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Sísifo ✆ Tiziano Vecellio |
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Especial para La Página |
Camus en “El mito de Sísifo” plasmó su interpretación de la
tragedia de este personaje mitológico, condenado por los dioses a empujar una
roca hasta la cima de una montaña, la
cual al caer por su propio peso a su posición inicial lo obligaba a
repetir sin cesar el mismo
esfuerzo, en la sentencia: “no hay
castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”. Esta reflexión del
filósofo la traemos a colación, a propósito del llamado a la autocrítica y
a la máxima eficiencia que hizo el Presidente Chávez, en esta nueva
etapa del gobierno bolivariano.
Son múltiples los factores que condicionan las ineficiencias e ineficacias de un Estado, que aún conserva residuos de la dinámica cuartorepublicana, pendulante entre el burocratismo clientelar y la corrupción, con rutinas kafkianas y una gestión fragmentada, con baja capacidad de autorregulación y articulación para ser eficiente y mantener el rumbo estratégico.
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En un proceso revolucionario en el que se intenta crear una nueva
institucionalidad basada en
nuevos paradigmas y valores, es esencial lograr la acumulación de
experiencias, sean estas buenas o malas, para no repetir errores ni
duplicar esfuerzos ni desechar talentos. Para impulsar cambios radicales e
inmunizarse contra el “Síndrome
de Sísifo”, vale decir, para no partir de cero cada vez que se inicia la
gestión de un nuevo funcionario al frente de un despacho y para evitar que éste, por razones grupales subalternas y sin
evaluación previa, haga “caída y mesa limpia”, desestimando la memoria institucional para
iniciar un nuevo ciclo entrópico. Esta práctica contrarrevolucionaria, carente de
sentido común y político, conspira
contra la máxima eficiencia que nos propone el líder de nuestra revolución. Ya
es tiempo de rectificar.