“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

31/5/15

Bélgica, una sociedad en crisis y sus expresiones | Fórum Internacional en memoria de Ernest Mandel

Mateo Alaluf  |   Por demanda de la New Left Review, Ernest Mandel redactó en 1963 un artículo sobre Bélgica. Fue un texto que sirvió de modelo para los artículos sobre diferentes países publicados posteriormente en la revista/1. Bélgica ilustra, según Mandel, el desarrollo desigual que domina toda la historia del capitalismo. 

“El paraíso del capitalismo”

Este país conoció el capitalismo más precoz del continente y un movimiento obrero tardío. El capital financiero belga, bajo la égida de la Societé Générale, había conquistado una posición preponderante en la economía medio siglo antes que Alemania, Francia, Italia o los Estados Unidos. Bélgica era claramente en el siglo XIX “el paraíso del capitalismo” según las palabras de Marx.

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Este desarrollo era pues desigual entre una Valonia sede de la industrialización precoz y un Flandes rural cuya industrialización fue más tardía y de naturaleza diferente. La división del movimiento obrero entre socialistas y cristianos, dará lugar a dos organizaciones sindicales que posteriormente serán prácticamente iguales en poder, siendo los socialistas (FGTB) mayoritarios en el Sur y los cristianos (CSC) mayoritarios en el Norte del país. Así, según Mandel, la economía belga tenía ya su fisonomía definitiva desde comienzos del siglo XX. Un país de dos pueblos, pero de una única burguesía (francófona).

A partir de esta matriz, Mandel analiza las transformaciones de esta sociedad: el nacimiento del nacionalismo flamenco fundado en reivindicaciones culturales, las leyes lingüísticas de 1932 que establecieron la igualdad de las dos lenguas, la irrupción del movimiento nacional valón tras las huelgas de 1960-61 fundado en el declive industrial valón y el fin previsible del “milagro belga”. En consecuencia si la necesidad de “reformas de estructura” se imponía, éstas revestían contenidos contradictorios para los diferentes protagonistas.
El ángulo muerto de la mundialización
Para comprender la dinámica y las contradicciones del capitalismo, Mandel fue uno de los primeros en comprender la importancia de los grupos financieros (los holdings) y en poner en evidencia los procesos de financiarización del capital. Sin embargo, no había comprendido entonces el desarrollo de estas transformaciones a escala mundial. A mediados de los años 1960, el proceso europeo, la CEE de entonces, aparecía a sus ojos como una yuxtaposición de estados nacionales y no el impulso de una dinámica nueva de acumulación capitalista.Alemania era el motor esencial de la expansión económica de los países europeos sin que el Mercado Común fuera de una naturaleza tal que modificara el control de los Estados sobre la economía. El marco nacional seguía siendo determinante para Mandel y la importancia que concedía a la esfera financiera no prefiguraba en su análisis las transformaciones que la mundialización financiera iba a producir sobre las estructuras económicas.

En un coloquio organizado por el Centro de Estudios Socialistas en 1963 sobre la “integración europea y el movimiento obrero”, Ernest Mandel presentó un informe sustancial titulado “Estructura y dinámica económicas del mercado común” /2. Pierre Naville, discutiendo el informe de Mandel le reprochó razonar “como si hubiera realmente capitalismos nacionales”. Sostenía que la naturaleza del capital era internacional y “que producía fatalmente concentraciones sobre áreas nacionales, capitales que tomaban el color de las grandes metrópolis”. En consecuencia, sostenía Naville, “los capitalismos nacionales reflejaban una competencia que es la esencia misma del capital, en tanto que el capital es internacional en su esencia” (p. 132). En su respuesta Mandel sostenía que estábamos aún en presencia de un capitalismo nacional. “El día, decía, en que haciendo huelga en Lieja, los obreros no puedan obtener ya nada porque las fábricas de Lieja son propiedad de Krupp (…), ese día, se podrá decir (…) que nos encontramos en presencia de un capitalismo que no es ya nacional”. Dos factores determinabann aún, según Mandel, el carácter primordial del marco nacional. De una parte, “estamos aún en una situación en la que el movimiento sindical, en los límites del Estado nacional tiene una influencia real sobre la patronal (…) y puede incluso infligirle una derrota decisiva en el marco de este Estado”. De otra parte, seguía sosteniendo Mandel, mientras los Estados nacionales preserven sus instrumentos anticíclicos y puedan intervenir en caso de recesión importante para salvar la economía capitalista, la interpenetración de las economías nacionales y su internacionalización seguirán siendo algo marginal /3.

