Factor X © Silvia Lavric |
Jorge Beinstein
A raíz de la
llegada Mauricio Macri a la presidencia se desato en algunos círculos académicos
argentinos la reflexión en torno del “modelo económico” que la derecha estaba intentando imponer. Se trato no solo
de hurgar en los Curriculum vitæ de ministros, secretarios de estado y otros
altos funcionarios sino sobre todo en la avalancha de decretos que desde el
primer día de gobierno se precipitaron sobre el país. Buscarle coherencia
estratégica a ese conjunto fue una tarea ardua que a cada paso chocaba con contradicciones
que obligaban a desechar hipótesis sin que se pudiera llegar a un esquema
mínimamente riguroso. La mayor de ellas fue probablemente la flagrante contradicción
entre medidas que destruyen el mercado interno para favorecer a una supuesta
ola exportadora evidentemente inviable ante el repliegue de la economía global,
otra es la suba de las tasas de interés que comprime al consumo y a las
inversiones a la espera de una ilusoria llegada de fondos provenientes de un
sistema financiero internacional en crisis que lo único que puede brindar es el
armado de bicicletas especulativas.
Algunos
optaron por resolver el tema adoptando definiciones abstractas tan generales como
poco operativas (“modelo favorable al gran capital”, “restauración neoliberal”,
etc.), otros decidieron seguir el estudio pero cada vez que llegaban a una
conclusión satisfactoria aparecía un nuevo hecho que les tiraba abajo el edificio
intelectual construido y finalmente unos pocos, entre los que me encuentro, llegamos
a la conclusión de que buscar una coherencia estratégica general en esas
decisiones no era una tarea fácil pero tampoco difícil sino sencillamente imposible.
La llegada de la derecha al gobierno no significa el reemplazo del modelo anterior (desarrollista, neokeynesiano o como se lo quiera calificar) por un nuevo modelo (elitista) de desarrollo, sino simplemente el inicio de un gigantesco saqueo donde cada banda de saqueadores obtiene el botín que puede obtener en el menor tiempo posible y luego de conseguido pugna por mas a costa de las victimas pero también si es necesario de sus competidores. La anunciada libertad del mercado no significo la instalación de un nuevo orden sino el despliegue de fuerzas entropicas, el país burgués no realizo una reconversión elitista-exportadora sino que se sumergió en un gigantesco proceso destructivo.
La llegada de la derecha al gobierno no significa el reemplazo del modelo anterior (desarrollista, neokeynesiano o como se lo quiera calificar) por un nuevo modelo (elitista) de desarrollo, sino simplemente el inicio de un gigantesco saqueo donde cada banda de saqueadores obtiene el botín que puede obtener en el menor tiempo posible y luego de conseguido pugna por mas a costa de las victimas pero también si es necesario de sus competidores. La anunciada libertad del mercado no significo la instalación de un nuevo orden sino el despliegue de fuerzas entropicas, el país burgués no realizo una reconversión elitista-exportadora sino que se sumergió en un gigantesco proceso destructivo.
Si estudiamos los objetivos económicos reales de otras
derechas latinoamericanas como las de Venezuela, Ecuador o Brasil encontraremos
similitudes sorprendentes con el caso argentino, incoherencias de todo tipo,
autismos desenfrenados que ignoran el contexto global así como las
consecuencias desestabilizadoras de sus acciones o “proyectos” generadores de
destrucciones sociales desmesuradas y posibles efectos boomerang contra la
propia derecha 2. Es evidente que el cortoplacismo y la satisfacción de
apetitos parciales dominan el escenario.
En la década de 1980 pero sobre todo en los años 1990 el
discurso neoliberal desbordaba optimismo, el “fantasma comunista” había
implotado y el planeta quedaba a disposición de la única superpotencia: los
Estados Unidos, el libre mercado aparecía con su imagen triunfalista
prometiendo prosperidad para todos. Como sabemos esa avalancha no era portadora
de prosperidad sino de especulación financiera, mientras la tasas de crecimiento
económico real global seguían descendiendo tendencialmente desde los años 1970
(y hasta la actualidad) la masa financiera comenzó a expandirse en progresión geométrica.
