“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

18/5/07

Si renuncio, ¿me perdonará usted mi teniente coronel Chávez?, ¿si? ¡por favor, le prometo que...

Foto: Marcel Granier
Para Esteban Trapiello

Se necesita mucha desvergüenza para pedir cacao como lo está haciendo Marcel Granier, prácticamente para invocar perdón. Marcel Granier no está haciendo en realidad un gran esfuerzo para hablar como lo ha hecho, porque piensa que el presidente Chávez es el bolsa que ellos creen que es, que en un arrebato de piedad pueda parar a última hora la decisión ya irreversible de no renovar la concesión a RCTV, por el vencimiento del término. Granier cree que Chávez es un estulto, que le va a creer que si renuncia a la junta directiva de la empresa, colocarían a Eduardo Sapene o a Eladio Larez y ya!

Para obtener el perdón, quien lo invoca tiene que antes haber hecho un profundo y creíble acto de contrición con el anexo del propósito de enmienda de los errores cometidos. ¿Creen ustedes que esto será posible? ¿Creen ustedes que esta alma en pena pueda salvarse de la quinta “vasija grande de metal, redonda y poco profunda” que arde eternamente en el infierno?

De las amenazas han pasado a la solicitud de clemencia, cuando han recurrido y agotado todas las instancias, inclusive el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), quien ha confirmado la sentencia: no se va a renovar la concesión para que RCTV pueda seguir operando.

Han recurrido además, a todos los expedientes para ablandar la conciencia del pueblo, han tratado de removernos los sentimientos y han implorado que recordemos el año de 1953, cuando por primera vez le fue expedida la licencia para que la familia Phelps pudiera operar una estación de televisión. Y en cierto modo lo han logrado y veamos por qué: En 1955 yo llegaba a Caracas por segunda vez en mi vida. Todavía tenía fresco el recuerdo de mi primer viaje a la capital de la República en agosto de 1950. Estaba recién inaugurada una bella urbanización que inicialmente llamaron Coche y después, Carlos Delgado Chalbaud y en la que vivía mi tío Pablo Pérez López, sólo que estaba en aquellos años muy lejos de Caracas. La novedad era la televisión y su nombre era Radio Caracas Televisión.

Pero por más que trato de evocar las cosas amables que hubiera podido ver en esa televisora, no recuerdo nada digno de destacar, sólo sé que estaba allí y que mi tía Ludovina derramaba lágrimas al ver las novelas que ofrecían en su programación, nada más.

Pero recuerdo con nostalgia, hoy, más de medio siglo después, una memorable película que tuve la suerte de ver en aquella época y que en buena medida ha marcado la perspectiva con la que siempre vi la vida: “El Salario del Miedo” (Le Salaire de la Peur), protagonizada por Yves Montand, dirigida por Henri-Georges Clouzot y basada en la novela homónima de Georges Arnaud. Esta película narra las aventuras y desventuras de un grupo de hombres que habían sido contratados para transportar en un camión una carga de nitroglicerina, que como se sabe puede estallar al menor descuido. ¿Cómo es posible que un grupo de hombres se jueguen la vida por un salario, que no sólo provoca miedo, sino que por más generoso que sea no bastaría para sacarlos de la vida miserable en la que están sumidos? Bueno, esta es materia de reflexión que abordaremos en otra oportunidad.

Pero ha pasado el tiempo, los dueños y administradores de esa estación de televisión han llegado a una situación que se ha tornado irreversible, y deben aceptar que todo ha terminado. Aquí no se trata de un atentado contra la libertad de expresión, que hoy más que nunca está garantizada, sino que simplemente la concesión no será renovada. Así de sencillo.

Marcel, prepara tus maletas. En Venezuela no has encontrado la solidaridad que has implorado para que apoyen a tu empresa, ni en el exterior tampoco. La puntilla que faltaba, luego de la decisión del TSJ vino de José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, quien declaró:
“…el único problema que hay es que en Venezuela, como en muchos otros países, el Estado tiene la autorización para asignar y renovar las concesiones televisivas… …más allá de la opinión que a mí me merezca, este tema será resuelto legalmente dentro de Venezuela. Hay toda una discusión política sobre si la concesión venció o no venció... …pero, otra cuestión es si las concesiones tienen que ser indefinidas o no, si pueden ser retiradas y de qué manera tienen que ser asignadas… …más allá de mi opinión, ningún país ha tratado este tema en el consejo de la OEA y en la medida en que ningún país lo ha planteado ni en la OEA …ni en ninguna parte, difícilmente los organismos internacionales puedan hacer algo".

El próximo 28 de mayo comienza una etapa auspiciosa para Venezuela, una nueva experiencia se pondrá en práctica. Ya veremos los resultados, que no dudo en afirmar que serán muy satisfactorios.