“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

26/9/15

Walter Benjamin: crítica de la cultura política

En la ciudad fronteriza de Portbou –una parada en su precario camino escapando del nazismo–, creyéndose cercado y ante la posibilidad de ser deportado a Alemania, donde un marxista y judío como él no podía esperar sino un cruel destino, Walter Benjamin decide suicidarse hace hoy 75 años. Sus aportes a la crítica de la cultura no han dejado desde entonces de ser tan productivos como polémicos.
Walter Benjamin ✆ Arton
Ariane Díaz   |   Benjamin fue parte de una generación de intelectuales alemanes que además de atravesar dos guerras mundiales, fue testigo en pocos años de una efímera república de Weimar carcomida por la crisis económica, tres intentos revolucionarios fallidos y, finalmente el ascenso del nazismo. Se acerca al marxismo en la década de 1920, ya cerca de sus 30 años, impactado por la lectura de Historia y conciencia de clase, de Lukács, y por su relación con la comunista rusa Asja Lacis, que lo pondrá en contacto con algunas de las experiencias artísticas de la URSS. Aunque su larga amistad con Gershom Scholem –teólogo del judaísmo–, y con Bertolt Brecht –famoso dramaturgo vanguardista–, marcarán también su obra con improntas particulares y en muchos casos contradictorias, su trabajo filosófico y crítico tendrá una estrecha relación con los desarrollos de miembros prominentes de la Escuela de Frankfurt, como Theodor Adorno y Max Horkheimer; por ello se lo suele considerar miembro de dicho Instituto, aunque estrictamente no lo fuera.