“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

15/3/13

Detroit / Así se hundió el ‘Titanic’ del capitalismo en EE UU

  • Al final de esta nota, les mostramos una galería fotográfica de la ciudad de Detroit, que como es obvio ilustra más que las palabras que la anteceden
  • La ciudad de Baltimore está 'preparada' para seguir los pasos de Detroit
E.J. Rodríguez

El ocaso de toda una gran ciudad en pleno corazón del imperio estadounidense. Un antiguo símbolo de su poderío industrial y del “sueño americano” donde hoy, sin embargo, se venden viviendas por el precio simbólico de un dólar, ya que nadie quiere habitar el inhóspito silencio de unos barrios abandonados que no tienen electricidad, ni agua, ni policía, ni escuelas. Porciones enteras de la ciudad han muerto. Otras están agonizando. Otras sobreviven, pero lo hacen rodeadas de un creciente marasmo de solares vacíos y calles abandonadas. Al igual que la calavera de Hamlet, el pulido esqueleto de Detroit nos mira con la sonrisa sardónica de los muertos, como queriendo decir “no os lo toméis a mal, amigos, ¡la economía de mercado es así!”.

Viaje a Detroit, la ciudad fantasma

Marcello Musto
Traducción de Carles Soriano

Un muchacho avanza solitario por el borde de la calzada que une el aeropuerto con el centro urbano. Viste la típica chaqueta deportiva americana, esas que en la espalda, generalmente, llevan vistosamente inscrito el nombre de un equipo de básquet o la bandera de barras y estrellas. Sin embargo, en su chaqueta figura una sola palabra de cinco letras: Black. Me acerco para hablarle y preguntarle noticias sobre el lugar donde estoy. Me contesta, lacónico, que vive aquí desde que nació; que se ha acostumbrado. El escenario donde acontece nuestra conversación es surrealista. Jamás había visto nada igual. Sigo mirando a mi alrededor y me doy cuenta de cuan ciertas son las cosas leídas sobre este lugar. 

Estoy rodeado de un sinfín de edificios abandonados. Viejas fábricas, abandonadas desde hace décadas, con la apariencia de gigantescas ruinas, corroídas por el tiempo y la intemperie.