“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

28/5/13

Los vinos de Montilla son para la meditación

Alberto Coronado

No creo exagerar si defino este vino como uno de los más complejos del mundo. Al margen de gustos personales e incluso de cercanías geográficas, como es mi caso, el amontillado reúne todo el saber y todo el embrujo de la zona donde se produce. No es casualidad que sea un vino de poco consumo tanto dentro como fuera de España, porque su modo de elaboración, su enorme personalidad y los tiempos que corren que incentivan el “fast food” -en este caso “fast drink”-lo hacen un vino “difícil” y que suele necesitar más de un acercamiento a él para poder apreciar su esencia. Pero una vez captados todos sus códigos, crea adeptos.

Su elaboración tiene mucho de artesanía, mucho de milagro y mucho de sabiduría. Es un vino que aúna lo más grande del tipo de elaboración del Marco de jerez y de Montilla-Moriles, al sufrir dos tipos de crianza, una primera biológica bajo “velo flor” y otra oxidativa, lo que le confiere una complejidad única.