Omar Montilla
La foto que sirve para ilustrar este artículo, es un anuncio que promociona a L'Unità, el diario oficial del antiguo Partido Comunista Italiano (PCI), fundado por Antonio Gramsci y cuyo subtítulo era: “Diario de los obreros y los campesinos”.
No cuestiono las dotes físicas de la joven que promociona al viejo diario comunista. No. Es más, estoy de acuerdo que es nueva, libre, bella, fuerte, independiente, ocupada, corajuda, sorprendente, revolucionaria, inteligente, generosa, esencial e indomable. Pero de allí a transferir esas cualidades al desgraciado diario de Gramsci, no es sólo una “misión imposible”, es un atropello. El legado de Gramsci lo usan ahora para todo, incluso para atraer lectores a “su” diario con este tipo de publicidad dirigida, supuestamente, a los lectores jóvenes, que según la lógica de los “mass media” se pueden captar usando un especial tipo de “feromonas”
Si lo que pretendían era llamar la atención, pues bien, lo han logrado. Pero ¿bastará para que los lectores compren a L’Unità? Lo pongo en duda. Cada vez que un revolucionario cede en sus principios se degrada, y entonces no vale la pena leer lo que los renegados publican, sino que lo mejor es irse directamente a comprar uno de los periódicos de la derecha italiana, que son muchos y muy bien subsidiados. La actual directora del periódico, de cuyo nombre no me quiero acordar, ha opinado así: "No me parece bien que se use la imagen de una mujer para vender por ejemplo coches. Pero en este caso me parece perfecto". Pues entonces, como decimos en Venezuela, “… que su palabra vaya ‘alante”, y que venda muchos periódicos más.
Lo mejor hubiera sido que el ejemplar que la muchacha muestra en su bolsillo trasero se lo hubiera colocado en su escote, para ver si de verdad por delante es como luce por detrás. Y lo más lindo sería confeccionarle unos pantaloncillos con un ejemplar del periódico con el siguiente slogan: “Lo que hay detrás de la noticia”; o mejor: “Vamos tras la noticia”
Pero les tengo la mejor idea: Qué tal una foto en un prado en la que aparezca Berlusconi defecando, y en la mano un ejemplar de L’Unità listo para ser usado como papel higiénico, que es lo que, al fin y al cabo, es para lo que sirve hoy.