Se estaban produciendo cambios de fondo en el sistema, mutaciones en sus principales
protagonistas que obligaban a una reconceptualizacion. En el comando de la nave
capitalista global comenzaban a ser desplazados los burgueses titulares de empresas
productoras de objetos útiles, inútiles o abiertamente nocivos y su corte de ingenieros
industriales, militares uniformados y políticos solemnes, y empezaban a asomar
especuladores financieros, payasos y mercenarios despiadados, la criminalidad anterior
medianamente estructurada comenzaba a ser remplazada por un sistema caótico mucho
más letal. Se retiraba el productivismo keynesiano (heredero el viejo
productivismo liberal) y comenzaba a instalarse el parasitismo neoliberal.
El concepto de lumpenburguesía
Existen antecedentes de ese concepto, por ejemplo en Marx
cuando describía a la monarquía orleanista de Francia (1830-1848) como un
sistema bajo la dominación de la aristocracia financiera señalando que “en las cumbres de la sociedad burguesa se
propagó el desenfreno por la satisfacción de los apetitos más malsanos y
desordenados, que a cada paso chocaban con las mismas leyes de la burguesía ,
desenfreno en el que, por la ley natural, va a buscar su satisfacción la
riqueza procedente del juego, desenfreno por el que el placer se convierte en
crápula y en que confluyen el dinero, el lodo y la sangre. La aristocracia
financiera, lo mismo en sus métodos de adquisición, que en sus placeres, no es
más que el renacimiento del lumpenproletariado en las cumbres de la sociedad
burguesa” 3. La aristocracia financiera aparecía en ese enfoque claramente
diferenciada de la burguesía industrial, clase explotadora insertada en el proceso
productivo. Se trataba, según Marx, de un sector instalado en la cima de la sociedad
que lograba enriquecerse “no mediante la
producción sino mediante el escamoteo de la riqueza ajena ya creada” 4.
Ubiquemos dicha descripción en el contexto del siglo XIX europeo occidental
marcado por el ascenso del capitalismo industrial donde esa aristocracia
navegando entre la usura y el saqueo aparecía como una irrupción históricamente
anómala destinada a ser desplazada tarde o temprano por el avance de la modernidad.
Marx señalaba que hacia el final del ciclo orleanista “La burguesía industrial veía
sus intereses en peligro, la pequeña burguesía estaba moralmente indignada, la imaginación
popular se sublevaba. París estaba inundado de libelos. “La dinastía de los Rothschild”,
“Los usureros, reyes de la época”, etc. en lo que se denunciaba y anatematizaba,
con más o menos ingenio, la dominación de la aristocracia financiera” 5.
Resulta notable ver aparecer a los Rothschild como “usureros”,
imagen claramente pre capitalista, cuando en las décadas que siguieron y hasta
la Primera Guerra Mundial simbolizaron al capitalismo más sofisticado y
moderno. Karl Polanyi los idealizaba como pieza clave de la Haute Finance europea instrumento
decisivo, según el, en el desarrollo equilibrado del capitalismo liberal,
cumpliendo una función armonizadora poniéndose por encima de los nacionalismos,
anudando compromisos y negocios que atravesaban las fronteras estatales
calmando así la disputas interimperialistas. Describiendo a la Europa de las últimas
décadas del siglo XIX Polanyi explicaba que: “los Rothschild no estaban sujetos a un gobierno; como una familia,
incorporaban el principio abstracto del internacionalismo; su lealtad se
entregaba a una firma, cuyo crédito se había convertido en la única conexión
supranacional entre el gobierno político y el esfuerzo industrial en una
economía mundial que crecía con rapidez”6.
Lo que para Marx era una anomalía, un resto degenerado del
pasado, para Polanyi era una pieza clave de la Pax Europea, del progreso liberal de Occidente quebrado en 1914. La
permanencia de los Rothschild y de sus colegas banqueros durante todo el largo
ciclo del despegue y consolidación industrial de Europa demostró que no se
trataba de una anomalía sino de una componente parasitaria indisociable (aunque
no hegemónica en ese ciclo) de la reproducción capitalista. Por otra parte el
estallido de 1914 y lo que siguió desmintió la imagen de cúpula armonizadora,
estableciendo acuerdos, negocios que imponían equilibrios. Sus refinamientos y
su aspecto “pacificador” formaban parte de un doble juego peligroso pero muy
rentable, por un lado alentaban de manera discreta toda clase de aventuras
coloniales y ambiciones nacionalistas como por ejemplo las carreras armamentistas
(y de inmediato pasaban la cuenta) y por otro las calmaban cuando amenazaban
producir desastres, pero esa sucesión de excitantes y calmantes aplicadas a monstruos
que absorbían drogas cada vez mas fuertes termino como tenía que terminar: con
un gigantesco estallido bajo la forma de Primera Guerra Mundial.
