a los 95 años de edad, generó conmemoraciones y reflexión en todo el mundo. Un grande de la historia de la humanidad ha muerto. Mandela es recordado, con justicia, por su impresionante capacidad de reconciliarse con sus opresores y por lo que ese perdón significó políticamente para la fundación de una nueva Sudáfrica.  

English
“Ha llegado el momento de construir. Al fin hemos logrado nuestra emancipación política. Prometemos liberar a todos los pueblos del yugo de la pobreza, la privación, el sufrimiento, el sexismo y otras formas de discriminación”, dijo Mandela en su discurso de asunción de mando en Pretoria, el 10 de mayo de 1994. En el mismo discurso prometió no retroceder: “Nunca jamás volverá a suceder que esta hermosa tierra experimente de nuevo la opresión de los unos sobre los otros. El sol nunca se pondrá sobre un logro humano tan noble. Que impere la libertad. ¡Dios bendiga a África!”. Mandela nos dejó, pero dejó a las futuras generaciones su profunda convicción en el poder de los movimientos sociales para lograr cambios.