“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/10/13

Feminismo Punitivo | Cuando el género se redujo al castigo

  • “Muchos hombres ven en ellos la razón de la caída de su imperio y se lo hacen pagar a las mujeres. Muchas de ellas sienten la tentación de dar una respuesta mediante la instauración de un nuevo orden moral que supone el restablecimiento de las fronteras. Es la trampa en la que no hay que caer, bajo pena de perder allí nuestra libertad, de frenar la marcha hacia la igualdad y de retornar al separatismo.” | Élisabeth Badinter
Jorge Vicente Paladines  |  Para algun@s lector@s, el presente artículo forma parte del conjunto de irreverencias, indolencias e incomprensiones a las actuales militancias feministas –sobre todo de Ecuador y América Latina–, muy próximo de ser tachado como machista, androcéntrico, misógino o patriarcal. Confieso que no es mi intención hacer una generalización ni abrir una guerra –más– al denotado activismo que ha coronado en la agenda feminista el discurso del castigo, sino, poner en cuestión el por qué su lenguaje social se redujo a un lenguaje penal, haciendo que el debate público hoy en día sea simplemente monotemático, es decir, ubicando exclusivamente en la agenda
política de la acción colectiva feminista a la penalidad como centro del balance para eliminar la violencia y quizá también la discriminación.

A diferencia de otros colectivos sociales –como los trabajadores– que centralizan su discurso en la redistribución de las riquezas, el feminismo ha condensado en los últimos años un activismo basado en el reconocimiento de derechos (Fraser, 1997: 20) a partir de la victimización. Esta nueva forma de centralizar el debate ha silenciado agudas diferencias sociales que siguen latentes en la relación hombre/mujeres, toda vez que el desempleo en las mujeres es mayor que el de los hombres mientras sus salarios siguen siendo inferiores. Aquello ha distorsionado la concepción misma de uno de los grandes aportes del feminismo: el género. La concepción del género no es ya una expresión ideológica para criticar las diversas y agudas manifestaciones del poder –incluso contra los hombres–, sino que ahora se recoge bajo el empleo sexista (biológico) del código binario hombres Vs. mujeres.

La acción colectiva feminista se inscribe en diversas corrientes, tales como el feminismo socialista o el feminismo liberal (de la igualdad y de la paridad) hasta llegar a los feminismos esencialistas, diferencialistas o ecologistas, entre otros. Estos últimos resaltan y hacen prevalecer los valores femeninos bajo un peligroso –tramposo– debate de igualdad de sexos, cayendo en definitiva dentro de un fundamentalismo igualitarista con fuertes representaciones fundadas en la diferencia biológica y sus particularismos (Badinter, 2003: 132-135). El histórico discurso y militancia feminista por la igualdad se representa ahora dentro un enclave de enjuiciamiento moral contra los hombres, usando como herramienta a la schifosa scienza –como decía Francesco Carrara– del derecho penal – ahora derecho penal de la diferencia–.

En este nuevo escenario donde se emplea el discurso del poder punitivo para demandar el reconocimiento de derechos, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿será que el feminismo está yendo por el camino equivocado? A partir de la presente crítica trataré de resolver esta hipótesis, usando para ello una estructura inversa y aleatoria de las leyes de la dialéctica diseñadas primariamente por Hegel y repensadas más adelante por Marx (unidad y lucha de contrarios; cambios cuantitativos a cualitativos; y, negación de la negación). Atrevámonos entonces a confrontar algunas de las características de esta encrucijada política en la que ha caído el debate del género: el feminismo punitivo.