El concepto de “lumpenburguesía” aparece por primera vez
hacia fines de los años 1950 a través de algunos textos de “Ernest Germain” seudónimo empleado por Ernest Mandel haciendo
referencia a la burguesía de Brasil que el autor consideraba una clase semicolonial,
“atrasada”, no completamente “burguesa” (en el sentido moderno-occidental del término).
Fue retomado más adelante, en los años 1960-1970 por André Gunder Frank generalizándolo
a las burguesías latinoamericanas 7. Tanto Mandel como Gunder Frank establecían
la diferencia entre las burguesías centrales: estructuradas, imperialistas, tecnológicamente
sofisticadas y las burguesías periféricas, subdesarrolladas, semicoloniales, caóticas,
en fin: lumpenburguesas (burguesías degradadas).
Pero ese esquema empezó a ser desmentido por la realidad
desde los años 1970 con la declinación del keynesianismo productivista y sus acompañantes
reguladores e integradores. Se desato el proceso de transnacionalización y
financierizacion del capitalismo global que desde comienzos de los años 1990
(con la implosión de la URSS y la aceleración del ingreso de China en la economía
de mercado) adquirió un ritmo desenfrenado y una extensión planetaria. Mientras
se desaceleraba la economía productiva crecía exponencialmente la especulación
financiera, una de sus componentes principales, los productos financieros derivados equivalían a unas dos veces el
Producto Bruto Mundial en el 2000 y representaban en 2008 unas 12 veces el Producto
Bruto Mundial, por su parte la masa financiera global (derivados y otros
papeles) equivalía en ese momento a una 20 veces el Producto Bruto Mundial. Hegemonía
financiera apabullante que transformo completamente la naturaleza de la elites económicas
del planeta, la desregulación (es decir la violación creciente de todas las
normas), el cortoplacismo, las dinámicas depredadoras, fueron los
comportamientos dominantes produciendo veloces concentraciones de ingresos
tanto en los países centrales como en los periféricos, marginaciones sociales,
deterioros institucionales (incluidas las crisis de representatividad).
Todo ello se ha agravado desde la crisis financiera de 2008
confirmando la existencia de una lumpenburguesía
global dominante (resultado de la decadencia sistémica general) cuyos
hábitos de especulación y saqueo enlazan con ascensos militaristas que
potencian su irracionalidad, los Estados Unidos se encuentran en el centro de
esa peligrosa fuga hacia adelante. Escalada militar en el Este de Europa, Medio
Oriente y Asia del Este acompañada por claros síntomas de descontrol financiero
donde por ejemplo el Deustche Bank acumula actualmente unos 75 billones de dólares
en productos financieros derivados 8, papeles altamente volátiles que representaban
en 2015 unas 22 veces el Producto Bruto Interno de Alemania y unas 4,6 veces el
Producto Bruto Interno de toda la Unión Europea, del otro lado del Atlántico
solo cinco grandes bancos norteamericanos (Citigroup, JP Morgan, Goldman Sachs,
Bank of America y Morgan Stanley) acumulaban derivados por cerca de 250
billones de dolares9, equivalentes a 3,4 veces el Producto Bruto Mundial o bien
unas 14 veces el Producto Bruto Interno de los Estados Unidos. Imaginemos las
consecuencias económicas globales del muy probable desplome de esa masa de
papeles, mientras tanto los grandes lobos de Wall Street juegan alegremente al
póker admirados por pequeñas aves carroñeras de la periferia deseosas de “abrirse
al mundo” y participar del festín.
