“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

16/3/14

La ciencia y las políticas de desarrollo

Mario Bunge  |  Durante la campaña electoral del 2012, el candidato presidencial demócrata, Barack Obama, afirmó que la ciencia y la técnica son “la clave de la economía del siglo XXI”. Su contrincante, el republicano y fanático religioso Mitt Romney, habló de desarrollo económico, profiriendo al mismo tiempo promesas y amenazas de importantes recortes en los presupuestos de ciencia, ingeniería y medicina. Este debate recuerda de hace medio milenio, al comenzar la Revolución científica. Entonces hubo un puñado de gigantes, como Galileo, Huyghens, Harvey y Boyle, que practicaron, renovaron y defendieron la investigación científica frente a las iglesias cristianas, que defendían supersticiones milenarias y, sobre todo, pretendían que la verdad se halla ya hecha en el dogma, mientras que los innovadores sostenían que la verdad se va haciendo a medida que se estudia la realidad.

Desde el punto de vista filosófico, el juicio que la Inquisición entabló contra Galileo fue