“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

14/4/07

Fukuyama le puso fin a la Historia, a las Ideologías, a la Lucha de Clases y ahora quiere acabar con Chávez: ¡A correr se ha dicho!

En la foto un sonriente Francis Fukuyama, 
después de revelar que también es un escuálido 
Publicado en Aporrea: www.aporrea.org/ideologia/a33275.html

Francis Fukuyama, ha sido catalogado por cierta prensa, como “el pensador de mayor influencia de los últimos tiempos”. Algunos ignorantes lo ignoran todavía, que pese la gran acogida que todavía tiene en ciertos círculos “intelectuales”, muy conspicuos ellos por cierto, que sus intervenciones producen algunas veces gran alharaca, ocultándole al gran público que es un irremediable “bate quebrao”.

Este señor elaboró una teoría, que muchos atrevidos e irresponsables llamaron “filosofía” que se le ocurrió con motivo del derrumbe del Muro de Berlín y la caída de la Unión Soviética. Según él y sin basamento científico-histórico alguno, el mundo se unificaría alrededor de los principios de la mal llamada “democracia occidental”. Más allá no había nada más. Bueno es recordar lo siguiente: Antes de los viajes pre-colombinos, la creencia generalizada era que la tierra, siendo plana, y una vez que se hubiera alcanzado cierto límite en el horizonte, sobrevendría el caos, porque necesariamente se llegaba al fin. No había nada más, de modo que para poder estar a salvo, había que regresar a “tierra firme”. Tan era así de creíble, que en Galicia existe un pueblo de gran belleza y que está ubicado en un cabo llamado Finisterre (finis terrae, fin de la tierra). Este punto geográfico significaba, no sólo la culminación de la Ruta de Santiago, sino que era también el fin de todo el mundo conocido para entonces. Se cuenta que las tropas romanas, cuando allí llegaron, contemplaron sobrecogidos y con asombro el horizonte infinito, más allá del cual no había nada más. Así podría ilustrarse su tesis. Lo que no era cierto entonces, tampoco lo es hoy.

En su libro "El Fin de la Historia y el Último Hombre" (Editorial Planeta, 1.992), que pocos han leído y muchos citan, expresa, en líneas gruesas, que la historia humana como lucha entre ideologías había concluido, que se había dado inicio a un mundo maravilloso basado en la política y la economía neo-liberal que se había impuesto a la utopía tras el fin de la Guerra Fría. Basado en un ensayo publicado en 1.989 titulado "¿El Fin de la Historia?”, y al darse cuenta del colapso de la URSS y de los países de Europa del Este, y con el muro de Berlín derribado era “lógico” pensar que el fin de la historia había sobrevenido. El clímax del capitalismo, la hora de la victoria definitiva de Occidente y de su cultura, su modo de vida, su sistema económico, era el orgasmo del intelecto. ¡Ah! Por ironías de la historia, en 1.989 estallaba el “Caracazo” y el 4 de febrero de 1.992 se produciría el alzamiento de Chávez. Ambos acontecimientos serían y son irrelevantes.


El académico español José Lorenzo Arribas, de la Universidad Complutense de Madrid, lo dijo:
“La unión de una poderosa campaña de divulgación, y una fuerte inversión para lanzar editorialmente el nuevo credo (maniobras denunciadas en Fontana 1992), propició la extraordinaria difusión de un libro del que fuera director adjunto de planificación política en el Departamento de Estado de Estados Unidos. Su celebérrimo ensayo “¿El Fin de la Historia?”, un breve artículo inicial convertido en grueso volumen de casi quinientas páginas posteriormente, propició a su vez, un alineamiento desde diferentes ámbitos del conocimiento, especialmente relevante desde la ciencia de la historia."
La inspiración intelectual de Fukuyama “y que” provenía de Hegel. A según, (como dicen en Choroní) el motor de la historia no era otro que el deseo de reconocimiento. El “thimos” platónico se habría paralizado actualidad con el fracaso del régimen soviético, del llamado socialismo real, hecho que demostraba que la única opción posible para la especie humana era el neo-liberalismo, era la democracia interpretada de acuerdo a este sistema, lo que se constituiría así en el llamado “pensamiento único”: Las ideologías ya no serían necesarias y serían sustituidas por la economía. Estados Unidos se convertiría en la realización del sueño marxista de una sociedad sin clases.


