“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

8/7/12

Poeta imprescindible de Nuestra América / Los versos de Neruda

Daniela Saidman

La tierra latinoamericana se dibuja en los versos del poeta chileno como un incendiado abrazo que es capaz de iluminar el futuro. En un espiral de humo, como ecos del fuego, tocaban el cielo las incendiadas palabras del hombre que acababa de morir. La casa que había bautizado como La Chascona, que en quechua significa despeinada, como el poeta llamaba a su Matilde, fue víctima de la violencia que tantas veces demostraron los militares chilenos durante la dictadura, que a lo largo de diecisiete años destrozó a su pueblo. Los libros ardían, como si con ellos hubieran podido quemar la esperanza.

Pablo Neruda (Parral, 12 de julio de 1904 - Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973) dejó su residencia en la tierra apenas doce días después del Golpe de Estado contra Salvador Allende, pero su palabra amorosamente militante sigue pronunciando la vida.

Por televisión, Neruda había visto las llamas destruyendo La Moneda, los tanques disparando por las calles de Santiago, y por emisoras radiales argentinas escuchó las narraciones que describían cómo los cadáveres se deslizaban rumbo a la desmemoria, por el río Mapocho. Se inauguraba en Chile el terrorismo de Estado, el impuesto silencio de la muerte a destiempo y del olvido obligatorio. Pero no consiguieron acallar su voz, porque Neruda vibra, desde siempre y para siempre, en la valentía con que los pueblos de Nuestra América construyen el imprescindible futuro que viene, el que nace de las entrañas de la tierra adolorida y sembrada de amores.

Geopolítica de las luchas

Colletivo Uninomade

Dentro de todas estas luchas, de los indignados a las primaveras mediterráneas, se expresa al contrario una riqueza de lo común, de la inteligencia colectiva, que salta a los ojos incluso en la observación sociológica de los perfiles de quienes protestan en las calles, las ocupaciones, los experimentos de resistencia pero también de reapropiación que se mueven en la crisis

1. La fractura del espacio europeo

En busca de la estrategia de salida. El ritmo de las transformaciones se acelera, y, al mismo tiempo, rompe cualquier linealidad: la governance financiera parece cada vez más un complejo de dispositivos fragmentados, de intentos de estabilización que puntualmente terminan por reafirmar la turbulencia constitutiva de la crisis. Dentro de este marco, la tentación de aceptar un simple rol de cartógrafos, de archivadores de la complejidad del presente, podría ser muy fuerte.

Italiano
La “fragmentación”, la “complejidad” son datos indiscutibles de nuestro presente: el riesgo es que se están transformando en un mantra tanto para las prácticas teóricas como para las luchas. La previsión debe armonizarse, no sin cierta audacia, en un intento de mirar más allá, en la individualización de las líneas de fractura dentro de las que se mueven las luchas, en la experimentación de los dispositivos de recomposición posibles, en la elaboración de propuestas programáticas.

El Foro de São Paulo y la izquierda latinoamericana hoy

Emir Sader

Desde su primera reunión, en 1990, en São Paulo, el Foro de los partidos de izquierda de América Latina – que lleva el nombre de la ciudad donde se reunió por primera vez–, el Foro de São Paulo ha pasado por diferentes etapas, hasta este encuentro en Caracas, de forma paralela a la trayectoria de la izquierda latinoamericana.

Português
1990 fue el año del lanzamiento del Consenso de Washington, expresión programática del neoliberalismo y de su “pensamiento único”. Se sentían tan seguros y victoriosos, al punto que las fuerzas neoliberales codificaron su triunfo en normas obligatorias “para cualquiera gobierno serio”. En la propia América Latina encontraron eco en la derecha radical de Pinochet, en la socialdemocracia chilena, brasileña, venezolana, pasando por los nacionalismos peronista en la Argentina y del PRI en México.

Las fuerzas de izquierda, en los planos social, político e ideológico, se encontraban a la defensiva, resistiendo a la avalancha neoliberal, que detentaba la hegemonía en el continente y los gobiernos de prácticamente todos los países. El Foro de São Paulo era un espacio de resistencia, de denuncia, pero también de formulación de alternativas.