“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/10/15

El pueblo es sabio y paciente

Gustavo Márquez Marín   |   Se están cumpliendo tres años del último Consejo de Ministros que presidió el Comandante Chávez, en el que exigió a su equipo de gobierno hacer una autocrítica para rectificar el rumbo, para aprender de los desaciertos y reimpulsar el proceso, para dar un “golpe de timón” que aún sigue pendiente. Después de 17 años de revolución bolivariana,  lo responsable es hacer un balance profundo, pedagógico y abierto, teniendo como referente el Programa de la Patria.

La reflexión autocrítica es vital, porque no es suficiente dar por sentado teóricamente el carácter anticolonial, antiimperialista, anticapitalista y ecosocialista de la revolución, ya que es con la reflexión permanente sobre la praxis, como se  irá desbrozando el camino de la transición hacia una sociedad emancipada en la que impere la justicia,  la paz y “un modo sustancialmente democrático de control social y autogestión general” como dice Mészáros.  Sin ese ejercicio, no hay garantía de que se mantenga la direccionalidad estratégica en medio del asedio sin tregua del imperialismo y sus lacayos, en su intento por apoderarse de la mayor reserva petrolera del mundo.

El control social y la autocrítica definen la esencia democrática y la viabilidad del proyecto revolucionario. Son un antídoto para inmunizarlo del síndrome de la nomenklatura, al impedir que la burocracia secuestre el poder para convertirse en la sepulturera de la revolución. Su  práctica no debe estar sujeta a razones “tácticas”, atribuibles al momento electoral, ni debe ser diferida porque “los trapos sucios se lavan en casa”, porque es en la falta de transparencia donde se asienta la corrupción, el burocratismo y las ineficiencias que le dan armas al enemigo, comprometiendo el futuro de la revolución ¿Podría emerger una cultura autogestionaria y contrahegemónica en la base popular, sin la crítica permanente al poder constituido? ¿Es congruente con el “golpe de timón” invisibilizar el impacto determinante que tiene la política económica actual, en la escalada inflacionaria que evapora el salario y en la escasez que agobia a los venezolanos? ¿Hay un plan socialista para salir de la crisis? Como dice el canto de Alí Primera,  “el pueblo es sabio y paciente”...pero su paciencia no es infinita. 
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