“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

20/10/10

No lo puedo evitar: no puedo vivir sin ella

En Amphissa, Grecia Central, otoño de 1977
No lo puedo evitar. Sólo pienso en ella. Su recuerdo no me persigue porque lo tengo instalado a sus anchas en mi corazón, en mi hígado, en todas mis entrañas. Brota a través de mis humores. Ella está allí, muy adentro, por eso mana con tanta facilidad a través de mis lágrimas incesantes.

Ella, mi Amelita, la mujer que amé durante tantos años, me dejó en este mundo sin antes advertirme seriamente de las consecuencias de su partida. Sólo tenía informaciones o referencias que desestimaba, porque nunca pensé que ella iba a morir primero que yo. A ella le aterrorizaba la idea de que estas aspiraciones que yo tenía se cumplieran, pero yo no hacía caso de estas argumentaciones, porque siempre me parecieron absurdas.

No lo puedo evitar. No puedo vivir sin ella. Respirar, comer, andar, ir por aquí y por allá, ¿es vivir? Amelita está en todos los detalles de mi vida,… ¡y son tantos!, todos llenos de amor, porque ella lo derrochó muy ordenadamente. ¿Qué puede llamarme la atención sin pensar que sólo con ella quería vivir este pedazo de vida que me queda?

Ni los viajes, ni el dinero, ni el alcohol, me servirían de algo, porque lo primero los hice con ella; lo segundo jamás me ha sido fácil tenerlo y lo tercero nunca ha sido un buen consejero para mí. Por eso viajar sin que ella esté a mi lado, ya no me es atractivo; hacer dinero a estas bajuras de mi vida es tarea dificultosa y recurrir a las delicias de Baco, no me apetece.

Sólo tengo la certeza de que ella ya no estará físicamente conmigo. Sus frágiles huesos, su carme, sus nervios, están enterrados en un lugar que juntos escogimos, casi como un acto lúdico, para estar juntos “por toda la eternidad”.

Sólo tengo la certeza de la incertidumbre. Ya nada me parece ni cierto ni falso, ni bello ni feo, ni atractivo ni asqueroso, ni lejos ni cerca, ni de día ni de noche. ¿Cuál es el mejor momento? ¡Cualquiera!

Nada puedo hacer sin antes tener su asentimiento, como siempre fue. Pienso entonces, ¿qué hubiera hecho o dicho Amelita? Y como fueron tantos años tejiendo esta red de amor, siempre tengo la certidumbre de su conformidad. Pero ella nunca me dijo que yo iba a sufrir cuando ella muriera, y no lo hizo, no porque estuviera insegura de mi inmenso e intenso amor, sino simplemente porque no quería anticiparme a estas tristezas.

Como no tengo solución para esta situación que estoy viviendo, como no tengo remedios para mis dolores, como no tengo paz con mis angustias, ¿qué debo hacer? De poco o nada me servirían los consejos bienintencionados de los que me conocen, por eso no los pido porque no los necesito.

Mi pena es intransferible. Mientras pueda respirar, en el aire que entre o que salga de mis pulmones estará siempre mi Amelita. ¡Así de fácil!

Con Amelita en Amphissa

En el otoño de 1977, Amelita y yo emprendimos un largo viaje por toda Grecia que nos condujo por islas, caminos y lugares llenos de historia, sembrados de añoranzas previamente digeridas. Fue así como llegamos a Amphissa (Anfisa), lo que era y es hoy una pequeña ciudad de la Grecia central, de aproximadamente 7000 habitantes, y se la recuerda porque anualmente se celebraba allí una festividad muy importante en honor a Baco.

Vista de la ciudad y el valle de Amphissa
En el valle donde se encuentra Amphissa hay grandes olivares, una raíz histórica notable y su riqueza son unas minas de bauxita, cuyo mineral es exportado desde el cercano puerto de Itea, y para ello se atraviesa todo el valle para llegar a las fábricas de aluminio.

Cuando llegamos a Amphissa, el maltrecho Simca 1000 que teníamos sufrió un desperfecto, y lo llevamos a un taller en la periferia de la ciudad. Amelita esperó pacientemente que el mecánico que se encargaba del asunto, terminara. Como me pareció tan curiosa esa forma de presionar, no desperdicié la ocasión y tomé esa –para mí— bella fotografía, donde se puede ver a mi Amelita, de espaldas, sin más alternativa que todo quedara resuelto, para marcharnos y seguir el viaje, nunca planificado, que nos conduciría, quién sabe a dónde.
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Nos dejan, y sin querer, dejamos

Jorge Barbich Duprat

Mirando la foto, donde está Amelita, por supuesto, reconozco su desazón. Da la espalda a los ojos que están a punto de fijarla en una superficie de papel, que al conservarla correctamente, en aquellos años, podría ser vista hasta por futuros antropólogos, esos husmeadores de las próximas ruinas de nuestra civilización.

18/10/10

El Mensaje de García

El heroico general Calixto García

Omar Montilla

I

Cuando los norteamericanos intervinieron militarmente en la guerra que sostenían los cubanos contra España en su lucha por la independencia, se hizo muy popular en Estados Unidos un artículo de prensa que después fue reproducido en forma de revista titulado “Mensaje a García”. Se trataba de un relato dramatizado contando la historia de un teniente llamado Carl Rowan, del Ejército norteamericano. Rowan desembarcó en Cuba de manera clandestina y tenía por misión entregarle un mensaje personal al General cubano Calixto García con el fin de coordinar con los mandos cubanos el desembarco de los efectivos militares norteamericanos en la región oriental de la isla con el fin de “ayudarlos” en la guerra contra España, de la que, de todas maneras, hubieran salido victoriosos.