Ernest Mandel, al concebir desde el comienzo de los años 1960 las nociones de “declive del capitalismo” y luego de “neocapitalismo”, había previsto de forma premonitoria el agotamiento de un largo período de expansión del capitalismo y la tendencia, a partir de mediados de los años 1970, de recesiones parciales orientándose hacia una recesión que algunos economistas llamarán más tarde “crisis secular”, que expondrá luego en El Capitalismo Tardío (1972). Si Mandel comprendió muy pronto la importancia de la financiarización del capital en el marco de Estados nacionales industrializados, apenas había comprendido la amplitud de la financiarización en un espacio mundializado.

Se puede encontrar una explicación de esta sobreestimación del papel de los Estados nacionales que constituirá un obstáculo a la comprensión por Mandel de la dinámica de unificación europea así como de los efectos de la financiarización, en su concepción reductora del Estado. Según Alain Bihr, que hace una crítica estimulante de lo anterior [el texto de Alain Bihr será publicado en esta página web], Mandel, al limitarse a una concepción exclusivamente funcionalista del Estado, “ignora completamente las profundas originalidades imprimidas por las relaciones capitalistas de producción a la forma del Estado (como Estado de derecho) así como a su estructura (como sistema de Estados rivales y desiguales), que constituyen otras tantas causas de discontinuidad entre los diferentes Estados precapitalistas y el Estado capitalista”/4. Es precisamente “este sistema de Estados rivales y desiguales” el que sacudirá y pondrá en dificultades a los Estados nacionales, permitirá la aparición de sistemas híbridos como la Unión Europea y que la financiarización de las actividades producirá los efectos que conocemos en el presente, en plena “tercera edad del capitalismo”.
El final del capitalismo belga
El capitalismo belga en otro tiempo analizado por Mandel ha desaparecido, cogido en una tenaza entre la cuestión nacional y la mundialización. De una parte, bajo el efecto de la internacionalización, el desmembramiento y el paso bajo control extranjero de las sociedades holdings, en particular la principal de ellas, la Société Générale que dominaba la economía, y de otra parte, en la lógica inducida por el desigual desarrollo entre el Norte y el Sur, hemos asistido a la reactivación del nacionalismo flamenco y la reivindicación regionalista valona. Mientras Valonia se debatía en la reconversión de una vieja industria, en Flandes aparecía una nueva patronal y se desarrollaba un capitalismo basado en las PME dinámicas y las transnacionales.

La federalización de las estructuras del Estado se inscribe en esta evolución. Tanto que el enfrentamiento izquierda-derecha en relación a las políticas de austeridad promovidas a partir de los años 1980, será tributario a la vez del desigual desarrollo de las regiones, de un paro importante y duradero en el Sur del país y de la cuestión flamenca.

El proyecto de la patronal flamenca, de enlazar con el “paraíso del capitalismo” que fue Bélgica, haciendo de Flandes la región más competitiva de Europa, una especie de “dragón del Norte” se impondrá así en Flandes. Tras haber tomado diversas vías en el campo político, este proyecto tomó cuerpo en el ascenso de un nuevo partido nacionalista, el NVA (Nueva Alianza Flamenca), que se convertirá en el primer partido en Bélgica y el declive del CD&V, los demócratas cristianos flamencos, antes partido dominante, garante de los intereses de Flandes. Según el NVA, dos obstáculos impiden a Flandes desplegar plenamente una política neoliberal defendida por la patronal. De una parte, la predominancia socialista (PS) en el Sur del país y, de otra parte, con la excusa de denunciar transferencias financieras hacia el Sur, la “regionalización” del sistema de Seguridad Social que sigue siendo federal. La reforma de la protección social debería asegurar el aumento de la flexibilidad del mercado del empleo, la compresión de los salarios y la aceleración de los procesos de privatización de las jubilaciones y de la atención sanitaria. A falta de realizar este programa, el NVA plantea la independencia de Flandes.

El NVA ha renovado la expresión del nacionalismo flamenco. Anteriormente éste se manifestaba, de una parte, a través de un partido de extrema derecha xenófobo y racista, el Vlaams Blok, convertido tras haber sido condenado en los tribunales por racismo, en Vlaams Belang, y, de otra parte, a través de los demás partidos flamencos, en particular el CD&V (demócrata cristianos), el Open VLD (liberales) y el SPA (socialistas). Actualmente el NVA ha logrado captar el electorado del Vlaams Belang, reducido a su más simple expresión y a una parte del electorado de los tres partidos tradicionales. Únicamente el Groen (Verdes), que constituye un grupo parlamentario común con el partido Ecolo del Sur y el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB-Antiguos maoístas, izquierda radicall), organizado a nivel nacional, pueden ser situados al margen de la diferenciación nacionalista flamenca /5.