América Latina
América Latina no ha quedado fuera de esa mutación de
carácter global. Existe un consenso bastante amplio en cuanto a la
configuración de las elites económicas latinoamericanas durante las dos
primeras etapas de la “modernización” regional (es decir su integración plena
al capitalismo) entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX: la agro-minera-exportadora
con sus correspondientes “oligarquías” seguida por el llamado periodo
(industrializante) de sustitución de importaciones con la emergencia de burguesías
industriales locales. Especificidades nacionales de distinto tipo muestran casos
que van desde la inexistencia de “segunda etapa” en pequeños países casi sin industrias
hasta desarrollos industriales significativos como en Brasil, Argentina o
México con burguesías y empresas estatales poderosas. Desde prolongaciones
industriales de las viejas oligarquías hasta irrupciones de clases nuevas,
advenedizos no completamente admitidos por las viejas elites hasta
integraciones de negocios donde los viejos apellidos se mezclaban con los de
los recién llegados.
En torno de los años 1960-1970 el proceso de
industrialización fue siendo acorralado por la debilidad de los mercados
internos y su dependencia tecnológica y de las divisas proporcionadas por las
exportaciones primarias tradicionales, apabullado por un capitalismo global que
impuso ajustes y destruyo o se apodero de tejidos productivos locales. La
transnacionalización y financierizacion globales se expresaron en la región como
desarrollo del subdesarrollo, firmas occidentales que pasaron a dominar aéreas
industriales decisivas mientras bancos europeos y norteamericanos hacia lo
propio con el sector financiero, al mismo tiempo se agudizaba la exclusión
social urbana y rural. La llamada etapa de industrialización por sustitución de
importaciones había significado el fortalecimiento del Estado y en varios casos
importantes la “nacionalización” de
una porción significativa de las elites dominantes con la emergencia de
burguesías industriales nacionales inestables, pero eso comenzó a ser revertido
desde los años 1960-1970 y el proceso de colonización se acelero en los años
1990.
Lo que ahora constatamos son combinaciones entre
asentamientos de empresas transnacionales dominantes en la banca, el comercio,
los medios de comunicación, la industria, etc. rodeados por círculos
multiformes de burgueses locales completamente transnacionalizados en sus
niveles más altos rodeados a su vez por sectores intermedios de distinto peso.
Los grupos locales se caracterizan por una dinámica de tipo “financiero” combinando
a gran velocidad toda clase de negocios legales, semilegales o abiertamente ilegales,
desde la industria o el agrobusiness
hasta el narcotráfico pasando por operaciones especulativas o comerciales más o
menos opacas. Es posible investigar a una gran empresa industrial mexicana,
brasileña o argentina y descubrir lazos con negocios turbios, colocaciones en
paraísos fiscales, etc. o a una importante cerealera realizando inversiones inmobiliarias
en convergencia con blanqueos de fondos provenientes de una red-narco a su vez
asociada a un gran grupo mediático. Las elites económicas latinoamericanas
aparecen como una parte integrante de la lumpenburguesía global, son su sombra
periférica, ni más ni menos degradada que sus paradigmas internacionales. Muy
por debajo de todo ese universo sobreviven pequeños y medianos empresarios
industriales, agrícolas o ganaderos que no forman parte de las elites pero que
si consiguen ingresar al ascensor de la prosperidad inevitablemente son
capturados por la cultura de los negocios confusos, si no lo hacen se estancan
en el mejor de los casos o emprenden el camino del descenso.
Aunque cuando estudiamos a esas elites rápidamente
descubrimos que su dinámica puramente “económica” solo existe en nuestra
imaginación, un negocio inmobiliario de gran envergadura seguramente requiere
conexiones judiciales, políticas, mediáticas, etc., por su parte para llegar a
los niveles más altos de la mafia judicial es necesario disponer de buenas
conexiones con círculos de negocios, políticos, mediáticos, etc. y ser exitoso en
la carrera política requiere fondos y coberturas mediáticas y judiciales. En suma,
se trata en la práctica de un complejo conjunto de articulaciones mafiosas,
grupos de poder transectoriales vinculados a, más o menos subordinados a (o
formando parte de) tramas extra-regionales a través de canales de diverso tipo:
el aparato de inteligencia de los Estados Unidos, un mega banco occidental, una
red clandestina de negocios, alguna empresa industrial transnacional, etc.
