“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

3/5/13

¿Qué tenía en su cabeza Albert Einstein?

Albert Einstein
✆ Hanoch Piven 
Juan Forn

Un auto cruza Estados Unidos de costa a costa. En él viajan dos hombres y el cerebro de Einstein. El que maneja no importa; es sólo el chofer en esta historia. El que va sentado a su lado se llama Thomas Harvey, tiene ochenta años y fue el médico forense que hizo la autopsia de Einstein. Su destino es Berkeley, California, el lugar donde vive Evelyn Einstein, la nieta o quizá hija del gran científico (en los papeles figura como adoptada por Hans Albert, el primogénito de Einstein, pero dice la leyenda que en realidad era la hija de la vejez del genio). Evelyn es desprogramadora de sectas, pero Thomas Harvey no lo sabe, ni le haría diferencia: lo único que le importa es decidir qué hacer con el cerebro de Einstein. Lleva cuarenta y cinco años de celosa custodia y sabe (no hace falta ser forense para notarlo) que no le queda mucho más tiempo de residencia en la Tierra. Por eso ha aceptado el ofrecimiento del joven periodista que maneja a su lado y se deja llevar en coche de un extremo al otro de Estados Unidos, para decidir el destino de los dos tupperwares que van en el baúl.

Matar el mensajero

Foto: Gustavo Márquez  
Gustavo Márquez Marín

Especial para La Página
En la antigüedad existía la costumbre de azotar o matar al mensajero portador de malas noticias, especialmente cuando se trataba de derrotas militares. Cada vez que en los últimos 14 años la derecha venezolana ha sido derrotada por los revolucionarios, ha tenido una conducta similar, al  pretender deslegitimar al Poder Electoral y al Sistema de Votación Automatizado que nos dimos los venezolanos  con gran esfuerzo y eficiencia,  para garantizar la participación masiva y el respeto irrestricto a la voluntad soberana del pueblo, de la cual el CNE solo actúa como su mensajero.

Con la automatización de la votación y de los escrutinios, mediante la aplicación de sistemas informatizados auditables, supervisados por los representantes de las fuerzas políticas, se obtuvo el reconocimiento del  mundo entero por su confiabilidad y transparencia. Ello permitió pasar la página de la cultura aberrante del “acta mata votos” al darle seguridad y blindar a los  procesos electorales.