Edvard Grieg ✆ R. Laber |
Rodolfo Bueno
Este pianista y compositor escandinavo llega al mundo en
Bergen, Noruega, a mediados del inolvidable siglo XIX, un 15 de junio de 1843,
en el seno de una familia intelectual cuya madre, Judith Hagerup, es una buena
pianista que goza de cierta reputación como escritora, talentos que sabe
trasmitir a su cuarto hijo, Edvard.
Concierto para Piano & Orquesta |
Ella le inculca un conocimiento acerca de la música, basado
sobre las obras de grandes compositores como Mozart, Beethoven, Weber y Chopin,
y lo alienta en sus primeros intentos creativos, los mismos que nunca son bien
vistos por sus compañeros de estudios y profesores, cuya gran mayoría se burla
de sus creaciones musicales.
Se debe recalcar que desde los cinco años de edad, y cuando
no ha recibido aún una sola clase de piano, Grieg disfruta manipulando el
teclado con ambas manos para obtener así combinaciones que le producen una
alegría especial, aunque todavía no pueda explicar en términos técnicos el
descubrimiento realizado.
El placer de dejarse arrastrar por las combinaciones de toda
clase de notas para llegar al reino de la armonía y al mundo del ensueño se
convierte en adelante en el interés fundamental de la vida del artista.
Posteriormente, cuando logra fundir en un solo crisol musical su lenguaje
armónico personal con la música folclórica de su terruño y con su profundo
sentimiento de amor por Escandinavia, puede encandilar al mundo con la
maravillosa producción artística de su inmensa cosecha.
El Conservatorio de Leipzig es la institución escogida por
Grieg para desarrollar sus prometedoras aptitudes. El régimen dictatorial y
poco imaginativo de educación musical que él encuentra son contrarrestados por
su firme voluntad. Termina este centro de estudios con el reconocimiento de sus
profesores, que lo catalogan de pianista sobresaliente y de
uno de los mejores alumnos, tanto en los aspectos teóricos de la composición
como en los prácticos .
Grieg regresa pleno de ilusiones a su tierra, portando una
carpeta de composiciones suyas, basadas en las tradiciones alemanas. En ese
entonces Dinamarca, Noruega y Suecia son un solo país cuyo centro cultural está
en Copenhague.
En ese entonces, Oslo es una aldea grande en la que la vida
cultural está en gérmenes y donde los conciertos son infrecuentes, por lo que
Grieg reside en Copenhague, ciudad que es el centro de las actividades
artísticas y culturales de Escandinavia.
Durante su estancia en Dinamarca tiene estrecha amistad con
Rikard Nordraaak, más tarde autor del himno nacional de Noruega, quien lo
estimula a dedicar su talento musical al espíritu de la causa nacional su país.
En 1867, Grieg se casa con Nina Hagerup, una diva de gran
perspicacia interpretativa, que posee una voz encantadora al extremo de ser
comparada con Jenny Lind, llamada el ruiseñor sueco. Nina en adelante lo va a
inspirar a convertirse en el más importante autor de canciones escandinavas. A
partir de la boda, la pareja se instala en Cristianía, donde sobreviven con los
haberes del compositor como profesor particular y como director de una sociedad
coral, labor que le impide dedicarse por completo a la creatividad musical.
En 1868 compone una obra de profundo contenido nórdico, el
Concierto para piano, que hasta ahora ejerce una profunda fascinación
entre los melómanos por ser de nítido tinte escandinavo y por estar impregnado
de las melodías típicas de las canciones y danzas noruegas.
Frank Liszt, insigne compositor y el más virtuoso pianista
del siglo XIX, y tal vez de la historia, a cuyas manos llega este concierto,
invita a Grieg a que lo visite en Roma; allí, conmovido por el vívido
sentimiento nacionalista que se desprende de la obra, la elogia con admiración
y le aconseja: "Siga firme en su camino. En verdad le digo, usted
tiene capacidad. Y sobre todo, no se deje intimidar". Desde de entonces,
el mundo del arte no puede ignorar más a Grieg, que comienza a figurar entre
los primeros músicos europeos de la época.
Grieg ve acrecentar su prestigio por su asociación con el
escritor Bjornson y con el dramaturgo Henryk Ibsen. Compone una serie de
canciones líricas, de coros, de cantatas y de partituras para las obras de
teatro de Bjornson y los preludios, los entreactos, los bailes, las canciones y
los números corales de la pieza teatral Peer Gynt, obra maestra de Ibsen
(originalmente diseñada para ser un drama leído y no representado), razón por
la que el pedido de Ibsen se convierte en un encargo urgente que le impide a
Grieg llevar a cabo un proyecto bosquejado inicialmente con Bjornson, para
elaborar una ópera sobre la vida de Olaf Trygvason, héroe nacional noruego.
El drama y la música de Peer Gynt generan un alto nivel de
sinergia, pero es la música la que facilita la comprensión y la aceptación de
tan revolucionario texto y ayuda a la obra a ganar adeptos entre la
intelectualidad. Es tan atractiva que trasciende el ambiente teatral y al poco
tiempo las partituras cobran vida propia y se transforman en dos suites para
ser interpretadas por orquestas sinfónicas.
Sin embargo, el drama de Ibsen ha sobrevivido por méritos
propios, ya que se trata de una sátira certera que se realiza sobre la base de
un profundo estudio psicológico de las debilidades y las contradicciones del
ser humano.