A comienzos del siglo XX la elites latinoamericanas formaban
parte de una división internacional del trabajo donde la periferia
agropecuaria-minera exportadora se integraba de manera colonial a los
capitalismos centrales industrializados, en aquellos tiempos Inglaterra era el
polo dominante10. Luego llego el siglo XX y su recorrido de crisis, guerras, revoluciones
y contrarrevoluciones, keynesianismos, fascismos, socialismos… pero al final de
ese siglo todo ese mundo quedaba enterrado, triunfaba el neoliberalismo y el capitalismo
globalizado y cuando este entro en crisis en América Latina emergieron y se instalaron
las experiencias progresistas que intentaron resolver las crisis de gobernabilidad
con políticas de inclusión social a sistemas que eran más o menos reformados
buscando hacerlos más productivos, menos sometidos a los Estados Unidos, mas
igualitarios y democráticos. Las elites dominantes se pusieron histéricas,
aunque no habían sido seriamente desplazadas perdían posiciones de poder, se
les escapaban de las manos negocios suculentos y su agresividad fue en aumento
a medida que la crisis global dificultaba sus operaciones. Por su parte los
Estados Unidos en retroceso geopolítico global acentuó sus presiones sobre la
región intentando su recolonización. Al comenzar el año 2016 los progresismos
han sido acorralados como en Brasil o Venezuela o derrocados como en Paraguay o
Argentina, Obama se frota las manos y sus buitres se lanzan al ataque, los
Capriles y Macris cantan victoria convencidos de que estamos retornando a la “normalidad”
(colonial), pero no es así; en realidad estamos ingresando en una nueva etapa
histórica de duración incierta marcada por una crisis deflacionaria global que
se va agravando acompañada por señales alarmantes de guerra.
Las elites dominantes locales no son el sujeto de una nueva
gobernabilidad sino el objeto de un proceso de decadencia que las desborda,
peor aún esas lumpenburguesías aportan crisis a la crisis mas allá de sus
manipulaciones mediáticas que tratan de demostrar lo contrario, creen tener
mucho poder pero no son más que instrumentos ciegos de un futuro sombrío.
Aunque la declinación real del sistema abre la posibilidad de un renacimiento popular,
seguramente difícil, doloroso, no escrito en manuales, ni siguiendo rutas bien pavimentadas
y previsibles.
Notas
1 Este texto ha sido publicado en el numero 6 de la revista
Maíz, Facultad de Periodismo y Ciencias de la Comunicación –
Universidad Nacional de La Plata, Argentina, Mayo de 2016.
2 Jorge Beinstein, "Serra contra o Mercosul: o auge das
direitas loucas na America Latina" http://cartamaior.com.br/?/Editoria/Internacional/Serra-contra-o-Mercosul-o-auge-das-direitas-loucas-na-America-Latina%0D%0A/6/15507
3 Carlos Marx, “Las
luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”, en Carlos Marx-Federico
Engels, Obras Escogidas, Tomo I,
paginas 128-129, Editorial Progreso, Moscú 1966.
4 Ibíd.
5 Ibíd.
6 Karl Polanyi, “The
Great Transformation.The Political and Economic Origins of Our Time”; Bacon
Press, Boston, Massachusetts, 2001.
7 Andre Gunder Frank, “Lumpenburguesia:
lumpendesarrollo”, Coleccion Cuadernos de America, Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo, 1970.
8 Tyler
Durden, "Is Deutsche Bank The Next
Lehman?", Zero Hedge, http://www.zerohedge.com/news/2015-06-12/deutsche-bank-next-lehman
9 Michael
Snyder, "Financial Armageddon
Approaches", INFOWARS, http://www.infowars.com/financialarmageddon-approaches-u-s-banks-have-247-trillion-dollars-of-exposure-to-derivatives/
10 "La inversión
de las naciones industriales, en especial de Inglaterra, fluyó hacia América
Latina. Entre 1870 y 1913, el valor de las inversiones británicas aumentó de 85
millones de libras esterlinas a 757 millones, una multiplicación casi por nueve
en cuatro décadas. Hacia 1913, los inversores británicos poseían
aproximadamente dos tercios del total de la inversión extranjera".
Skidmore, Thomas E. y Smith, Peter H., "Historia
contemporánea de América Latina. América Latina en el siglo XX", Ed. Grijalbo.
4a. edición, España, 1996.