El NVA, producto de la implosión de la Volksunie en 2001/6 conocerá un ascenso tan rápido como impresionante. Se presenta de entrada como un partido nacionalista que defiende la independencia de Flandes. Sin embargo, a diferencia del Vlaams Belang (VB), formación de extrema derecha separatista, el NVA se presenta como un partido democrático, que no acepta las tesis racistas del VB. Su programa económico será un calco del de la asociación patronal flamenca (VOKA). El NVA recicla de alguna forma el nacionalismo flamenco histórico tomando sus distancias respecto al período de colaboración durante la ocupación alemana, atenuando fuertemente su componente romántica y añadiéndole un programa socioeconómico liberal. Su propaganda estará centrada en las transferencias financieras indebidas del Norte hacia el Sur y contra el yugo impuesto por el “Estado PS” a Flandes.

Como variante del nacionalpopulismo, el NVA ha logrado movilizar, a pesar de su política neoliberal, un Flandes electoralmente de derechas oponiéndolo a los valones de izquierda enrolados por el “modelo PS”, que viven gracias a las transfusiones financieras provenientes de Flandes y contra la arrogancia de las élites francófonas. El NVA se presenta como la encarnación del pueblo flamenco, pueblo que no comprende sin embargo a los “asistidos” beneficiarios de un sistema exageradamente protector, ni de los grupos “de alóctonos” no integrados y está en contra de las élites culturales y artísticas flamencas supuestamente cosmopolitas y separadas del pueblo. Su denuncia de las élites no incluye a los “capitanes de industria” constantemente valorados.
El movimiento social frente a las medidas de austeridad
Las elecciones de 2014 han permitido la constitución de una coalición gubernamental claramente de derechas, presidida por Charles Michel, liberal, único partido francófono del gobierno, que cuenta además de con el NVA como principal partido de la coalición, con otras dos formaciones neerlandofonas, los demócrata cristianos del CD&V y los liberales del Open VLD/7. Además del hecho de que los francófonos están subrepresentados en la coalición, el programa del gobierno se presenta en ruptura respecto a las políticas realizadas precedentemente. Defiende en particular el retraso de la edad de la jubilación de los 65 a los 67 años, un salto en la indexación de los salarios, lo que equivale a una disminución de los salarios de un 2%, la reducción de la parte patronal de las cotizaciones sociales sin ninguna contrapartida, recortes drásticos en los servicios públicos y el endurecimiento de las condiciones de acceso y de control de los parados. Con la excusa del equilibrio presupuestario y de la reabsorción de la deuda pública, este programa significa una ruptura de la concertación en uso en la sociedad belga y se presenta como una declaración de guerra hacia la izquierda y particularmente las organizaciones sindicales.

Las políticas de austeridad no datan sin embargo de la constitución de este gobierno. Habían sido emprendidas en 1980 por una coalición liberal social-cristiana (gobierno Martens-Gol) que había puesto ya en dificultades a los fundamentos del subsidio de desempleo introduciendo una modulación del derecho al paro según la situación familiar. Posteriormente, las medidas neoliberales de desregulación económica, privatización de empresas públicas y flexibilización del empleo serán proseguidas con acentos y ritmos diferentes según la composición de las diferentes coaliciones gubernamentales. En consecuencia, los partidos de oposición al gobierno actual, los socialistas principalmente/8, pero también los ecologistas, no han aparecido como muy creíbles en su rechazo de las medidas gubernamentales. El PTB, partido a la izquierda del PS, que ha hecho en las últimas elecciones su entrada en los parlamentos federal (dos electos) y regionales, sigue siendo de un tamaño aún demasiado modesto como para constituir una alternativa. A partir de ahí, toda la oposición se basaba en las organizaciones sindicales.

Bélgica conoce ciertamente una tasa de sindicación muy elevada que se puede estimar en el 60%. Las dos mayores organizaciones sindicales, la Confederación de Sindicatos Cristianos CSC y la Federación General del Trabajo de Bélgica FGTB cuentan cada una de ellas con más de un millón y medio de afiliados y afiliadas y el sindicato liberal CGSLB cuenta con unos trescientos mil. La presencia sindical es grande en las empresas y la capacidad de movilización sindical sigue siendo considerable. Además, los sindicatos belgas, al contrario que los de la gran mayoría de los países industrializados, no han conocido una disminución de su número de afiliados ni sufrido derrotas como en Inglaterra bajo el gobierno Thatcher o en los Estados Unidos con Reagan.

