“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

25/8/12

Derecho al voto: ¿Un sueño postergado?


Amy Goodman

Especial para La Página
1929 es recordado como el año de la caída de la bolsa en Estados Unidos, que dio paso al comienzo de la Gran Depresión: el único desastre económico de la historia a nivel mundial que hace que la actual crisis económica en la que nos vemos sumidos parezca pequeña. También fue el año en que nació Martin Luther King Jr., que no llegaría a los 40 años. Y fue el año en que Langston Hughes se graduó de la Universidad Lincoln, en las afueras de Filadelfia.

Langston Hughes fue un escritor afroestadounidense, nieto de activistas que lucharon por el derecho al voto y la abolición de la esclavitud. Su célebre poema “Un sueño postergado” comienza así:

“¿Qué le sucede a un sueño postergado:
se marchita como una pasa al sol
o supura como una herida...
y se echa a correr?”

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Luego de graduarse de la Universidad Lincoln, una de las 105 universidades estadounidenses que históricamente ha tenido estudiantado afrodescendiente, Hughes dedicó el resto de su vida a la lucha por los derechos humanos y civiles. Murió en 1967, dos años después de que el entonces presidente Lyndon Johnson promulgara la Ley de Derecho al Voto.

El problema de los agrotóxicos

Alfredo Portillo

Especial para La Página
Hace algunas semanas, con motivo del recorrido que hiciera el candidato Henrique Capriles Radonsky  por algunos municipios merideños y trujillanos donde la actividad agrícola es muy importante, a varios productores agrícolas de la zona se les consultó  sobre lo que esperaban y querían del aspirante a la presidencia que los visitaba en  ese momento. Alarmantemente, la mayoría de los consultados pidió  con mucha vehemencia ---como se pudo apreciar por televisión--- que le suministraran venenos para poder producir rubros como papa, zanahoria y ajo.  “¡Queremos venenos! ¡Necesitamos venenos!”, clamaron los campesinos de los municipios Pueblo Llano y Miranda, del estado Mérida, y del municipio Urdaneta, del estado Trujillo.

Estos deseos y expresiones son alarmantes porque, como se ha revelado a través de investigaciones que se han realizado en esos y otros municipios de Los Andes y de otras regiones del país, el uso inadecuado y excesivo de agrotóxicos (herbicidas, insecticidas y fungicidas) se ha convertido en un verdadero problema de la realidad agrícola venezolana, con las secuelas que eso está trayendo tanto para la salud de los trabajadores del campo y sus familiares, como para el ambiente (suelo, vegetación, agua y aire) y para la calidad de los alimentos agrícolas que los venezolanos estamos consumiendo en la actualidad.

En vista de tal situación, resulta lógico pensar que durante los próximos años, el gobierno nacional debe diseñar e implementar una política agrícola que tenga como eje central la progresiva disminución del uso de los agrotóxicos por parte de los pequeños, medianos y grandes  productores agrícolas venezolanos, a fin de garantizar una verdadera soberanía y seguridad agroalimentaria. Por supuesto que eso debe ser progresivo, por lo que se deben establecer objetivos, metas e indicadores bien claros y precisos, tanto en el tiempo como en el espacio. Sólo así será posible hacerle un seguimiento y monitoreo a los avances que en esta materia se¿ vayan teniendo,  para luego, cada 3 de diciembre (Día Mundial del No Uso de Plaguicidas), se le informe al país sobre dichos avances.