Peer Gynt es un aventurero que vive enamorado de Ingrid,
quien no lo ama; en cambio Solveig, que sinceramente lo ama no es correspondida
por él. Ingrid se casa con otro pretendiente y Peer Gynt se junta con Solveig.
Una noche, luego de embriagarse para olvidar las penas de
amor, abandona a Solveig y rapta a Ingrid para llevarla a la montaña de los
Trolls, malignos seres mitológicos. En la montaña de los Trolls, la hija del
rey baila en su honor una danza que es criticada con mucha dureza por Peer Gynt
por parecerle totalmente bárbara y de mal gusto. Los Trolls lo persiguen
molestos, pero llega la mañana y se salva.
Peer Gynt trata de juntarse nuevamente con Solveig pero es
fastidiado por los Trolls, la abandona y busca a su madre, Ase, a la que
encuentra moribunda; luego de su muerte, parte a recorrer el mundo en busca de
la felicidad.
Contempla un amanecer en África, se enamora de Anitra, una
princesa árabe que no le corresponde, pues le teme, y finalmente, luego de caer
en un manicomio en El Cairo, regresa a Noruega donde encuentra la felicidad
junto Solveig, que fielmente lo ha esperado durante toda su vida y le entona un
hermoso canto de bienvenida.
La danza bárbara En la sala del rey de la montaña, la
parte Peer Gynt perseguido por los Trolls y la exótica Danza de
Anitra, que en algo capta el aire bucólico oriental, son algunas de las
sensacionales partituras de esta composición.
Hay un pequeño poema de ensoñadora melodía, Por la
mañana , cuya intención es describir la salida del sol sobre una costa
africana, pero que tiene la particularidad de producir la innegable sensación
de tratarse del paisaje bosquejado por los amaneceres sobre los fiordos
noruegos.
En 1876 se estrena Peer Gynt y el rotundo triunfo de esta
obra le significa, a más de la orden de San Olaf, que ya le habían otorgado, la
concesión de una pensión que le permite deshacerse del agobiante trabajo de dar
clases.
En adelante, Grieg dispone de tiempo libre para ir a los
hermosos refugios de las montañas de Handanger, venero de inspiración que le
permite escribir el Cuarteto para instrumentos de cuerda , el
Álbum para voces masculinas y algunas de sus numerosas canciones sobre la
obra del poeta Aasmund Vinje.
En esta etapa de su vida realiza, acompañado de Nina, una
dilatada gira de conciertos por Alemania, Austria, Francia, Holanda e
Inglaterra. En Bayreuth asiste a las primeras presentaciones de ‘El anillo
de los nibelungos’, de Wagner, y escribe una serie de críticas maravillosas
sobre dichas funciones.
Cuando Grieg tiene tiempo, y tratando de recuperar su frágil
salud, busca refugio en Troldhaugen ( Colina de los Trolls ), paraje
legendario que se cree habitado por ogros de la mitología escandinava y que se
encuentra en las afueras de Bergen, residencia del compositor que para sus
admiradores es lugar de peregrinaje obligatorio.
En vida, este genial músico es apreciado no sólo por la
monarquía escandinava sino por el rey Eduardo VII de Inglaterra, quien pese a
adorar su música no pierde la detestable manía de conversar durante los
conciertos, y por el káiser Guillermo II de Alemania, que con Grieg a su lado,
mientras en su yate realiza un crucero por los fiordos noruegos, escucha
absorto la interpretación de algunos pasajes de Peer Gynt.
Sólo en Francia su obra no tiene acogida, pues el caso
Dreyfus, cuya problemática tuvo repercusión internacional, hizo que Grieg
manifestara su apoyo incondicional a la causa de esta víctima de la
intolerancia política de los sectores dominantes de la sociedad francesa. Su protesta
le significa pérdida de prestigio ante un público chovinista, que luego
recupera cuando Dreyfus es declarado inocente.
Grieg es un profundo conocedor de la música folklórica y
popular de Noruega. En esta tarea cuenta con la ayuda de Nina, que se convierte
en la interprete idónea de sus canciones. No tiene una voz muy potente, pero se
apoya en el espíritu del poema y produce la impresión de ser completamente
espontánea; era como si la canción naciera en el mismo momento en que era
interpretada.
En la madrugada del 4 de septiembre de 1907, cuando se
prepara para cumplir con una invitación de Inglaterra para interpretar su
Concierto para piano, con Percy Grainger como solista, enferma y fallece en el
hospital de Bergen.
Días después, una comitiva mortuoria compuesta por unas
cincuenta mil personas acompaña a su catafalco a la última morada, mientras una
orquesta interpreta la Marcha fúnebre , obra cuyos contornos
melódicos y colorido armónico resultan bastante avanzados para su tiempo y que
Grieg ha compuesto años atrás en la memoria de su amigo Rikard Nordraaak.
Grieg es uno de los máximos exponentes del nacionalismo
musical, pues él logra independizarse del dominio casi absoluto de la corriente
austro-germana, dominante en su época, y su ejemplo es un aliciente para que
otros compositores prosigan el espíritu de sus creaciones. Posiblemente es el
autor que más influye en Jean Sibelius, cuyas creaciones reflejan el lenguaje
romántico y la textura musical de Grieg.
Edvard
Grieg: Concierto para Piano y Orquesta
Op. 16 – 1er. Mov / Manuel Matarrita &
A. Cullell