Los sindicatos belgas no son sin embargo lo que eran. En 1964, Ernest Mandel sostenía, haciendo referencia a las huelgas generales de 1950 y de 1960-61, que en Bélgica “el movimiento sindical puede llevar por la huelga general a la capitulación de la burguesía”, que puede también “obligar a la patronal a retroceder e infligirle una derrota decisiva”. Sin embargo, aunque el movimiento sindical haya continuado oponiéndose a la regresión social organizada por las políticas neoliberales, los resultados obtenidos han sido hasta ahora escasos. A pesar de una tasa de sindicación elevada, el movimiento sindical no ha podido preservar, en una correlaciones de fuerzas degradada, su capacidad de negociación ni su influencia política.

Los sindicatos, para frenar la amenaza de aislamiento resultante de su pérdida de audiencia en el público, han impulsado desde hace tres años plataformas destinadas a coaligar a otros grupos sociales, y en particular asociaciones campesinas, medios asociativos y culturales. Así, la Alianza D-19-20 se ha perfilado contra los tratados de libre cambio y por la soberanía alimentaria y Actores de los Tiempos Presentes a construir contra las políticas de austeridad “alternativas concretas y solidarias”. Estas plataformas aunque abiertas no escapan por entero a las divisiones sindicales en la medida en que “la Alianza D 19-20” es al inicio una iniciativa de la CNE (central de los empleados de la CSC) y “Los Actores de los Tiempos Presentes” de la FGTB, y más precisamente de los metalúrgicos de Valonia- Bruselas.

El electroshock producido por la formación de los gobiernos (federal y regional) tras las elecciones ha conducido a la creación de dos nuevas plataformas ciudadanas contra las políticas de austeridad, sin que hubiera habido al comienzo un impulso proveniente de un grupo instituido. Fue el caso en Flandes de “Hart Boven Hard” (El corazón no el rigor) y en Wallonia y Brusela “Tout Autre Chose” (Algo diferente), que se constituyeron conjuntamente y que en Bruselas tienen una “sección local” conjunta. Poniendo la prioridad en acciones contra las medidas de austeridad, han encontrado un verdadero entusiasmo. Sus plataformas contra la austeridad han sido firmadas por alrededor de 30 000 personas y 1500 asociaciones. Se han sumado también a ellas las organizaciones sindicales. Así se ha puesto en pie un modelo de funcionamiento horizontal, reagrupando a ciudadanos, asociaciones y sindicatos sin que ninguna de las componentes tenga la primacía y organizado alrededor de “secciones locales” que se han desarrollado en todo el país y de grupos temáticos, coordinados por un grupo de pilotaje.

Desde su constitución Hart Boven Hard y Tout Autre Chose se han inscrito en el plano de acción sindical con prácticas originales y su propia agenda. Las dos plataformas han atraído a una fracción significativa del mundo cultural y artístico y con la presencia de artistas conocidos en los piquetes de huelga, la participación de gigantes, orquestas, circuitos de bici que unen a los piquetes de huelga y manifestaciones, han aportado un aspecto festivo que ha impedido al dispositivo de estigmatización y de criminalización actuar en contra de los huelguistas y aislarlos. Este impacto fue aún más importante en Flandes donde Hart Boven Hard se ha convertido, teniendo en cuenta la representación política derechista y la menor respuesta sindical en el Norte del país, debido a la timidez de la CSC, el medio de oposición por excelencia a las políticas de austeridad. Hart Boven Hard ha dado así una imagen completamente diferente de la sociedad flamenca que había votado masivamente nacionalista y de derechas.

No eran solo las medidas defendidas por el gobierno las que parecían agresivas a los sindicatos, era sobre todo el sentimiento de que este gobierno, contrariamente a los precedentes, rechazaba toda negociación y compromiso. La reacción sindical en un primer momento fue masiva y unánime. El frente común sindical (CSC, FGTB, CGSLB) concluyó un plan de acción que implicaba en diciembre de 2014 primero huelga generales sucesivas en las diferentes provincias, luego una gran manifestación nacional en Bruselas que reunió a 120 000 personas y finalmente una huelga general que paralizó todo el país. La amplitud del movimiento forzó al gobierno a emprender una negociación y llevó con ello a una pausa en la movilización sindical.

