“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

28/2/09

Me gusta la CIA, ahora "pide cacao"



Quien lo iba a creer, que una banda de asesinos declarados, que tenían autorización hasta de asesinar a jefes de Estado, ahora se ha convertido en una Academia, cuyo fin más importante sería el de estudiar el comportamiento económico de los países de la periferia imperial, lo cual quedaría evidenciado en el diario informe que le envían al presidente de los EE.UU. En la primera conferencia de prensa de León Panetta, el miércoles 24, el nuevo jefe de la CIA, se estrenó con una declaración de lujo, muy bien pensada y ponderada, en la que afirmaba, con la autoridad que le daban los largos años de ejercicio en la actividad política y como jefe del escuadrón siniestro, que según se desprendía de las averiguaciones que había hecho, “…la inquietud particularmente envuelve a Argentina, Ecuador y Venezuela", en lo que concernía al desempeño económico de estos países.

Como el gobierno argentino pegó el grito en el cielo, rápidamente el señor Panetta se apresuró a aclarar, dos días después, según lo reporta el diario Página 12 de Buenos Aires , que “Lo que dije no representa la posición del gobierno de Estados Unidos, pero tampoco la mía personal, […]  sólo había comentado la opinión que le transmitió un funcionario latinoamericano […] Estados Unidos tiene y quiere mantener una buena relación con la Argentina y no hay explicación para el error que cometí. Me preguntaron de qué países me habían hablado y respondí sin pensarlo.” Fue más lejos, en la conversación sostenida con el embajador argentino en los EE.UU., Panetta, “le dijo que quería pedirle disculpas a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”. Evidentemente llamó al embajador Héctor Timerman para “pedir cacao”.  

Se me ponen los pelos de punta por las revelaciones de este incidente. Siempre habíamos tenido a la CIA como un organismo muy frío, analítico, despiadado, etc, etc. Y ahora nos vienen con el cuento de que se equivocan en las apreciaciones; que las opiniones del jefe de la Agencia “se originó en el comentario que había recibido de parte de un misterioso informante extranjero –el jefe de la CIA mencionó a un servicio de inteligencia latinoamericano–, el cual por supuesto no mencionan por su nombre; que las opiniones no son las del gobierno, ni de Panetta, ni de la CIA, sino de “alguien” en “algún lugar” del cual evidentemente no se quiere recordar.

Lo más gracioso es que exculpan sólo a la Argentina, pero se abstienen de decir nada de Ecuador y Venezuela. Seguramente ese informante anónimo de la CIA no volteó para ningún lado y se olvidó también de mencionar a Brasil, Colombia y México, países que tienen augurados serios problemas económicos debido a la crisis económica mundial en curso, según me ha revelado un informante, alguien que me dijo algo sobre algunos por ahí.

No quiero decir que Venezuela será inmune a la crisis económica mundial generada por los excesos naturales del capitalismo moribundo, pero gracias a las previsiones que nuestro gobierno ha tomado desde hace algún tiempo, el golpe será menos doloroso para nuestro pueblo. Y no nos veremos en la penosa situación de León Panatta, la de “pedir cacao”, que en Venezuela es pedir auxilio, socorro, perdón, disculpas, salir derrotado, pedir tregua, siendo estas expresiones en un sentido figurado. De otra parte, “no valer un cacao” es pasar a ser algo nimio, insignificante. El cacao llegó a ser en la época colonial venezolana el producto más importante y prestigioso, llegándose a convertir prácticamente en moneda de curso normal en el país. Al rico de entonces, al mantuano, al oligarca, se le llamada “gran cacao”. Por la lógica evolución de las expresiones lingüísticas, “pedir cacao” pasó a tener diversos significados, por ejemplo, cuando alguien deseaba con fervor tener poder, hacerse de riquezas, que conllevaba la etiqueta de prestigio; también la de pedir ayuda, cuando alguien estaba “limpio” y le urgía hacerse de dinero para resolver alguna situación en la que estaba comprometida.  En lo que atañe a los asuntos políticos, alguien está “pidiendo cacao” cuando el personaje “está en la mala”, porque tiene necesidad volver a la situación que antes tenía.

Un “gran cacao” era en la práctica un banquero, porque el uso del cacao era tan extendido que las mercaderías se negociaban con ese producto. Este era el principal “commodity” de la Venezuela pre-petrolera. Con este término se designan hoy a las materias primas, que son productos que otorgan el derecho del propietario a comerciar con ellos, no para su uso particular, como el trigo, el petróleo, la electricidad; o productos semi-elaborados como la soya, el cobre, la celulosa, la carne vacuna, etc.

Un refrán venezolano dice que “con humo no se asan jojotos” [choclos, elotes]. No bastan los “buenos” deseos del jefe de la CIA para que la economía venezolana se derrumbe. Ya tenemos 10 años oyendo a esos profetas, que nunca pegan una. 

Ejercicio psicológico




Eduardo Alessio me escribe así:

Querido amigo: Veo tu preocupación, tu vena, por la lucha ideológica…, estamos caminando, eso es lo importante y estamos en el rumbo, eso es lo importante y sé que estás allí preocupado, alegre,  enojado, comprensivo, indignado y todos los opuestos. Yo como muy elemental que soy, me agarro de las cosas más simples y trato de realizar un ejercicio psicológico del que te mando un dibujo de mi autoría. Son tantos los momentos en que debemos ver las cosas desde una perspectiva distinta, creo que todo ese mundo de etiquetas, esas clasificaciones, encasillamientos que se trocan en sutiles insultos no deben joder nuestro quehacer revolucionario. Como cazador de otros animales que otrora fui, del que renegué al tomar conciencia del asesino que me habita, trato de ver a los demás no tanto por lo que dicen sino por sus mojones (sus huellas, sus actos), como cuando en el campo perseguía un animal y me lo imaginaba por sus heces.

Te saque de Aporrea, yo también mando algunas notitas a nombre de Eduardo Alessio.