“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

11/4/17

Inmigrantes y refugiados en la época de la geoeconomía política

Gonzalo Díaz Letelier
El economista egipcio Samir Amin, en su libro de 1973 «El capitalismo periférico»,[1] advertía que la “globalización” –moderna expansión o mundialización del capitalismo– implica, en el ámbito de las relaciones sociales, políticas y económicas internacionales, una lógica de producción de desigualdad entre las partes (centrales, semiperiféricas y periféricas) integrantes del sistema-mundo.[2] El sociólogo e historiador estadounidense Immanuel Wallerstein, por su parte, propone una matriz de análisis historiográfica de la transformación de los sistemas sociales político-económicos que va de los mini-sistemas hasta los sistemas-mundo. De acuerdo a esta matriz tenemos primero los mini-sistemas (únicos sistemas hasta el 8000 a.C.) –cuya definición antropológica se ha hecho en términos de “bandas” y “tribus”–, que implican en cada caso una sola estructura política, una economía con una división del trabajo a pequeña escala y una sola cultura; y luego tenemos dos tipos de sistemas-mundo (desde el 8000 a.C. hasta hoy), “imperios-mundo” y “economías-mundo”, que respectivamente implican mundialización política y mundialización económica. El “imperio-mundo”, bajo una estructura política y una estructura económica, integra múltiples culturas y es un sistema donde la economía está dominada e integrada por una sola clase política; la “economía-mundo”, bajo una estructura económica, integra múltiples estructuras políticas y múltiples culturas, es un sistema donde las clases políticas están integradas dentro de una sola economía.[3]