“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/12/14

Jan Van Heijenoort | El secretario tenaz [traductor y guardaespaldas] de Leon Trotsky

Foto: Leon Trotsky
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Jan Van Heijenoort
Juan Forn
Jan Van Heijenoort tenía un don para la matemática: podía resolver de un golpe de vista ecuaciones con tres incógnitas. Por esa razón recibió beca completa para el Lycée St-Louis de París, pero no fue por eso que se convirtió en secretario, traductor y guardaespaldas de León Trotsky cuando acababa de cumplir veinte años, aunque la situación que enfrentaba Trotsky en su exilio era una suma de incógnitas casi imposible de resolver para una cabeza normal. Como bien se sabe, Stalin expulsó de la URSS a su archienemigo y casi enseguida decidió enmendar el error a su manera habitual: haciéndolo matar. La tarea le demandó casi diez años y buena parte de esa demora se debió a la silenciosa y fiel presencia de Van Heijenoort junto a Trotsky.

“Su apellido es impronunciable, joven. Lo llamaremos Van”, dijo la mujer de Trotsky cuando el robusto muchacho llegó a la isla de Prinkipo, frente a Estambul, en 1932, sin otro equipaje que una máquina de escribir con caracteres cirílicos. Sus únicos pergaminos eran su conocimiento del ruso (aprendido a solas, con un diccionario y un libro de gramática que robó de una biblioteca) y su fidelidad a toda prueba: hijo de un obrero y una criada, Van había abandonado su beca y sus estudios para entregar su vida a la causa. La situación de los Trotsky en Prinkipo era precaria: ningún país quería recibirlos, el gobierno turco les había dado cobijo pero de incógnito. Los Trotsky estaban sin papeles, confinados en esa isla con custodia policial.