“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

21/11/14

El papel del trabajo en la transformación de la sociedad

Lissy Rodríguez
El trabajo es, desde el principio de los tiempos, el motor impulsor del hombre; lo que desdeñó al individuo de su aspecto primitivo a fin de convertirlo en el ser desarrollado y pensante que conocemos hoy. En El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, Federico Engels afirma, con toda certeza, que el trabajo es “la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre”.

Engels evalúa los pasos decisivos en el desarrollo de la posición erecta del ser humano e insiste en que solo el trabajo estimuló que la mano del hombre hubiera alcanzado “ese grado de perfección que la ha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, a los cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen y a la música de Paganini”. Con el transcurso del tiempo y las diferentes formaciones económicas sociales, el trabajo fue adquiriendo diferentes matices. En la co­munidad primitiva se caracterizó por la labor colectiva y la propiedad común; mientras que, con la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción, en las formaciones siguientes el trabajo se convirtió en fuente de explotación, del esclavo en la sociedad esclavista, el siervo en la feudal, y el obrero en la capitalista.