Déjenme decirles algo mejor: A este ilustre pensador se le pasaron algunos “pequeños” detalles que no fueron tomados en consideración para la elaboración de su extraordinaria tesis, como por ejemplo, la lucha de clases, la pobreza en el mundo, las ansias de liberación de los pueblos, el resurgimiento de las creencias religiosas en su esencia inicial, etc. Era muy “lógico” desdeñar estos elementos de estudio, porque ¿a quién se le iba ocurrir que estas basurillas sociológicas pudieran conmover el orden establecido con tan inusual fortaleza, no sólo en lo militar, sino también en lo político y ahora en lo filosófico? Lo grave del asunto no es lo que haya dicho o escrito en su oportunidad, sino que los más grandes “intelectuales” del mundo comentaban con una mezcla de entusiasmo, admiración y envidia el hecho de que a este engendro gringo-japonés se le hubiera ocurrido elaborar una teoría tan bien concebida y expresada con el más grande rigor científico. Aquellos que no creímos en ese esperpento éramos objeto de burlas, malos chistes, y los más amables nos abordaban, como dicen los españoles, con chascarrillos que no dejaban de zaherirnos.


No pasó mucho tiempo cuando esta “summa theoría” comenzó a hacer aguas, todo ello dentro del más sepulcral de los silencios de la gran prensa. Resulta que la pobreza era muy evidente porque había pobres y estos estaban allí, aunque muchos habían muerto de hambre; que había lucha de clases, que desgraciadamente no era un invento del Karl Marx, ahora “demodé”, etc.; y que estos fenómenos inocultables entraron rápidamente en ebullición, para angustia de sus corifeos. Lenta pero inexorablemente este señor comenzó a ver con asombro, angustia, preocupación y culillo cómo todo se derrumbaba dentro de él. Sin embargo seguía hablando y escribiendo pamplinadas, para tratar de ocultar lo que ya no podía ocultar, hasta que llegó el momento de asomar algo que tímidamente, como quien no quiere la cosa, fue anunciado así:
“Fukuyama, uno de los máximos referentes mundiales en temas de política internacional, declaró que el Islam radical, la democracia a escala internacional, la pobreza y la falta de control sobre nuevas tecnologías se constituyen en desafíos que complican el avance de las sociedades en el camino de la modernización”.
¿Qué podemos pensar de un pensador que terminó pensando así:
“En cuanto al Islam, Fukuyama explicó que la resistencia a la modernización de parte de grupos radicales no proviene de personas de países fundamentalistas, como Irán, Afganistán o Arabia Saudita, sino que de musulmanes que vivieron en países occidentales y que nunca asimilaron este sistema. Se trata, dijo el intelectual, de hijos de inmigrantes de segunda generación que no fueron partes de la sociedad en que estaban inmersos, que no tienen clara su identidad y en los cuales el mensaje de Osama Bin Laden puede tener gran acogida”.

Para terminar de redondear estas especulaciones pseudo-científicas y contra-natura del nipo-gringo, me permito citar lo siguiente :

“El segundo obstáculo planteado por Fukuyama y que afecta a la modernización, tiene que ver con problemas que complican a las democracias a escala internacional. En esta línea, dijo que hacen falta más instituciones internacionales poderosas, que compitan entre sí y que puedan ejercer mayores controles que los que existen actualmente. Otro obstáculo mencionado por el autor de "El Fin de la Historia" fue la pobreza y desarrollo económico en algunos estados. Sostuvo que es mucho más fácil crear una democracia en países relativamente ricos, con ingresos “per capita” de 5 ó 6 mil dólares, y no en aquellos en que las poblaciones sobreviven con menos de un dólar al día. A su juicio, también existen otras dificultades como el problema de la falta de instituciones fuertes que defiendan los derechos de los individuos y también el Estado de derecho. Puso como ejemplo positivo los avances institucionales que están teniendo algunos países en América Latina. Mencionó el caso de México, en el que destacó los progresos en materia de transparencia electoral …”.

