“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/11/15

Filosofía, feminismo y magia en Alan Moore

Alan Moore ✆ Neil Davidson
Patricia Terino   |   "El hombre es un dios cuando sueña", decía Hölderlin por boca de Hiperión, uno de sus personajes literarios más conocidos. Y Alan Moore comparte esta idea, incorporando además, el concepto de magia (en el más ancestral sentido del término) del que está imbuida toda su obra.

La creación no solo nos equipara a los dioses, sino que nos convierte en ellos. Moore rescata las viejas e inevitables pretensiones humanas de inmortalidad y de trascendencia para plasmarlas en sus obras a través de sus personajes, valiéndose de recursos que a menudo han sido marginados o ignorados por buena parte de la filosofía occidental.

La inmateria de Promethea, el cielo azul de La Cosa del pantano o el erotismo mágico de Lost girls, son solo algunos ejemplos de los intentos de Moore por acercarnos a otros planos de la realidad a través del arte, de la imaginación o de nuestras propias pulsiones y deseos, elementos repudiados en gran medida por el academicismo tradicional como elementos portadores de conocimiento sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea.

Stephen Hawking se pregunta si el capitalismo o la inteligencia artificial condenarán a la raza humana

“Me temo que algunos recurrirán al siguiente silogismo en el futuro. Turing cree que las máquinas pueden pensar. Turing se acuesta con hombres. Por lo tanto, las máquinas no pueden pensar”Fragmento de una carta de Alan Turing, 1952

Foto: Stephen Hawking
Alexander C. Kaufman   |   No deberíamos descartar el poder de la literatura como espejo del futuro. Es decir: muchas obras literarias han sido fundamento o han servido de inspiración para nuestro crecimiento tecnológico y otras, como las de Julio Verne, predijeron avances que no aún no se veían como posibles en el horizonte. Así, mucha literatura de ciencia ficción está basada en la “singularidad”, una hipótesis que sugiere que una computadora, red informática o robot podrían ser capaces de automejorarse recursivamente, esto es: rediseñarse a sí mismos y este ciclo repetitivo podría dar lugar a un efecto que se saliera de nuestro control, como en la historia de Frankenstein: creaciones revelándose contra los creadores, en este caso la raza humana.