“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/1/17

Urnas y calles: Lenin electoral — I

La situación política es más fuerte que todas las declaraciones” — Lenin, 1906
Lenin y la manifestación ✆ Isaak Brodsky

 Nicolás González Varela

El tradicional culto a Lenin, un poco en decadencia, en el mejor de los casos reduce caricaturescamente su figura al heroico bronce de la insurrección armada, los coches blindados y las bayonetas de los fusiles Mosin-Nagant. El Kul’t lichnosti además de servir de legitimación y consolidación del regimen de Stalin trajo como efecto secundario una reducción y mutilación del Lenin político, ya no podíamos comprenderlo en su dimensión completa, en su práctica materialista-histórica, en su “concretidad”. Hablar de las elecciones, del parlamentarismo en relación con el pensamiento de Lenin parece un equívoco, un oximorón o el intento de construir una relación extraña. Tanto la Leninología como la mayoría de los biógrafos (desde hagiógrafos a críticos) raras veces mencionan la actividad electoral revolucionaria de Lenin, mucho menos describen o analizan su táctica parlamentaria y su “uso” del mecanismo representativo de voto burgués. Queda poco espacio para la política electoral en el monumental Lenin insurreccionalista e ingeniero organizativo, salvo como “momento de pausa”, el descanso del guerrero entre la fallida revolución de 1905 y la revolución democrática burguesa de febrero de 1917. Por elevación esta etiqueta-estigma efectúa un ritornello negativo a su maestro Marx por influencia lógica: tampoco en las luchas democrático-burguesas es muy útil su escasa u ocasional contribución. Coinciden en esto todas las tendencias: la Leninología [1], la Sovietología heredada de la Guerra Fría [2] y el Post-marxismo [3] promulgan en que poco tienen que decir sobre rupturas democráticas y participación electoral tanto Marx como Lenin. El Lenin electoral es un lapsus accidental, [4] un interregno secundario entre la lucha por el control del partido y la conquista del poder. El Lenin electoral es una mera máscara del auténtico Lenin “conspirador-de-facción-insurreccionalista”.