“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

6/3/15

En memoria de Hugo Chávez

Alan Woods   |   Dos años han pasado desde la muerte de Hugo Chávez. Su muerte, como escribí en su momento, fue una gran pérdida para la causa de la libertad, el socialismo y la humanidad. Yo lo había conocido durante casi diez años y tenía un enorme respeto por su valentía, honestidad y dedicación a la causa del socialismo. Por esto se ganó el odio de todas las fuerzas de la vieja sociedad: los banqueros, los capitalistas, los defensores de la desigualdad, la explotación y la opresión, los imperialistas, la CIA y, por supuesto, la llamada prensa libre, que es sólo el portavoz servil de estas fuerzas. La campaña mediática de desprestigio en contra de Chávez no tenía precedentes en la historia moderna. En consecuencia, era difícil para la gente de otros países poder formar una impresión veraz de él. Incluso socialistas y comunistas en Europa occidental durante mucho tiempo se dejaron influenciar por este aluvión de mentiras descaradas.

Lo que estas señoras y señores nunca pudieron entender fue la intensa lealtad, amor y afecto que él inspiró en las masas venezolanas, que lo adoraban. Esta era la otra cara de la moneda del amargo odio de las clases poseedoras. En esencia, esta polarización extrema de actitudes era un reflejo de la polarización de clases en la sociedad concentrada en una sola persona.