Foto: Stephen Hawking |
Alexander C. Kaufman | No deberíamos descartar el poder de la
literatura como espejo del futuro. Es decir: muchas obras literarias han sido
fundamento o han servido de inspiración para nuestro crecimiento tecnológico y
otras, como las de Julio Verne, predijeron avances que no aún no se veían como
posibles en el horizonte. Así, mucha literatura de ciencia ficción está basada
en la “singularidad”, una hipótesis que sugiere que una computadora, red
informática o robot podrían ser capaces de automejorarse recursivamente, esto
es: rediseñarse a sí mismos y este ciclo repetitivo podría dar lugar a un
efecto que se saliera de nuestro control, como en la historia de Frankenstein:
creaciones revelándose contra los creadores, en este caso la raza humana.
Se puede ver un buen ejemplo de esta hipotética singularidad
en la película (altamente hollywoodense) Transcendence,
si bien en un tono altamente exagerado y por momentos inverosímil. Pero no es
sólo en la ficción donde esta hipótesis comienza a perfilarse, pues diversos
científicos destacados han discutido esa idea como una posibilidad futura.
No debe ser especialmente controvertido señalar que vivimos en un momento crucial en la historia humana, que las acciones que en conjunto se tienen (o que los plutócratas y tecnócratas toman) determinarán el futuro de la especie, o incluso si tenemos un futuro en los próximos siglos.
No debe ser especialmente controvertido señalar que vivimos en un momento crucial en la historia humana, que las acciones que en conjunto se tienen (o que los plutócratas y tecnócratas toman) determinarán el futuro de la especie, o incluso si tenemos un futuro en los próximos siglos.
Las amenazas que plantea el cambio climático y la guerra se
exacerban y aceleran gracias a la desigualdad económica que empeora
rápidamente. Los avances exponenciales en la tecnología amenazan con eclipsar
nuestra capacidad de controlar a las máquinas; en lugar de eso, corremos un
riesgo probable de ser controlados o erradicados por ellas. La fábula de la
revelación del monstruo contra su creador parece cada vez más posible, aunque
algunos científicos distinguidos descarten por completo dicha posibilidad.
Pero también otros científicos renombrados e innovadores de
la tecnología han alzado la voz frente a esta crisis y posible colapso. Tal es
el caso del físico Stephen Hawking, quien ha emitido algunas advertencias
últimamente en lo que respecta al futuro de la humanidad. Hace varios años, Hawking predijo que “nuestra única
posibilidad de supervivencia a largo plazo” podría ser “dispersarse por el
espacio sideral” a lo Interestelar.
La crisis climática empeora en lugar de mejorar y aumentan
los avances en la inteligencia artificial, refiere Hawking. Además, junto con
Bill Gates y Elon Musk, el físico ha advertido de lo que el futurista Ray Kurzweil ha
llamado “la singularidad”: el punto en el que la inteligencia de la
máquina supera a la nuestra.
Mientras que Kurzweil ha visto este evento a través de una
lente de la Nueva Era optimista, la opinión de Hawking parece más acorde con
visiones distópicas de ciencia ficción del Apocalipsis del robot. “El éxito en
la inteligencia artificial sería el evento más grande en la historia humana”,
escribió en The Independent el año pasado; “Por desgracia,
también podría ser el último”. Teniendo en cuenta el diseño de sistemas de
armas autónomas y, como le dijo a la
BBC, el hecho de que “Los seres humanos, que están limitados por una
evolución biológica lenta, no podrán competir y serán reemplazados”, la
perspectiva parece escalofriante e inevitable, como en un cuento de Philip K.
Dick o Isaac Asimov.
“El riesgo real con la IA no es la maldad sino la
competencia”, aclaró Hawking en un Reddit fascinante, “Pregúntame cualquier cosa”, en una sesión el mes pasado.
Debido a las limitaciones físicas de Hawking, los lectores publicaron preguntas
y votaron por sus favoritas. De éstas, Hawking ha elegido aquellas a las que
“siente que puede dar respuestas”. En respuesta a una pregunta de primer nivel
sobre la llamada “Conversación Terminator”, escribió: “Una IA superinteligente
será muy buena en el cumplimiento de sus metas, y si esos objetivos no están
alineados con los nuestros, estaremos en problemas”.
Este problema de las metas desalineadas no se limita, por
supuesto, a nuestra relación con las máquinas. Nuestras relaciones económicas
precarias representan una amenaza por separado, sobre todo de cara a la pérdida
masiva de empleos debido a la automatización actual y futura.
Nos gustaría imaginar un futuro donde la tecnología nos
libere del trabajo y la necesidad, el tipo de sociedad que Buckminster Fuller
buscó crear, pero la verdad es que la riqueza y la desigualdad de ingresos,
actualmente en sus niveles más altos en Estados Unidos por lo menos desde la
Edad de Oro, puede determinar un camino muy diferente del que podríamos pensar
en términos de “la Conversación Elysium”.
Algunas preguntas de esta sesión de Reddit a las que el
físico respondió fueron: ¿prevé un mundo donde la gente trabaje menos porque el
trabajo estará automatizado?, ¿cree usted que la gente siempre encontrará en
qué trabajar o fabricará más trabajo para realizar?
Una de las respuestas de Hawking fue:
Si las máquinas producen todo lo que necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas. Todo el mundo puede disfrutar de una vida de lujo y ocio si la riqueza producida por la máquina es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar miserablemente pobre si los propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la riqueza. Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia la segunda opción, con la tecnología avanzando habrá una creciente desigualdad.
Durante décadas después de la Guerra Fría, el capitalismo era
casi una doctrina sagrada incuestionable de la historia, y el mejor de los
mundos posibles. Pero no sólo Hawking ha hablado sobre los catastróficos
efectos que el capitalismo puede generar como motor de la caída humana; también
lo han hecho otras figuras no marxistas como Bill Gates, quien en una entrevista reciente a The Atlantic describió al
sector privado como “ineptos en general” e incapaces de hacer frente a la
crisis climática debido a su enfoque en las ganancias a corto plazo y los
beneficios máximos. “No hay fortuna que hacer”, dijo, en caso de hacer frente a
algunas de las mayores amenazas para nuestra supervivencia; pero si no nos
ocupamos de ello, las pérdidas serán incalculables.
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