Fukuyama, hecho el pendejo, se hizo pasar siempre como “científico”, no obstante no le tembló el pulso para apoyar el llamado “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”, durante la época de Bill Clinton y considerado como uno de los núcleos de pensamiento de los llamados “neoconservadores”, especialmente en política exterior. Firmó este documento junto con Dick Cheney, Paul Wolfowitz, Donald Rumsfeld y Lewis Scooter Libby, todos ellos con destacada actuación en el actual gobierno de Bush. ¡Una guará!, como dicen en Barquisimeto.



Como veía que sus compañeritos estaban cometiendo desatinos y poniendo una buena defecada, no sólo en lo político, sino en lo militar y lo que es más grave en lo económico, y porque quedaba desnudo ante la opinión pública internacional, no vaciló en recular y empezó a mostrase “crítico” con los llamados neo conservadores, cariñosamente llamados “neocons”. En un reciente artículo publicado en el diario inglés “The Guardian”, donde habla de su próximo libro “Después del Neocons: América en una Encrucijada”, se aparta con críticas a la corriente, expresando, esto:
“El neoconservadurismo ha evolucionado en algo que yo ya no puedo apoyar”.
Estas sucintas referencias se requieren para comentar una de las últimas “gracias” que este señor ha producido, y esta vez, nada más y nada menos que para denostar de Venezuela y de su Presidente en un reciente artículo publicado en “The Washington Post” titulado “El chavismo no puede ser el futuro de Latinoamérica”. No voy a tomarme la molestia de comentar “in extenso” tal artículo, sino mostrarles algunas perlas, para que tengan idea de los pasos que está dando este “académico”:
1. Hay propuesta una legislación que limitaría el financiamiento extranjero y que pronto también pudiera estrangular a las organizaciones no gubernamentales. Y la gente que firmó a favor de un referendo revocatorio en el 2004 se quedó sin trabajo.

2. En diciembre colapsó un puente que unía la capital a Caracas con su aeropuerto, desviando el tráfico hacia las montañas y convirtiendo un viaje de 45 minutos en uno de varias horas. Ahora, una carretera de emergencia de 2 vías sostiene el tráfico; la renovación del puente demorará meses. El puente es el epítome de lo que pasa en la Venezuela de hoy. Mientras Chávez va en avión de propulsión a Minsk y Teherán, en busca de influencia y prestigio, las infraestructuras del país colapsan.

3. En realidad, América Latina ha presenciado un viraje hacia esta izquierda postmoderna en algunos países, incluyendo a Bolivia, donde Evo Morales, espíritu afín a Chávez, ganó la presidencia el año pasado. Sin embargo, las tendencias dominantes en el hemisferio son fundamentalmente positivas. La democracia se está fortaleciendo y las reformas políticas y económicas que se están emprendiendo auguran un bien para el futuro. Venezuela no es un modelo para la región. Su camino es único, es el producto de una maldición de recursos naturales que la hace más comparable con Irán y con Rusia que con ninguno de sus vecinos de América Latina. El chavismo no es el futuro de América Latina. Si es algo, es su pasado. ¿Cómo terminó Venezuela en esa situación? La respuesta es petróleo, petróleo, petróleo.

4. La peculiar historia de Venezuela muestra qué Chávez no representa el futuro de la región. Países como Brasil, México y Perú, que carecen de los recursos petroleros de Venezuela, saben que no pueden progresar sobre la base de esas políticas inefectivas; han experimentado con ellas y se han quemado.



