“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

22/8/16

La ideología de la burguesía en la obra de Auguste Comte

Auguste Comte ✆  Louis Jules Etex
 “El orden y el progreso, que los antiguos consideraban irreconciliables, deben unirse de una vez por todas.”
Ariel Mayo
Es conveniente empezar por el final. Al concluir el capítulo, Zeitlin define así a la obra de Comte: “Toda la doctrina positiva de este pensador es ideológica, en el más estricto sentido del término, y la ciencia nunca logra mucha autonomía en su sistema doctrinario y totalitario. (...) A pesar del homenaje verbal que rinde a la ciencia, prácticamente cada una de sus observaciones se basa no en la experiencia y la observación, sino en valores y sentimientos, y primordialmente en los valores, sentimientos e intereses de la burguesía. No vio, o no quiso ver, que los principios de organización que enunció - sus a priori - estaban enraizados en un contexto sociohistórico específico.” (p. 94).

Para una adecuada comprensión de la obra de Auguste Comte (1798-1857) es preciso tener en cuenta que ella constituyó una respuesta a la Filosofía de la Ilustración y, por ende, a la Revolución Francesa de 1789. Desde el punto de vista comteano, la Ilustración era una filosofía negativa, en el sentido de que los iluministas se dedicaban a criticar el estado de cosas existentes, a negarlo con las armas de la crítica. Por tanto, “debían desacreditarse y repudiarse los principios críticos y destructivos de la filosofía negativa, para poder reemplazarlos por los principios afirmativos y constructivos de la filosofía positiva.” (p. 85). El término positivo constituía la negación filosófica de la destrucción (lo negativo) revolucionaria.

El trotskismo y la teoría de las revoluciones traicionadas — Apuntes críticos

Leon Trotsky ✆ Artof Okan
Joel Arriola
A lo largo de su existencia, la imagen proyectada por el trotskismo a nivel mundial –salvo raras excepciones–, ha sido la de una constante y permanente crítica hacia las direcciones más diversas de los numerosos procesos de movilización colectiva (triunfantes o fracasados) ocurridos en cualquier parte del globo a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. No hay que extrañarse demasiado. El mismo León Trotsky (2002 [1938]) había dicho en un famoso texto, destinado a convertirse en la guía política del movimiento trotskista internacional, que,
"El principal obstáculo en el camino de la transformación de la situación pre-revolucionaria en revolucionaria consiste en el carácter oportunista de la dirección proletaria, su cobardía pequeño-burguesa ante la gran burguesía y la traidora conexión que mantiene con ella en su agonía.
En todos los países el proletariado está sobrecogido por una profunda inquietud. Grandes masas de millones de hombres vienen incesantemente al movimiento revolucionario, pero siempre tropiezan en ese camino con el aparato burocrático, conservador de su propia dirección."
Aquella no era un observación fortuita. Páginas enteras de la producción de Trotsky están llenas de sentencias más severas aún1, y bien podría decirse que aquella célebre fórmula se convirtió, a través de los partidos de la IV internacional, en un verdadero canon ideológico desde el cual se interpretaron las revoluciones y los procesos de movilización colectiva de los sectores subalternos. Desde Trotsky en adelante, raras veces el socialismo y/o las revoluciones no triunfaban por factores ajenos a las direcciones del movimiento, sino ¡porque aquellas direcciones mismas evitaban a toda costa el triunfo!