“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

17/2/13

Pierre Bourdieu / Intelectuales. Política y poder

José Antonio González
Prólogo y traducción del francés por Alicia B. Gutiérrez

Gracias a un acuerdo de las editoriales Clave Intelectual y Eudeba se nos ofrece la reedición en español de una obra —compilación de diversos artículos-, que el propio Pierre Bourdieu (1930-2002) preparó en la etapa más madura de su pensamiento. Como obra de síntesis de una ubérrima trayectoria de artífice de las ideas, este libro muestra, ante todo, ciertos deslindes fundamentales que perfilan las condiciones en que se desenvolvió un pensamiento dialéctico, crítico y autocrítico, como hubo pocos en el siglo XX y que en nuestro país no ha acabado de concitar el reconocimiento que se merecería (con algunas excepciones, por ejemplo, la de José Luis Pardo, para quien su figura es la de uno de los grandes maestros del pensamiento europeo contemporáneo).

Referencia insoslayable para todos aquellos que no se conforman con que la teoría social tenga un carácter contemplativo, Bourdieu plantea cuestiones como la vehiculización recíproca entre los cometidos de la ciencia, la sociología y la filosofía (en torno a los conceptos de “poder simbólico” y de “campo científico”); la diferenciación entre la función social del intelectual y la del mero comentarista o los conformistas funcionarios del orden establecido; la superación productiva de los límites entre racionalismo y empirismo relativista; y, sobre todo, la identificación de la sociología como auténtica Teoría Crítica de nuestro tiempo. Retomando el lenguaje de Habermas, podría decirse que Bourdieu acometió la tarea de “urbanizar —desde la perspectiva de las ciencias sociales- la provincia del pensamiento marxista”, en franco diálogo con las corrientes comúnmente denominadas “postestructuralistas” (con Foucault a la vanguardia). Un propósito que el autor afronta desde la “convicción, producto de una historia, de que es en la historia donde es necesario buscar la razón del progreso paradójico de una razón en todo histórica, y, sin embargo, irreductible a la historia”.

Una posición análoga a la que Adorno (figura esencial de la Escuela de Fránfort) describió como el reto de una filosofía auténticamente dialéctica: “Pensar con conceptos lo sin-concepto sin asimilarlo a ellos”. Bourdieu encara resueltamente esta contradicción a través de un ligero desplazamiento entre sí de las ideas de la “determinación histórica” de todos los fenómenos sociales y la del “campo simbólico”, dotado de cierta permanencia e inercia más allá del flujo temporal de los condicionamientos de todo tipo que afectan a la estructura de las clases sociales. De este modo el autor salta por encima de todas las etiquetas y catalogaciones previas, conjuntando las investigaciones sociológicas concretas y la generación filosófica de conceptos esclarecedores.

Frente a los “capitales simbólicos” que la cultura occidental ha ido acumulando para hacer perennes las estructuras de dominación, se trata de enfocar todo el poder de la reflexión hacia el desvelamiento de sus claves históricas: “Contra la amnesia de la génesis, que está al principio de todas las formas de la ilusión trascendental, no hay antídoto más eficaz que la reconstrucción de la historia olvidada o reprimida que continúa funcionando bajo la forma paradójica de esas formas de pensamiento en apariencia ahistóricas, que estructuran nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos”. A través de estas categorías, el autor francés reactualiza las intenciones de la “filosofía de la sospecha”, aunando en una misma constelación el sentido profundo de la filosofía de Marx, Nietzsche y Freud.

En definitiva, Bourdieu se esforzó en reconstruir toda la estructura clásica de la Sociología como ciencia (Weber, Durkheim...) en torno a este programa de acción que supone un compromiso inextricable con la crítica y la autocrítica propias del pensamiento comprometido con la voluntad de emancipación. ¿Estaremos las generaciones siguientes a la altura de los cometidos que Pierre Bourdieu nos legó? Cada vez queda menos tiempo para que nos hagamos cargo efectivo de este legado de racionalidad y evitemos su marchitamiento en un mar de automatismos recicladores del Poder.