Foto del encuentro en Managua (Nicaragua) entre Daniel Ortega,
Hugo Chávez y Manuel Zelaya, para la celebración del 28º aniversario
dela Revolución Sandinista. La suerte de Zelaya ya estaba echada.
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Hace casi dos años, concretamente el 29/07/07, publiqué en Aporrea un artículo titulado “El arzobispo de Tegucigalpa te quiso tegucigolpear, como tú lo tegucigalpateaste, bien…”, el cual hacía referencia al intercambio verbal entre el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga y nuestro presidente.
En aquella oportunidad el “príncipe” de la iglesia se permitió, en un acto celebrado con motivo de su visita a El Salvador, pronunciar una conferencia y presidir el bautizo de una niña. Allí se le despepitó la lengua, vomitando incontinentemente una serie de expresiones, entre ellas: "Chávez se siente como un Dios y con derecho a atropellar a todas las personas, bajo una soberbia que ya se ha visto en la historia en otros dictadores, e incluso en los que decretaron la muerte de Dios y después de 20 años desaparecieron del mapa y ahora se les recuerda como tiranos". [Recordó que] "los antiguos romanos decían sabiamente: si no tienes un amigo que te diga tus defectos, entonces págale a tu enemigo para que lo haga. […] "a Venezuela le espera un gran sufrimiento porque siempre que se erige un gobierno totalitario quien pierde es la libertad de las personas".
Un breve resumen: Chávez se cree Dios, es un impostor; atropella a la gente, es un soberbio, dictador, tirano, es un asesino de Dios, preside un gobierno totalitario, conculca las libertades, hace sufrir a Venezuela, etc. Ahora sabemos que aquellos ataques no eran casuales, sino que formaban parte de una basta conspiración que estaba en marcha contra el presidente Zelaya, a quien disparaban por mampuesto a través de Chávez.
El presidente Chávez, visto el calibre del ataque gratuito sufrido por parte del señor cardenal, a quien ni siquiera conocía, respondió como corresponde. En esos días, refiriéndose a los lacayos de nuestro continente, tal como los enquistados en el Senado del Brasil, que repiten casi al unísono los ataques del Imperio contra nuestro país, que pretenden extorsionar a Venezuela con el ingreso a Mercosur, los calificó como los “loros de Washington”. Refiriéndose al cardenal dijo muy brevemente: “Salió otro loro más […] y ahora vestido de cardenal, ¡otro payaso imperialista!".
En aquel entonces, el Congreso hondureño instó al presidente Manuel Zelaya a exigir una disculpa de Hugo Chávez por “ofender públicamente” al arzobispo de Tegucigalpa, y señalaron que "el cardenal es una figura moral del país". Zelaya dijo que no instaría a Chávez a pedir disculpas, porque no era ni tirano ni dictador. ¡Touché!, como dicen los franceses. [*]
Unos días antes, el 20 de julio de 2007, Manuel Zelaya, había tenido la osadía de acompañar al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en la celebración del 28 aniversario del triunfo de la Revolución Sandinista. Allí en Managua, el presidente Zelaya se encontró con el presidente Chávez, intercambiaron saludos, como se estila, hablaron brevemente y nada más.
La reacción imperial no se hizo esperar. Charles Ford, el entonces embajador en Honduras declaró: “Creo que el Gobierno de una forma muy clara ha definido sus intereses, ha definido a las personas con las que quiere estar”, al referirse al encuentro de Managua. El tono, huelga decirlo, fue bastante duro, agresivo y amenazante. Hoy todo se conjuga y como un rompecabezas, se van uniendo las piezas. La tenaza fraguada entre el cardenal y el embajador había decidido que la suerte de Zelaya ya estaba echada.
Nota
[*] Touché es una expresión de la lengua francesa, utilizada en el deporte de la esgrima para decir tocado, con lo que se gana un punto, y según el desarrollo del encuentro, quedaría fuera de combate. Del deporte pasó al habla común con igual significado. Tocado, usado como "fuera de combate", se produce cuando en una discusión el adversario queda sin argumento para seguir discutiendo o ha sido abrumado por la contundencia de la respuesta. Hay que acentuar la palabra, caso contrario, podría ser "tecla", o "pincelada", etc.