“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

16/1/09

Israel es una sociedad de sádicos y psicópatas

 Propongo la creación de “Psiquiatras sin Fronteras”



Mientras el mundo entero está conmovido por la tragedia que significa la masacre de pueblo palestino en Gaza, cuyas bajas más significativas de los “combates” son centenares de niños y adolescentes víctimas de los bombardeos indiscriminados, horrendas imágenes que burlan el bloqueo informativo de la gran prensa y que llega hasta nosotros, en Israel se permiten las burlas más macabras con estos sucesos infames.

En efecto, en un programa que se transmite por una canal de televisión en Israel llamado “Eretz Nehederet” (Un país maravilloso) se burlaban entre risas, entre otras cosas, de la cantidad de muertos que el ejército y la aviación israelí habían causado en Gaza, cuyo conteo lo iban mostrando como si tratara de un partido de básquetbol y de las explosiones que causaban una mortandad en las guarderías infantiles, las que debían mostrar letreros en hebreo sobre los techos para que ellos pudieran identificarlas como tales. Lo paradójico es el mismo nombre del programa, que no tiene nada que ver con la realidad, porque lo que están haciendo en Gaza lo contradice.

En Israel se “cagan de la risa” por las masacres que cometen contra la población civil indefensa, el tema del presunto holocausto es algo prohibido, tabú, no se puede hablar del asunto porque supuestamente es algo “muy doloroso” y la sola mención del término debe hacerse con tono respetuoso y sobrecogedor. Según estimaciones de las encuestas, —manipulables aquí y allá y más en tiempos de guerra— cerca del 90% de la población apoya estas acciones criminales, con lo que restaría una minoría mentalmente sana, que sea posiblemente la que en el futuro salve de la destrucción al estado de Israel.

Pretenden los cabecillas de esta banda criminal —que es en lo que han convertido a sus fuerzas armadas— sobrevivir en un mundo que le es hostil, tratando de acabar con la vida de todos sus vecinos para apoderarse de unas tierras que no les pertenecen. Adentrándonos en el siglo XXI la dirigencia israelí pretende resolver un problema que ellos y sus protectores crearon, aplastando la resistencia del pueblo palestino, el mismo que expulsaron de sus tierras ancestrales. Para ello recuren a los más crueles métodos de guerra que son ejecutados sin chistar por miles de jóvenes que en el mañana sólo les quedará el amargo recuerdo de lo que hicieron. Porque se necesita estar bien turbado mentalmente para matar sin resentimientos a niños en sus guarderías, en hospitales. Sólo personas adiestradas para matar como lo hacen es Israel, cuya ferocidad y crueldad son evidentes, pueden permitirse violar los acuerdos internacionales sobre derecho humanitario, arrojando bombas de racimo, con cargas letales de fósforo blanco sobre una población inerme.

Una sociedad, un país, un pueblo —con las excepciones lógicas que hay que suponer— que se solaza, se divierte mientras masacra a otro pueblo, destruyendo casas, hospitales y guarderías infantiles, no puede gozar de una buena salud mental. Los horrores de la guerra son injustificables y en Israel se da el caso atípico que todas estas atrocidades se están cometiendo como parte de una campaña electoral entre la ultraderecha y la recontraultraderecha, cuyo presunto mejor beneficiado sería precisamente el ministro de la “defensa”, Ehud Barak, que si sale bien librado de esta guerra debería terminar sus días en una cárcel en La Haya, sentenciado por crímenes de guerra.

Cuando de problemas se trata no tardan en acudir ciertas organizaciones internacionales, muchas de las cuales sólo actúan con fines lucrativos y otras como instrumento de penetración del Imperio. Ante esta demencia colectiva de Israel bien podría servir de alivio a ese pueblo ser ayudado por alguien, por ejemplo por una organización que se denominaría “Psiquiatras sin Fronteras”.