“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/6/12

WikiLeaks, crímenes de guerra y el principio Pinochet

Amy Goodman

Especial para La Página
Esta semana, los esfuerzos realizados por el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, para evitar su extradición a Suecia recibieron un duro revés. La Corte Suprema de Gran Bretaña ratificó la orden de detención que había sido dictada en su contra en diciembre de 2010. Tras anunciar una decisión dividida de 5 contra 2, los magistrados sorprendieron a muchos especialistas en cuestiones jurídicas al otorgar a Assange la posibilidad de apelar su fallo. Es la primera vez que la Corte Suprema de Gran Bretaña otorga la posibilidad de reconsiderar un fallo en más de diez años. 

El último precedente es el famoso juicio de extradición del ex-dictador chileno, Augusto Pinochet. El fallo contra Assange fue dictado a pocos días de que se cumplan dos años del arresto del soldado Bradley Manning en Irak, por haber presuntamente filtrado a Wikileaks miles de documentos confidenciales del gobierno estadounidense. Ambos casos nos sirven para recordar que, en la mayoría de los casos, mientras los denunciantes sufren, los criminales de guerra se salen con la suya.

Al descubierto la puerta trasera en circuitos integrados de uso militar

Hoy en día es complicado encontrar un sistema electrónico que se haya construido mediante lógica discreta, es decir con circuitos integrados que contienen puertas lógicas o biestables, sino que por regla general se suelen abordar los diseños utilizando una buena parte de dispositivos electrónicos programables, ya sean microcontroladores o dispositivos lógicos programables, como las FPGAs. Una de las ventajas de utilizar este tipo de dispositivos es es mucho más complicado realizar ingeniería inversa puesto que hay que averiguar la programación del dispositivo y si, además, pasamos al ámbito de los circuitos electrónicos de ámbito militar, la protección del hardware contra este tipo de prácticas es mucho mejor. Hasta ahora, ésta siempre ha sido la tesis que se había manejado para los chips para aplicaciones militares, sin embargo, un investigador de la Universidad de Cambridge ha publicado unas notas relativas a sus investigaciones en el ámbito de la seguridad del hardware que vienen a tambalear estos cimientos puesto que, según indica, ha descubierto puertas traseras en algunos circuitos integrados que son utilizados en aplicaciones militares de Estados Unidos.

La redondez del recuerdo en la vida de Vittorio Segre

Juan Forn

La parte más difícil, desde que mi madre se quedó ciega del todo, es cuando me dice, o se dice a sí misma: “No veo el momento en que se me pase de una vez este problema en los ojos”. La otra parte, en cambio, es mágica. Cuando acepta que nos sentemos afuera, si el clima da, y cerremos los ojos y adivinemos los sonidos a nuestro alrededor (“¿Oís los pajaritos? ¿Oís el mar? No, eso es el viento. Tratá de oír atrás del viento”), o cuando me deja ponerle un concierto en la radio, en lugar de Hanglin, y acepta a regañadientes la consigna: que deje a su mente vagar. Siempre trae algo extraordinario de esas derivas mentales. Ayer, cuando me senté a tomar el té con ella (la dejo sola mientras escucha el concierto, es una ceremonia privada), me preguntó si me acordaba de Vittorio Segre, lo que me lleva a pensar que se pasó a Hanglin en cuanto me fui y estuvo escuchando por radio el escándalo del mayordomo del Papa, porque Vittorio Segre, para ella, es sinónimo de bambalinas vaticanas. La historia es así: el padre de Segre estaba muriendo de cáncer de garganta en su casa de Turín cuando su esposa le envolvió el cuello en unas medias blancas de mujer. El cura había traído esas medias. Pertenecían a la hermana Pasqualina, una monja que había sido ayuda de cámara del papa Pacelli y que se decía que obraba milagros. El padre de Segre por supuesto murió, a pesar de las medias de la hermana Pasqualina, y lo que venía a continuación era la parte que a mí más me había fascinado de su relato.

Los últimos días de Pablo Neruda

Pablo Neruda @ Andrés Alvez 
Reseña del libro “Sombras sobre Isla Negra” de Mario Amorós, quien investigó las causas de la muerte del poeta

Enric Llopis

Le dijo Pablo Neruda a su esposa Matilde Urrutia en el lecho de muerte de la clínica Santa María, en Santiago de Chile: “Están matando a gente, entregan cadáveres despedazados. La morgue está llena de muertos, la gente está fuera por cientos, reclamando cadáveres. ¿Usted no sabía lo que le pasó a Víctor Jara?, es uno de los despedazados, le destrozaron sus manos… ¿Usted no sabía esto? ¡Oh Dios mío! Si esto es como matar a un ruiseñor, y dicen que él cantaba y cantaba y que esto les enardecía”.

Foto: Mario Amorós
Neruda falleció el 23 de septiembre de 1973, doce días después que el general Pinochet y una parte del ejército, con el apoyo de la alta burguesía chilena y los Estados Unidos, perpetrara la asonada fascista que marcaría la realidad de Chile hasta hoy. A reconstruir los últimos días del poeta dedica el periodista e historiador, Mario Amorós, el libro “Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo Neruda”, recientemente publicado por Ediciones B-Chile, y presentado esta semana por el Intitut d’Estudis Polítics d’Esquerra Unida del País Valencià (EUPV-IU).

Las incógnitas y las sombras planean sobre la muerte de Neruda. Oficialmente, según la versión sostenida por la dictadura militar y avalada por la Fundación Pablo Neruda, el autor de “Canto general” y “20 poemas de amor y una canción desesperada” murió por un cáncer de próstata en fase terminal. Pero se trata de una explicación muy cuestionada desde el primer día por gente muy cercana al poeta. Matilde Urrutia, su viuda, siempre negó (desde la entrevista que le realizó el diario “Pueblo” en 1974”) que su marido pereciera por el cáncer. El eminente urólogo que atendía al escritor le confirmó esta tesis.