Nelson Mandela ✆ UnGars |
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En sus primeros años como miembro del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) Mandela se dedicó a organizar las campañas de no-cooperación del movimiento. Un ejemplo de ello es la Campaña de Desobediencia Civil de 1952, cuando lo fotografiaron quemando su libreta de identificación, el temible documento de identidad sin el cual la población negra de Sudáfrica no podía desplazarse dentro desu propio país. En 1960, tras la Masacre de Sharpeville, en la que las fuerzas policiales del Gobierno liderado por los blancos mataron a al menos 69 personas que se manifestaban contra la “ley de pases” y las libretas, el Gobierno proscribió al Congreso Nacional Africano. Mandela y otros activistas pasaron a la clandestinidad y formaron el brazo armado del ANC, al que denominaron Umkhonto we Sizwe, que significa “la lanza de la nación”.
El grupo realizó una campaña de sabotaje, mediante la
utilización de bombas rudimentarias para romper e interferir en el
funcionamiento de importantes piezas de la infraestructura de Sudáfrica, como
vías de tren y centrales eléctricas. En 1962, Mandela fue identificado en un
control policial disfrazado de chofer. El New York Times informó en 1990 que
fue la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, la que brindó
los detalles a los servicios especiales sudafricanos acerca del paradero y la
apariencia de Mandela. La nota decía además que la CIA gastó más dinero en
vigilar al Congreso Nacional Africano que el propio régimen del apartheid.
Mandela pasó los siguientes 27 años en prisión.
Durante el juicio por sabotaje, en el que fue acusado junto
a otras nueve personas, conocido como “el Proceso de Rivonia”, Mandela habló en
nombre de los acusados y defendió sus actos. “He luchado contra la dominación
de los negros. He acariciado el ideal de una sociedad libre y democrática, en
la que todas las personas vivan juntas en armonía, con igualdad de
oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero alcanzar. Pero,
de ser necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”. Para
sorpresa de muchos, y probablemente gracias a la gran atención nacional e
internacional puesta en el juicio, los activistas no fueron condenados a pena
de muerte, sino a cadena perpetua en la tristemente célebre prisión de la isla
Robben en Sudáfrica.
Fue entonces que se inició una fuerte campaña internacional
para poner fin al apartheid. Una de las principales estrategias fueron las
campañas para que las empresas que tenían negocios en Sudáfrica retiraran sus
inversiones del país. En 1970, Caroline Hunter y Ken Williams, dos empleados
afroestadounidenses de Polaroid en Cambridge, Massachusetts, se dieron cuenta
de que la empresa estaba suministrando tecnología fotográfica al Gobierno
sudafricano para la emisión de las odiadas libretas. Hunter y Williams
organizaron un movimiento de trabajadores de Polaroid que obligó a la empresa a
poner fin a sus relaciones con el gobierno de Sudáfrica.
Bajo la creciente presión, el régimen del apartheid comenzó
a reprimir con mayor severidad a los sudafricanos negros. Las noticias de la
violencia llegaron a todo el mundo, y ello motivó a los estudiantes
universitarios a tomar medidas. Se creó un movimiento mundial para presionar a
las juntas directivas de las universidades a que retiraran sus inversiones de
Sudáfrica. En Washington D.C., Randall Robinson, el fundador de “TransAfrica”,
comenzó un movimiento de protesta frente a la embajada de Sudáfrica. Robinson
dijo en el programa de noticias Democracy Now!: “Tres de nosotros fuimos
arrestados, seguidos de 5.000 estadounidenses que fueron arrestados por ir a
protestar frente a la embajada en los años subsiguientes…Por supuesto que eso
ayudó a impulsar en el Congreso la Ley General Contra el Apartheid, aprobada en
1986. Fue así que, finalmente, las inversiones estadounidenses en Sudáfrica
comenzaron a caer”.
Robinson hacía referencia al proyecto de ley presentado por
el congresista de California Ron Dellums, que fue aprobado con apoyo de ambos
partidos. El Presidente Ronald Reagan vetó el proyecto de ley, pero, en señal
de la determinación del país de luchar contra el apartheid, ambas cámaras del
Congreso votaron para anular el veto de Reagan, e impusieron fuertes sanciones
al régimen del apartheid en Pretoria. Robinson agregó: “Y, por supuesto, eso, junto con la presión dentro del país generó las
condiciones para que el gobierno sudafricano se decidiera a negociar y, en última
instancia, a liberar a Mandela”.
El Presidente Barack Obama habló en el funeral de Mandela
celebrado en Soweto esta semana, y provocó una ola de críticas en Washington
por haber estrechado la mano del Presidente cubano, Raúl Castro. Mandela era un
gran amigo de Fidel Castro, que siempre apoyó al Congreso Nacional Africano.
Estado Unidos, por su parte, retiró a Mandela de su “lista de terroristas”
recién en 2008, 14 años después de que fue electo Presidente de Sudáfrica.
Nelson Mandela termina su autobiografía con la siguiente
reflexión: “Cuando salí de la cárcel, esa era mi misión: liberar tanto al
oprimido como al opresor. …La verdad es que aún no somos libres. Apenas hemos
logrado la libertad de ser libres”.
Denis Moynihan colaboró en la
producción periodística de esta columna.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
© 2013 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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