Prólogo y traducción
del francés por Alicia B. Gutiérrez
Gracias a un acuerdo de las editoriales Clave Intelectual y
Eudeba se nos ofrece la reedición en español de una obra —compilación de
diversos artículos-, que el propio Pierre Bourdieu (1930-2002) preparó en la
etapa más madura de su pensamiento. Como obra de síntesis de una ubérrima
trayectoria de artífice de las ideas, este libro muestra, ante todo, ciertos
deslindes fundamentales que perfilan las condiciones en que se desenvolvió un
pensamiento dialéctico, crítico y autocrítico, como hubo pocos en el siglo XX y
que en nuestro país no ha acabado de concitar el reconocimiento que se
merecería (con algunas excepciones, por ejemplo, la de José Luis Pardo, para
quien su figura es la de uno de los grandes maestros del pensamiento europeo
contemporáneo).
Referencia insoslayable para todos aquellos que no se
conforman con que la teoría social tenga un carácter contemplativo, Bourdieu
plantea cuestiones como la vehiculización recíproca entre los cometidos de la
ciencia, la sociología y la filosofía (en torno a los conceptos de “poder
simbólico” y de “campo científico”); la diferenciación entre la función social
del intelectual y la del mero comentarista o los conformistas funcionarios del
orden establecido; la superación productiva de los límites entre racionalismo y
empirismo relativista; y, sobre todo, la identificación de la sociología como
auténtica Teoría Crítica de nuestro tiempo. Retomando el lenguaje de Habermas,
podría decirse que Bourdieu acometió la tarea de “urbanizar —desde la
perspectiva de las ciencias sociales- la provincia del pensamiento marxista”,
en franco diálogo con las corrientes comúnmente denominadas
“postestructuralistas” (con Foucault a la vanguardia). Un propósito que el
autor afronta desde la “convicción, producto de una historia, de que es en la
historia donde es necesario buscar la razón del progreso paradójico de una
razón en todo histórica, y, sin embargo, irreductible a la historia”.
Una posición análoga a la que Adorno (figura esencial de la
Escuela de Fránfort) describió como el reto de una filosofía auténticamente
dialéctica: “Pensar con conceptos lo sin-concepto sin asimilarlo a ellos”.
Bourdieu encara resueltamente esta contradicción a través de un ligero
desplazamiento entre sí de las ideas de la “determinación histórica” de todos
los fenómenos sociales y la del “campo simbólico”, dotado de cierta permanencia
e inercia más allá del flujo temporal de los condicionamientos de todo tipo que
afectan a la estructura de las clases sociales. De este modo el autor salta por
encima de todas las etiquetas y catalogaciones previas, conjuntando las
investigaciones sociológicas concretas y la generación filosófica de conceptos
esclarecedores.
Frente a los “capitales simbólicos” que la cultura
occidental ha ido acumulando para hacer perennes las estructuras de dominación,
se trata de enfocar todo el poder de la reflexión hacia el desvelamiento de sus
claves históricas: “Contra la amnesia de la génesis, que está al principio de
todas las formas de la ilusión trascendental, no hay antídoto más eficaz que la
reconstrucción de la historia olvidada o reprimida que continúa funcionando
bajo la forma paradójica de esas formas de pensamiento en apariencia
ahistóricas, que estructuran nuestra percepción del mundo y de nosotros
mismos”. A través de estas categorías, el autor francés reactualiza las
intenciones de la “filosofía de la sospecha”, aunando en una misma constelación
el sentido profundo de la filosofía de Marx, Nietzsche y Freud.
En definitiva, Bourdieu se esforzó en reconstruir toda la
estructura clásica de la Sociología como ciencia (Weber, Durkheim...) en torno
a este programa de acción que supone un compromiso inextricable con la crítica
y la autocrítica propias del pensamiento comprometido con la voluntad de
emancipación. ¿Estaremos las generaciones siguientes a la altura de los
cometidos que Pierre Bourdieu nos legó? Cada vez queda menos tiempo para que
nos hagamos cargo efectivo de este legado de racionalidad y evitemos su
marchitamiento en un mar de automatismos recicladores del Poder.