“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

23/11/14

Los orígenes de la Inquisición en Hispanoamérica

Esteban Mira Caballos
Desde los primeros años de la Colonización la Corona se preocupó por el control de la emigración a las Indias con vistas, por un lado, a reservarse para sí el monopolio de las riquezas del Nuevo Mundo, y, por el otro, a impedir la entrada de judeoconversos y personas de dudosa moral que diesen mal ejemplo a los indígenas. El cumplimiento y ejecución de tales leyes se controló desde un principio por la Casa de la Contratación de Sevilla, institución que desde 1509 recibió la orden de registrar a todos los pasajeros que se embarcaban para las Indias, limitando el tráfico a una serie de grupos de excluidos como los extranjeros, los herejes y los no católicos. Sin embargo, esta legislación prohibitiva no fue suficiente para evitar que los jurídicamente apartados pasasen a las Indias sin excesivas dificultades, como lo demuestran las altas cotas de emigración ilícita.

En relación a los judeoconversos las prohibiciones se repitieron en numerosas ocasiones: 1501, 1509, 1514, 1518, 1526, 1534, 1539, etc. Tan sólo hubo una excepción que duró legalmente entre 1511 y 1513 en la que se les autorizó a permanecer en América un máximo de dos años. Sin embargo, pese a la legislación prohibitiva pasaron muchos judeoconversos a las Antillas en las primeras décadas de la colonización. Así, en 1517 los Jerónimos en una carta dirigida al Cardenal Cisneros le informaron de lo numerosos que eran los herejes y conversos que allí habían llegado "huyendo de la inquisición". Incluso en 1526, en un juicio sobre unos conversos que habían ejercido oficios públicos, se declaró que había otros muchos en la Española que usaban los oficios públicos y reales.

Walter Benjamin y los dos paradigmas de la teoría crítica

Dos Puertas ✆ Hyun Mi Yoo
José Luis López de Lizaga
Este artículo presenta la figura de Walter Benjamin como un punto de conexión entre los dos grandes “paradigmas” de la Teoría Crítica que representan Adorno y Habermas. En la teoría del lenguaje de Benjamin están anticipadas tanto la teoría del conocimiento de Adorno como la idea de una interacción social libre de dominación que constituye el núcleo de la teoría sociológica de Habermas. El artículo apunta la posibilidad de tender puentes, a partir de la obra de Benjamin, entre la obra de estos dos autores.

1. Los dos paradigmas de la teoría crítica

Hablar de la “Escuela de Frankfurt” no deja de ser un tanto impropio. En Frankfurt no hubo una “Escuela”, sino un instituto de investigación que reunió a pensadores y sociólogos con intereses muy diversos. Naturalmente, existían afini-dades entre ellos: una orientación marxista, un proyecto común caracterizado por Horkheimer como “filosofía social” en el texto fundacional de la teoría crítica1. Un destino común también: todos ellos emigraron (o murieron) tras la toma del poder  por Hitler.