“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

23/1/16

Charles Sheeler, pintor de Nueva York

Nueva York N° 1 ✆ Charles Sheeler
José María Herrera   |   Ningún aficionado a la literatura puede evocar ciertas ciudades sin conjurar de inmediato el nombre de los escritores que las inmortalizaron. París y Proust, Londres y Dickens o Conan Doyle, Dublín y Joyce, Berlín y Döblin, Ferrara y Bassani, Alejandría y Durrell. La lista podría ampliarse a placer, pues, como proclama Félix de Azúa en La invención de Caín, “toda ciudad es una novela”.

También, claro, Nueva York, aunque en su caso es difícil señalar un título o un autor que destaque sobre el resto. La causa hay que buscarla en el hecho de que su esplendor ha coincidido con un período en el que la hegemonía simbólica no la ha tenido la novela, como en el siglo XIX, sino la fotografía y el cine.