“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

9/1/17

Ha muerto Zygmunt Bauman

Zygmunt Bauman ✆ Carlos Latuff
Con Zygmunt Bauman se apaga una de las voces más críticas con la sociedad contemporánea, individualista y despiadada, a la que definió como la “modernidad líquida”, aquella en la que ya nada es sólido. No es sólido el Estado-nación, ni la familia, ni el empleo, ni el compromiso con la comunidad. Y hoy “nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”. Esa voz sonó lúcida hasta el fin de sus 91 años. Escribía uno, dos y hasta tres libros al año, en solitario o con otros pensadores, pronunciaba conferencias y respondía a los periodistas en entrevistas en las que había que elegir muy bien las preguntas porque las respuestas se extendían muchos minutos como en una sucesión de breves discursos. Esos sí, muy sólidos.

Michelangelo Antonioni, Federico Fellini y Pier Paolo Pasolini: Tres cineastas italianos de culto

Pedro García Cueto
La incomunicación en el cine de Antonioni
La obra de Michelangelo Antonioni sigue siendo, para muchos cinéfilos, una de las más valoradas del cine italiano. Nos hallamos ante un cineasta que ahondada en la incomunicación del ser humano, a través de imágenes de singular belleza. Obra de culto, sin duda, la de Antonioni, porque su cine es moroso, con escenas lentas, que exigen del espectador una especial paciencia y que nos llevan a considerar sus películas como esenciales en nuestro universo cinematográfico.

El director italiano nació en 1912, en Ferrara, un 29 de septiembre. Creció en un ambiente intelectual donde imperaba el fascismo italiano. Pero pronto el director se aleja de esto, interesado por el cine. Le acompañan en esa singladura que comenzó en los años treinta, la sólida amistad de Giorgio Bassani y la del filólogo Gianfranco Caretti, ambos del círculo literario de Ferrara, hombres que ya van abriendo la senda de la cultura en la ciudad italiana en un período tan difícil como el anterior a la Segunda Guerra Mundial. Antonioni va a ser también un crítico cinematográfico de prestigio en revistas como Corriere Padano, Cinema, Italia Libera y Bianco e Nero.

Ricardo Piglia, el escritor que enseñaba a leer

Ricardo Piglia ✆ René González
Juan Forn

En el tedio de las siestas de verano, todas las persianas bajas, toda la casa en silencio, un chico de tres años observa desde la penumbra a su abuelo sentado en un sillón, inmóvil, concentradísimo en el libro que sostiene en las manos. Al nieto le gusta copiar todo lo que hace el abuelo, así que arrima una silla a los estantes de la biblioteca, saca un tomazo y va a sentarse en los escalones de la puerta de su casa, con el libro abierto sobre las rodillas y la misma expresión de su abuelo. La casa queda a una cuadra de la estación de Adrogué. Cada media hora pasan por la calle los que bajan del tren. A la hora de la siesta son pocos, en ese verano de 1943. Uno de ellos, el único que repara en él, frena su marcha, le muestra sin decir palabra al chico que tiene el libro al revés y sigue su cansino camino. En 1943, la familia de Borges todavía pasaba los veranos en el Hotel Las Delicias de Adrogué. De manera que ese pasajero que le enderezó el libro al chico bien pudo ser ya sabemos quién.