“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/7/15

Momento político internacional

Ricardo Sánchez Ángel   |   Estamos asistiendo a una exacerbación de todas las contradicciones de época, que incluye el militarismo y la guerra, con  una tendencia a acentuarse y generalizarse. Se desenvuelven en el cercano y medio oriente, en varios países de África, al igual que en Ucrania, donde se enfrentan la coalición liderada por Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. El despliegue de las tensiones abarca también a China, Paquistán, Corea del Norte y el Pacífico Sur, con guerra comercial y armamentismo. Nuestra América no escapa a estas contradicciones, con México y Colombia como escenarios.

Están entrelazados los intereses de las grandes potencias, con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña e Israel a la cabeza. Es una guerra amplia por la recolonización, con la destrucción de las unidades nacionales. Más no es una guerra mundial, que presente una conflagración armada entre las potencias, aunque puede ir en esa dirección. En lo que sí estamos hace rato es en una guerra mundial mediática.

Uno de los componentes centrales del capitalismo contemporáneo es el enorme acrecentamiento de la industria militar, con el consiguiente fortalecimiento de las fuerzas armadas nacionales, especialmente de Estados Unidos, que mantiene bases militares en varios países del mundo, igual que los pactos militares como la OTAN. Además, el arsenal nuclear se ha incrementado y los planes guerreristas se fraguan constantemente. Esta realidad estructural incoa las guerras por doquier. En el mercado de armas, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Israel, Rusia, por nombrar los principales, son grandes proveedores de armamento. El comercio de armas, el legal y el ilegal, constituye un elemento principal de las finanzas capitalistas, una fuente de acumulación, que en coyunturas de recesión y de guerras se incrementa.    

Frente a esto hay unas resistencias de todo orden, incluyendo la lucha armada anticolonial como en Palestina. 

El accionar de Al Qaeda y el Estado Islámico con su califato ha configurado circunstancias en extremo complejas y confusas en el medio oriente. Si bien son organizaciones que están dividiendo a Siria e Irak con masacres, y donde aparece de tanto en tanto la mano larga de la CIA, el Pentágono y Arabia Saudita -este último Estado, que junto a Israel constituyen los enclaves de las potencias-, estos movimientos no son solo ni simplemente terroristas. Pueden expresar y se alimentan del anticolonialismo en forma de radicalismo extremo, desesperado, con ropajes religiosos, culturales y nacionales, aunque de manera deformada.

Todo indica que el terrorismo se está generalizando, desde el 11 de septiembre de 2001 hasta hoy, abarcando distintos continentes y países, incluyendo el que se ejerce contra las comunidades negras y religiosas por parte de fundamentalistas y racistas en Estados Unidos. El terrorismo es un actor central del momento político mundial. 

A su vez, el recambio que las grandes potencias impusieron de gobiernos nacionalistas autoritarios, como el de Muamar el Gadafi en Libia y Sadam Husein en Irak, fracasó, pero también en Afganistán. Fraccionaron estos países, echaron atrás las conquistas nacionales y sociales, ocuparon militarmente y saquearon la economía. Barbarizaron. Lograron un nuevo reparto y recolonización geopolítica de los espacios productivos y mercantiles. Se trata de imperios en acción, con imperialismos actualizados e integrados financieramente.  

En Europa, Asia y Nuestra América la lucha de clases se agudiza, y se complejiza en la crisis social articulada a la crisis económica, cultural y ambiental. La lucha de clases internacional es el rasgo más decisivo de la situación histórica. Hay que señalar que siendo desigual, con alzas y reflujos, está expresando la resistencia, el malestar anticapitalista y el ánimo de confrontación a los centros del imperialismo moderno. Las juventudes y mujeres aparecen con creatividad y arrojo por doquier.

La crisis económica, también internacional, donde Europa ha sido el epicentro desde el 2009, con Estados Unidos en recuperación vacilante, se entrelaza y es un obstáculo, al trasladar miseria y pauperización a los trabajadores de todos los continentes y países, y va articulada a la crisis ambiental, donde el capitalismo como civilización exhibe su potencia destructiva. Crece la conciencia ambiental y el repudio moral a la destrucción ecológica, y las luchas se articulan con lo social y anti multinacional. 

La crisis Griega debe generar una amplia movilización de todos los trabajadores en Europa, que desemboque en una huelga general. El agravamiento de la situación y la incertidumbre de su desarrollo ponen al orden del día este acontecimiento. Lo que buscan el Fondo Monetario Internacional, la banca europea y los grandes acreedores con los banqueros alemanes a la cabeza, es estrangular la vida social de los griegos, imponiéndoles sus medidas de choque, pretendiendo la caída del gobierno del primer ministro Alexis Tsipras y su partido Syriza, que buscan alternativas dignas y sensatas frente a la crisis. El internacionalismo de los financistas tiene repercusiones económicas de tipo monetario en Europa y desafía el internacionalismo solidario. La situación Griega es Europea y la responsabilidad no está en los once millones de habitantes.

El resultado de la consulta ciudadana dio un amplio respaldo a la política del gobierno griego, expresando así un rechazo al chantaje de los buitres financieros. En América Latina se agudiza la desaceleración económica por la caída de los precios del petróleo, las materias primas y otras exportaciones. El enfrentamiento entre reforma y contrarreforma está al orden del día en Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia y Brasil. La derecha internacional intentó, y lo sigue haciendo, golpes de Estado en Ecuador, Venezuela y Bolivia. Lo logró en Honduras y Paraguay. Asimismo, se asiste a resistencias y luchas contra la ofensiva neocolonial en el continente entero. Es un momento decisivo para Nuestra América.   

En Colombia continúa el proceso de guerra FARC, ELN y el Estado, al igual que el proceso de paz con las FARC. La guerra entre los insurgentes y el establecimiento dominante se desarrolla en una historia compleja de ciclos, espirales y distintas violencias que se interrelacionan y se retroalimentan. El trasfondo es una sociedad fragmentada clasistamente y una democracia amputada. Los de abajo resisten: campesinos, trabajadores, indígenas, estudiantes, pobladores, clase popular de la que hablo Camilo Torres Restrepo.

El asunto es que todas estas luchas carecen de una dirección y un programa que guíe la movilización hacia la transición postcapitalista, una entrada liberadora al socialismo. 

Ricardo Sánchez Ángel es doctor en Historia y profesor Universidad Nacional de Colombia