“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

9/1/12

La tasa Tobin no gusta a todos


El gobierno de Francia, sin adherir formalmente a los conceptos fundamentales de la Tasa Tobin, tiene planeado crear un instrumento parecido sobre transacciones financieras para dar el ejemplo a los demás países europeos, quizá pensando en algo similar a la medida dispuesta por Brasil.

En efecto, Brasil ha decidido frenar la revalorización del real brasileño y a tal fin han gravado con el 2% a los capitales extranjeros destinados a invertir en la renta fija y en la bolsa brasileña. De este modo, tratan de atemperar la fortaleza de su moneda, que hasta hoy acumulaba una subida del 26% contra el dólar estadounidense, a la vez que pretenden “enfriar” la entrada masiva del llamado “dinero caliente” o especulativo, el mismo que entra y sale rápidamente de un país con el objetivo de conseguir un rápido rendimiento. Estos capitales se les llaman también “golondrinas”.

¿Qué es la tasa Tobin?


Con la crisis financiera volvió a ponerse de actualidad la conocida como Tasa Tobin. Este instrumento fiscal debe su nombre al economista James Tobin galardonado con el premio Nobel en 1981. Su idea -denominada después Tasa Tobin- consistía en gravar entre un 0,1% y un 0,25% los movimientos de divisas, con el objetivo de espantar a los especuladores. Nadie querría pagar esa cifra para una operación intradía (con poco rendimiento), pero no tendría inconveniente en hacerlo si su inversión era a más largo plazo. En palabras del propio Tobin, se trataba de “echar arena al aceitado mecanismo de las especulaciones que hacen viaje de ida y vuelta en días o pocas semanas“.

A partir de los años setenta y con la primera crisis del petróleo comenzó la discusión de si convenía más tipos de cambios fijos o tipos de cambio flexibles (flotantes), en un mundo con una creciente movilidad de capitales y dónde la desregulación, las telecomunicaciones y los sistemas informáticos hacían y hacen en cuestión de milésimas de segundo lo que antes podía llevar varios días. En este contexto, las naciones debían optar por uno de los dos modelos cambiarios básicos con sus consiguientes ventajas y desventajas.