Hay mucho que cortar, pero mejor es que por ahora deje esto así. Lo que no puedo dejar de comentar es lo siguiente: Este señor habla de la “peculiar historia de Venezuela” para hacer su análisis y yo me pregunto. ¿Cuál historia? La que el liquidó o la que está inventando. Este señor, que está mas rayado que un tigre, quiere ahora levantar vuelo atacando a nuestro proceso revolucionario y no tiene empacho alguno para hablar tan malamente del viaducto que no construyó Chávez y que ahora está a punto de ser reinaugurado. México, Perú y Brasil se arruinaron económicamente, no por las políticas de Chávez, sino por todo lo contrario: por aplicar paquetes y recetas neo-liberales; y si Argentina ha alcanzado un progreso notable desde el punto de vista económico es precisamente por reconocer que el futuro de América Latina no está en el neo-liberalismo. Si toda la gente que firmó contra Chávez para propiciar el referendo revocatorio se quedó sin empleo ¿cómo es posible que los indicadores estadísticos señalen que la tasa de desempleo haya bajado tan drásticamente en los últimos años?


Después de los tantos “aciertos” que ha tenido el señor Francis Fukuyama, sólo me queda darle mis más expresivas gracias por dedicarle a nuestro Presidente y a nuestro país esas reflexiones surgidas de su coco luminoso, porque de seguro le saldrá nuevamente el tiro por la culata.

Aristóbulo, al fin llegaste!


Me encontraba en el andén de la estación del ferrocarril. Hacía algunos minutos había partido el primer tren que marcaba su ruta hacia el lugar donde seguramente teníamos que convergir necesariamente, porque así, tácitamente había sido convenido. Yo no quise montarme en ese primer tren, a pesar que en todos los vagones, atestados por cierto, se habían montado muchas personas conocidas, y sobre todo, estimadas y muy queridas por mí.

Pero yo esperaba ansiosamente tu llegada, porque quería aprovechar la ocasión de poder hablar ciertas cosas contigo, mientras el tren apuraba su marcha, sobre asuntos que en mi mente tenía pendientes para tratar con seriedad. Pero no llegabas. Yo preguntaba a los viajeros que iban llegando por tu persona y todos me decían casi lo mismo: que te habían visto, que era casi seguro que vendrías, pero nadie sabía con certeza que eso era seguro. Y seguía llegando gente, los vagones iban haciéndose cada vez más estrechos, y yo abajo, mirando ansiosamente por doquier, empinándome para escrutar el horizonte, para otear los movimientos de los que llegaban, que cada vez eran en mayor número…. y nada, tú no aparecías.

Pero yo estaba seguro que vendrías. Lo sabía porque, aun cuando no me encuentro en el círculo de tus amigos íntimos, ni nunca me había montado en el carro azul en el que habitualmente te trasladabas, ni siquiera he compartido momentos de esos que se llaman “trancaos”. En el fuero de mi conciencia, donde trato de sopesar cuidadosamente las acciones humanas, no sólo las mías sino también las ajenas, tenía la convicción por las cosas que conozco de ti, que necesariamente tenías que llegar a tiempo, para de esta manera no verme compelido a subir con cierta desgana, o de perder lastimosamente el tren, cuya hora de partida estaba anunciada. Mientras tanto, las bocinas angustiosas anunciaban la inminente partida…. y nada, tú no aparecías.

Consulto el reloj, trato de llamarte por teléfono, pero para variar, salía la contestadora automática. Seguían llegando pasajeros, muchos de ellos sudorosos, porque en los últimos metros habían tenido que apurar el paso. Cada uno de ellos, pensaba yo, seguramente sabría de ti, pero yo no podía interrogarlos uno a uno, porque técnicamente eso no era posible y tampoco podía arriesgarme y verme entretenido en conversaciones innecesarias, mientras tú podrías llegar y abordar sin que yo me hubiera enterado, miro aquí y miro allá …. y nada, tú no aparecías.

Finalmente te veo llegar. No tuve que hacer mucho esfuerzo para divisarte en lontananza. Pero tú llegaste y te montaste rápidamente en el primer vagón, mientras yo me encontraba en la cola del tren, porque por ahí esperaba que subieras, no tanto por la metáfora que pudiera implicar, sino por que allí estoy yo. Al comprobar el movimiento que habías ejecutado, no vacilo en subir, con la esperanza de sortear los obstáculos, verdaderos vericuetos y llegar hasta donde te encuentras y poder tratar de los asuntos que en mente tengo para hablar contigo. Bueno, pero eso es otro cuento que después referiré. Lo importante es que, Aristóbulo, al fin llegaste!

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