En esta descarada intromisión, para los Estados Unidos era muy importante poder comunicarse rápidamente con el líder de los insurgentes, que era el general Calixto García. Alguien recomendó al teniente Carl Rowan para que se encargara de tal cometido. A tal efecto se le entregó una carta que a su vez debía entregar personalmente al general García. La historia novelada dice que Rowan tomó la carta y no preguntó: “¿Dónde está García?”, sólo que la tomó en sus manos, la selló en una cartera de hule, se la amarró al pecho, hizo un viaje de cuatro días y desembarcó de noche en las costas de Cuba.


Luego se internaría en las montañas y en tres semanas salió al otro lado de la isla, habiéndola atravesado. Como resultado, hizo entrega de la carta al general García.

13/10/10

Un acontecimiento gastronómico (in)esperado en Choroní

(Pulsar para ampliar)
Hoy me disponía a cumplir la rutina alimenticia a que necesariamente estoy sometido, cuando algo (in)esperadamente sucedió: Mi amiga del alma, vecina y benefactora, Lilia Gámez tocó a mi puerta y me alegró el día, quizá la semana, o...

Traía en sus manos, aún humeante, un extraordinario plato, una especie de minestrón caribeño,  preparado a base de paticas (así, en diminutivo, con amor, como decimos en Venezuela) de cochino [1] deliciosamente acompañado con caraotas rojas [2], trozos de yuca [3], papas y pasta corta, aliñados (aderezados) con la experticia que sólo es posible en estos pueblos de nuestro país, con ají dulce [4], cebolla y onoto [5].

En otra ocasión he escrito sobre otra variante de este plato, cuya base común son las extremidades del cerdo. Aquel plato, preparado por otra amiga del alma, la señora Isbelia Torres, especialista en la confección de este plato, lo preparó siguiendo los usos y costumbres de la región oriental, concretamente el pueblo de Yaguaraparo, Estado Sucre, y fue publicado en mi blog con el título ¡Qué almuerzo! Frijoles con paticas de cochino, y en el mismo describía la laboriosa preparación del mismo.

Ambos platos, que comparten muchos de sus ingredientes, tienen sin embrago grandes diferencias de sabor, textura y presentación, sin que haya posibilidad de optar por uno u otro.

12/10/10

Chirelito, chirelín


Chirelito, chirelito, principito del jardín
ajicito chiquitico, chirriquitico más bien.
Solito tú te apareces, principito del jardín 
picantico, sabrosito, ¿quién te pudo traer, quién? 
Sé muy bien que te respetan, chirelito, chirelín, 
porque no picas por uno, sólo lo haces por cien. 

Chirelito, chirelito, principito del jardín, 
cuidado tengo en tu mata chirelito, chirelín 
porque sólo a tí te mata la terrible paraulata,
que devora tus fruticos y no se pica ¿por qué?

Chirelito, chirelito, principito del jardín
busco a tí alguien afín
busco por aquí, lo he encontrado ¡al fín!
también te llamas Omar, nietecito de postín,
y por doquiera que pasas, todo te suena tintín.

Chirelito, chirelito, principito del jardín,
chiquito, chiquitico, chirriquitico más bien,
sólo sé que te respetan, chirelito, chirelín,
y ya no picas por uno, ¡porque tú quemas por cien!

10/10/10

Los Heraldos Negros

César Vallejo (Perú, 1892-Paris, 1938)

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

9/10/10

"Prefiero morir de pie a vivir arrodillado"

Omar Montilla
¡Viva Zapata!
Esta frase se atribuye al Che, quien en efecto sí la pronunció de una manera espontánea y sin ánimo de atribuirse su autoría. Pero antes que él lo hizo Dolores Ibarruri, conocida mundialmente como “La Pasionaria”, entonces presidenta del Partido Comunista en España quien ciertamente la popularizó en sus discursos durante la guerra civil española y lo hizo literalmente así: "Antes morir de pie que vivir de rodillas".

Pero hay que remontarse un poco más, pues hay quienes afirman que el primero de todos en pronunciarla fue Benito Juárez, ex-presidente de México en el siglo XIX, el cuál citó literalmente: "Es mejor morir de pie que vivir de rodillas".

Sin embargo la generalidad de los estudiosos del tema afirman que fue Emiliano Zapata el autor y difusor de la famosa frase: “Es mejor morir de pie que vivir de rodillas”, que ha sido atribuida de forma errónea a otros autores y revolucionarios, incluyendo a los ya nombrados.

José de San Martín antes de dejar su cargo en Lima, Perú dijo algo parecido: "El enemigo es grande si se lo mira de rodillas" y José Martí: “Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas”.

Augusto César Sandino, el patriota nicaragüense, dijo: "Los hijos de Sandino ni se venden ni se rinden, patria libre o morir, la soberanía no se discute se defiende con las armas en la mano, Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos."

En 1951, en el libro "El hombre rebelde" en el I capítulo "El hombre en rebeldía" de Albert Camus, ya se cita: "Antes morir de pie que vivir arrodillado".

Si no fue una creación original del Che, ¿de quién la tomó? He aquí el gran misterio, pues pudo haber sido por igual de La Pasionaria, de Martí o del mismísimo Zapata.

Esta frase impactante es recurrida cada vez que alguien quiere ratificar un compromiso con la vida, con la revolución. Lo importante es el ámbito histórico en que se pronunció y la persona que lo hizo. Cuando la oigamos, pensemos en todos los revolucionarios dignos del mundo, que se pudieron llenar la boca de emoción, cada vez que la utilizaban para hacer lo mismo con el auditorio.