“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

25/6/15

Cuadro rojo con Kazimir Malevich



Cuadrado rojo. Realismo pictórico de una campesina
en dos dimensiones
Kazimir Malevich
¿Somos capaces de reconocer en las formas más simples, como cuadrados y círculos, toda la variedad de expresiones? 

Ignazio Aiestaran   |  “Las plazas son nuestra paleta”. Esto decían los muros de  [la ciudad bielorrusa de] Vitebsk  [Віцебск], según cuenta Sergei Eisenstein en sus memorias, cuando regresaba a Moscú desde el frente occidental de la guerra civil rusa, donde había participado en el trabajo de los trenes de agitación propagandística, en septiembre de 1920. El director de cine detalla que por esta antigua ciudad de provincias había pasado el pincel de Kazimir Malevich. 

El tradicional ladrillo rojo de las calles principales, común a tantas otras ciudades de la región occidental, se encontraba cubierto por pintura blanca. Círculos verdes, cuadrados naranjas, rectángulos azules y trapecios verdes destacaban sobre el fondo blanco, en una decoración suprematista que mostraba la huella móvil de Malevich. 

En 1915, hace justo cien años, el pintor ucraniano había mostrado su ideal artístico en un lienzo titulado Cuadrado rojo. Realismo pictórico de una campesina en dos dimensiones, donde una simple forma geométrica similar a un trapecio de color rojo domina sobre una superficie blanca, sin más aditamentos.


Autorretrato Kazimir Malevich
Una pintura tan sencilla lo dice todo. Por un lado, aunque se afirme que es un cuadrado, en realidad presenta una ligera deformación hasta convertirlo en un trapecio, casi imperceptible a primera vista. Por otro lado, tenemos los colores. Sobre el blanco monárquico del zarismo surge el rojo, el color histórico del campesinado ruso, que parece anunciar la guerra, las revueltas y las huelgas generales. 

Una lección nos queda: ¿somos capaces de reconocer en las formas más simples –cuadros y círculos, por ejemplo– toda la variedad de expresiones? En ese trapecio rojo yo veo el retrato perfecto de esa campesina rusa. Y veo a Malevich. Y la historia del siglo XX, y el comienzo de una esperanza, y me veo a mí mismo, contigo, lectora o lector. Solo hay que saber mirar. Rojo sobre blanco, todo sobre nada, el porvenir sobre el pasado.