La división del movimiento sindical y el desigual desarrollo de las regiones han influido así una vez más en este movimiento social de envergadura contra las políticas de austeridad. De una parte, la aceptación del CSC de un amago de concertación y, de otra parte, el temor del ala flamenca de la FGTB, minoritaria en Flandes, de no poder llevar a cabo sola una acción de envergadura, han neutralizado la voluntad de la FGTB valona de emprender una prueba de fuerzas con el gobierno.

Pero aún así, no hay que perder de vista que, en comparación con los demás países de la UE, el Estado social ha resistido mejor en Bélgica a las políticas de austeridad. Actualmente, la derecha dispone con el gobierno actual de “una ventana de oportunidad” para recuperar el retraso perdido. ¿Qué ocurrirá al final?

En cualquier caso la sociedad belga ha revelado en la crisis que el movimiento sindical, a pesar de sus divisiones, había conservado grandes capacidades de movilización pero también que era aún capaz de producir modos de resistencia originales y creativos capaces de tejer nuevas alianzas.
Notas
1/ Ernest Mandel, « The Dialectic of Class and Region in Belgium » New Left Review, Summer 1963, pp. 5-31
2/ Ernest Mandel, “L’intégration européenne et le mouvement ouvrier”, Les Cahiers du Centre d’Etudes Socialistes , N° especial, septiembre-diciembre de 1964. Los informes fueron presentados por André Gorz, Ernest Mandel, Leio Basso, Pierre Naville y Jean-Marie Vincent. Con las intervenciones de André Barjonet, Jean Duret, Robert Fossaert, Claude Meillassoux, Serge Mallet, Antonio Lettieri, Albert Detraz, Livio Mascarello, Manuel Bridier, Jean Verger, Mario Lispi.
En el proceso de unificación europea, Mandel pondrá siempre el acento en la yuxtaposición de Estados nacionales. La única posibilidad distinta para Europa era, en su opinión, el federalismo. No percibirá por tanto las formas actuales tomadas por la UE, lejos del federalismo pero irreductible a los Estados. Ver también Ernest Mandel, “Le Marché Commun en crise”, La récession généralisée, Cahiers Rouge N°2, Ed. Taupe Rouge, Paris 1974. Página web Ernest Mandel.
3/ Idem, (pp. 135-136-137).
4/ Alain Bihr, “Actualiser et complexifier l’approche marxiste de l’Etat”, comunicación en el coloquio internacional “Le troisième âge du capitalisme, sa physionomie socio-politique à l’orée du XXIe siècle”, 20-22 mayo 2015 Lausanne.
5/ En el Sur del país, el Partido Socialista (PS), el Movimiento Reformador (MR, liberales) y el CDH (Centro Humanista, demócrata cristianos) son partidos totalmente distintos de sus homólogos flamencos y se sitúan en la “diferenciación cumunitaria”. Ecolo y Groen, aunque distintos, disponen de un grupo parlamentario común. Los Federalistas Demócratas Francófonos (FDF) están implantados principalmente en Bruselas. Los sindicatos y mutuas de salud están organizados a escala nacional.
6/ El Volksunie, partido independentista flamenco fundado en 1954, conoció diferentes escisiones, una de las cuales llevó a la formación del Vlaams Blok, partido separatista de extrema derecha. El Volksunie se convirtió al federalismo en los años 1970 y participó en coaliciones gubernamentales. Contribuyó en gran medida al proceso de revisión de la Constitución que condujo al país al federalismo. Las divergencias sobre la orientación de la estrategia nacionalista flamenca provocaron la implosión del partido en 2001.
7/ Señalemos para completar el esquema que simultáneamente se han constituido gobiernos flamencos como reflejo de la componente flamenca del gobierno federal pero también valón (PS y CDh) y bruselense (PS, CDH y FDF federalistas francófonos+partidos flamencos), coaliciones llamadas “asimétricas” en la medida en que los liberales del MR, únicos miembros francófonos del gobierno federal no participan en las coaliciones valona y bruselense.
8/ Tanto más en la medida que los socialistas que se encuentran a la cabeza de los gobiernos valón (con el CDH) y bruselense (con el CDH y el FDF) están igualmente implicados en medidas de restricción presupuestaria.

Mateo Alaluf, es profesor emérito de la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Este texto fue presentado en el Foro Internacional celebrado en Lausana los días 20, 21 y 22 de mayo de 2015.
Traducción del francés por Faustino Eguberri
 

 
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