“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/8/12

¿Tenía razón Descartes? / La sabiduría racional está en el empleo de la sonrisa, la mano abierta, la bondad y no en el egoísmo, que es violencia

René Descartes Vahr
Osvaldo Bayer

Lástima que el filósofo Descartes no vuelva a nacer hoy en esta Europa. Me asomo a la ventana. Veo pasar a la gente, con prisa. Me digo: no hemos aprendido nada. Anoche vi en la televisión las airadas disputas de economistas europeos, escuché la radio con severas críticas al titular del Banco Europeo por sus anuncios. Leo los diarios: Europa no camina, Grecia, Italia y España en sus últimas oportunidades de salvar a la economía. Dicen que la culpa la tiene Alemania. Alemania sostiene: no tenemos por qué los alemanes pagar todos los desaciertos de los demás europeos. Discusiones, planes. Un momento, señores: ¿y la Lógica? No, la palabra dominante no es la Lógica sino, ¿cómo salvar al euro? Cada economista tiene su plan y nadie se pone de acuerdo. Todos tienen razón y le echan la culpa al vecino. La solución está para ellos en aumentar los impuestos, rebajar los sueldos, dejar cesantes a todos los que empiezan a cobrar. Nadie piensa en cambiar el sistema ni aprender de los fracasos cada vez más seguidos. Pero el problema es que la gente sale a la calle. Y a la pobreza y la desocupación no se las soluciona con palos, rejas y expulsión de extranjeros... ¿Cómo? ¿Y qué pasó con el capitalismo que iba a solucionar todos los problemas por sí mismo?

Alemania, que es el mejor país europeo en lo económico, acaba de anunciar que el Deutsche Bank va a dejar cesantes a 1900 empleados. Pensemos en ellos, mirémosle la cara a cada uno, pensemos en sus familias, en los años perdidos en aprender ese oficio siempre pleno en novedades, el sentirse cómodos de trabajar en una entidad que sólo ha tenido ganancias desde su origen. Y ahora, a la calle. Además, lo irracional e inexplicable de todo esto es que el mismo Banco anuncia que en el último período ha tenido una ganancia neta de 9000 millones de euros. Pero como en el anteúltimo período tuvo una ganancia mayor, de 13.000 millones de euros, entonces se llegó a tomar la decisión de las cesantías de casi dos mil empleados. No hay una explicación ética para esta medida. Porque la menor ganancia no la tienen que pagar los empleados, más cuando los altos ejecutivos ganan sueldos de pura fantasía.

El verdadero rostro de El Libertador

Bolívar, 1800  Anónimo
Luis Britto García

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Especial para La Página
¿Qué hay en un rostro? En vano frenólogos y fisonomistas intentan adivinar la personalidad a través de los rasgos físicos o viceversa. A pesar de toda la pretensión cientificista de Lavater y de Lombroso, la exterioridad no revela la interioridad. Hay sin embargo caras que arrebatan. Basta el amor para que una faz nos deje suspendidos. Quizá unos rasgos nos encantan porque nos recuerdan otros. Posiblemente reelaboramos las facciones que vemos para ajustarlas a algún arquetipo desconocido que nos apasiona.

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Antes de la invención de la fotografía, todos los retratos tenían un valor agregado imaginario. Basta seguir a través de los siglos las modificaciones del rostro de un mismo personaje acuñado en las monedas para comprender que este imaginario pasaba de la modificación a la falsificación. A falta de datos la iconografía inventó un Jesucristo rubio y un Cristóbal Colón de mil caras. También tenemos imágenes de Bolívar que lo representan gigante, y el bajorrelieve de Barre que lo plasma en las monedas como emperador romano, y copias de copias de Tovar y Tovar y Arturo Michelena y Tito Salas sin más valor que el chisme iconográfico.

La crisis del régimen en España / Deterioro progresivo, caída de sueldos, mala calidad de la educación y sanidad, desigualdad, desempleo...

Alberto Garzón Espinosa

Especial para La Página
El sistema político español está padeciendo una crisis de enorme envergadura que se manifiesta en múltiples y muy variadas formas, si bien la mayoría de ellas se pueden sintetizar en la creciente y acelerada desafección sobre los representantes y las instituciones políticas. Este particular sentimiento antipolítico pareciera haberse instalado de forma sólida en nuestra forma de pensar colectiva.

No obstante, los trabajadores españoles, junto con todos aquellos que desean serlo y no pueden, revelan a través de sus opiniones y acciones que están hartos de un problema estructural más que de uno puntual. El movimiento 15M ya puso con claridad esta cuestión encima de la mesa: no se reclamaban demandas concretas en una determinada coyuntura sino que la acción era sencillamente elevar un grito de frustración en relación al contexto socioeconómico en su conjunto. El objetivo era refundar el mundo reuniéndose en las plazas donde se construirían los mapas y las guías con las que lograrlo. Se trataba de un bello estallido espontáneo, emocional e incontenible que ponía en cuestión todo el orden establecido.