“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

4/4/13

Jacques Rancière sobre: ¿Qué es el socialismo?

Traducción del francés por Álvaro García-Ormaechea

Hay varias maneras de entender aquello que es central a la idea socialista. En el sentido más global podemos decir que la idea del socialismo es la de un mundo que no tiene por principio organizador el interés privado. Como por otra parte sabemos que el interés privado no es, como suele decirse, el interés de todo el mundo, sino el de un pequeño grupo de individuos, esto es lo mismo que decir que la idea del socialismo es la idea de un mundo que no está estructurado por el principio de la búsqueda del máximo beneficio para el capital. Lo cual desde mi punto de vista significa dos cosas.

Por un lado, la idea de socialismo es la idea de un mundo en el que los bienes comunes necesarios a todo el mundo para la vida son en la mayor medida posible propiedad de la comunidad y su régimen de uso está en función del interés de la mayoría.
Es un mundo en el que el agua, la tierra, los medios de producción, la educación, la salud, los transportes o las comunicaciones están al máximo nivel posible al servicio de la mayoría. Lo cual quiere decir también -y a pesar de todo la experiencia lo ha demostrado- que son la propiedad de la mayoría. Se trata de un primer principio que podemos percibir, a sensu contrario, por la manera en que desde hace veinte o treinta años todo lo que se consideraba la propiedad de la mayoría ha venido privatizándose cada vez más y se ha sometido a una lógica del beneficio.

La segunda cosa que es central a la idea de socialismo sería la idea de asociación, es decir, que aquello que es común sea gestionado en la medida de lo posible de acuerdo con formas que sean las formas de ejercicio de un poder de cualquiera o de un poder de la mayoría. El socialismo define así un tejido social en el que tanto las formas de producción industrial como toda una serie de formas económicas y formas de vida que tienen que ver con la educación, la salud o la comunicación, están gestionadas al mayor nivel posible bajo una forma asociativa y democrática. En la idea de socialismo está inscrita de alguna manera la idea de propiedad común de aquello que es necesario a todos, y en segundo lugar la idea de un ejercicio óptimo de una capacidad de cualquiera bajo las formas asociativas.

Podemos concebir el socialismo en términos de máximos o de mínimos, desde una cierta visión maximalista de una sociedad sin clases y completamente en manos de los productores, etc., a una visión minimalista que vendría a ser un poco lo que hemos conocido hasta ahora, el sistema que se ha dado en llamar -maliciosamente y para destruirlo- “Estado providencia”, que de hecho quiere decir “tejido social igualitario”, lo cual es algo bastante distinto (que los pobres puedan ir a los mismos hospitales que los ricos, la igualdad entre las formas de vida de cara a la educación, los transportes, los cuidados, etc.). Aquello a lo que podemos llamar “socialismo” es ese doble aspecto de propiedad común de aquello que concierne a la mayoría, y de participación de la mayoría en la gestión de esa propiedad común. Es algo que conserva su actualidad a día de hoy, cuando vemos todo eso alejarse, un poco como el barco del que habla Winckelmann al final de su  Historia del Arte, llevándose consigo una representación amada de la comunidad. Pero es algo que todavía tiene un sentido.

Dicho esto, hay que tener en cuenta por otra parte que “socialista” es también el nombre genérico de aquellos que bajo formas diversas no han dejado de traicionar lo que la idea de socialismo contenía. Así que nos hallamos en esta conjunción en la que la palabra “socialismo” puede todavía definir un cierto pensamiento fuerte de la propiedad común y de la capacidad común y, al mismo tiempo, definir también una configuración política que no es otra que la de los que solo han existido para traicionar indefinidamente el contenido de la idea de socialismo.