Mario R. Fernández | El
mentado economista y académico francés Thomas Piketty, en su libro
El Capital del Siglo 21, analiza
detalladamente fases del capital en siglos anteriores, principalmente en
Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos e incluye algunos otros países desarrollados.
Fundamentalmente, Piketty levanta una crítica a la acumulación de riquezas por
su falta de equidad, que según él ha vuelto a profundizarse en los últimos
años. Este asunto de la falta de equidad en la distribución de riqueza no es,
obviamente no puede ser, novedad para América Latina y África donde la
desigualdad ha sido ampliamente expuesta por muchos críticos, simplemente
desoídos y desestimados, irónicamente, por los mismos medios de comunicación
dominantes que hoy prestan atención y cantan loas a Piketty. Ahora, sin
desmerecer la investigación amplia de Piketty -y de otros muchos economistas,
académicos y periodistas laureados como el merecedores de las loas de estos
medios de comunicación, es de notar que estos críticos han sabido transitar por
un espacio, límite entre lo aceptado y lo no aceptado, evitando siempre una
palabra de más, una expresión más crítica, una implicación obvia, que pudiera
ofender las susceptibilidades de la clase dominante -local y mundial, y su
sistema financiero –este último autor en tiempos recientes del robo más grande
que haya conocido la humanidad y responsable de la transformación de deudas
privadas (de papeles sin valor) a deudas públicas, ahora responsabilidad de los
estados.