“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

10/4/09

Estoy “casi” de acuerdo con el Papa por el uso de condones



Hay otros argumentos que hay que destacar



Omar Montilla

 He escrito contra el papa Benedicto XVI por sus posiciones francamente reaccionarias y me basta citar "La Iglesia Católica y los Medios de Comunicación como instrumentos de penetración ideológica" y "El Papa Ratzinger sabe lo que hace y lo que dice". No sólo por estos dos ejemplos tengo la suficiente autoridad para escribir sobre el tema, sino por mi posición doctrinaria de toda la vida frente a todo tipo de jerarquía eclesiástica.

La polémica que se ha desatado en torno a este asunto me resulta sospechosa, cuando atacan a Benedicto XVI por criticar el uso del preservativo (palabra que usa por primera vez). Llegó incluso a decir que su distribución "agravaba" la situación. Las palabras de Benedicto XVI sobre la inutilidad del condón para combatir el Sida en África, el continente más afectado por la pandemia, causaron protestas internacionales, con críticas provenientes de gobiernos, ong’s y activistas de la lucha contra el Sida, que se hicieron a pesar que había dicho: "Hay que resaltar empero que la Iglesia nunca ha obstaculizado sobre el terreno la distribución de preservativos y que no logra resultado concreto alguno con su condena del preservativo, que se sigue utilizando en el mundo entero. Decir que la Iglesia tiene una responsabilidad en la epidemia del sida carece de fundamento".

El problema es que el Sida en una enfermedad cuyo origen no se ha precisado con certeza y que hace estragos en los países más pobres, donde poblaciones enteras se han infectado. En la propagación de este mal tienen responsabilidades obvias los países más ricos, que gastan millones de dólares en investigar sobre fármacos para potenciar la virilidad y se destinan migajas a la lucha contra esta enfermedad. Es el mismo panorama que se observa con la distribución de los alimentos sobrantes, para combatir la pobreza en África, explotada durante siglos por las potencias coloniales europeas. Repartir maíz, trigo o enlatados por doquier, no basta para combatir lo que llaman genéricamente “pobreza”, lo importante sería cambiar el modo de producción capitalista que es el verdadero culpable de esta crisis y quien lo reemplazaría está allí mismo: el Socialismo del Siglo XXI.

Repartir condones a diestra y siniestra no es la mejor arma para combatir el Sida. Lo fundamental es ir a las raíces del problema. Una epidemia de cólera no se combate hirviendo el agua: hay que sanear el entorno; el dengue no se combate rociando insecticida para combatir el mosquito: hay que acabar con los criaderos; la peste bubónica, que se produce en regiones donde las condiciones de la vivienda y de higiene son deficientes, no sólo se combate eliminando las ratas; el paludismo no se combate sólo tomando la pastilla a base de quinina: hay que acabar con los pantanos (”palude” en italiano, de allí su nombre) o las aguas estancadas, sanear al medio ambiente y crear condiciones mínimas de salubridad. Lo mismo sucede con el “mal de Chagas”: su combate exige mejorar las condiciones generales del hábitat, donde no se sea posible la supervivencia de los vectores. En África donde el 70% de las personas que tienen Sida mueren, la situación es verdaderamente dramática.

Para el papa, "La solución de la Iglesia, es la fidelidad sexual […] el preservativo no es una solución ya que es una falsa seguridad que sigue alimentando la promiscuidad sexual". Esto es una verdad del tamaño de la catedral de Pedro. La solución estaría también en una "humanización de la sexualidad" y una renovación espiritual destinada a "sufrir con los sufrientes". Eso está bien, pero no basta. El presidente de un tal “Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria”, Michel Kazatchkine, exigió que el Papa se retracte de sus comentarios, a los que calificó de "inaceptables". ¿Con qué argumentos hace esta exigencia? Durante años, esta y otras organizaciones internacionales devoran millones y millones de dólares para combatir el Sida y el problema sigue igual o peor. Es sospechoso que esa organización sea un “Fondo” ¿FMI? De “vainita” [1] no se hacen llamar “Banco”.

Muchos de los llamados “activistas” contra el Sida han caído en la trampa. El gran negocio es que “los condenados de la tierra” [2] sigan “tirando a calzón quita’o” [3], mientras puedan usar condones “made in USA” o “made in Japan”, que es la verdadera esencia del negocio. Mientras más condones se usen, más dinero habrá y las cajas registradoras resonarán como un canto gregoriano. Lo del Sida y la pobreza son problemas que se dejarán para ser tratados en otra cumbre maaaaas!

Notas

[1] En el libro “Los condenados de la tierra”, Frantz Fanon, nacido en Martinica, se refiere a los problemas del Tercer Mundo, después que se produjo la revolución argelina. Si no se reconstruye la sociedad, las burguesías nacionales, mantendrán los vínculos ya vigentes entre cada país y la Europa colonialista.  El resultado es que el grupo pequeño de ex-colonizados que domina un país se enriquece al tomar los puestos que ocuparon los colonizadores mientras que la gran mayoría de las masas seguirá en su miseria, como si la revolución nunca hubiera ocurrido. Para prevenir tal situación, se requiere que las masas tomen conciencia de su situación. Según Fanon, “ser responsable en un país subdesarrollado es saber que todo descansa en definitiva en la educación de las masas, en la elevación del pensamiento, en lo que suele llamarse demasiado apresuradamente, la politización”. Aquí está, en principio, la solución del problema. Pulsar aquí para mayor información sobre Fanon

[2] En lenguaje “decente” sería: “fornicando desesperadamente, con pasión”

[3] “Vaina” o  “vainita”, es una expresión, que aparte de otros significados connotativos, la usamos en Venezuela para decir “de casualidad”.