“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

15/9/13

Brasil después de las movilizaciones de junio | Un nuevo clima político y social

João Machado  |  Las grandes manifestaciones de junio de 2013 han sido las más masivas en el país desde hace treinta años. Y siguen influyendo de forma decisiva en la situación política del país. El pueblo ha constatado que salir a la calle u ocupar edificios públicos puede llevar a la victoria. Los diferentes gobiernos (federal, estatal o municipal) permanecen bajo presión y están a la defensiva.

Las manifestaciones contra las malas condiciones del transporte (así como de los servicios públicos en general) y la corrupción se suceden en las grandes ciudades. Las ocupaciones de las asambleas legislativas y de los ayuntamientos se han convertido en moneda corriente. El movimiento que denuncia la violencia del estado contra los pobres y contra los
que protestan continúa potente y la reivindicación de la desmilitarización de la policía militar ha ganado fuerza.

También otras cuestiones movilizan a la gente. Por ejemplo, en Fortaleza (capital del Estado de Ceará), fue ocupado el parque de Cocó, zona de protección medioambiental, para impedir las obras que lo iban a destruir para favorecer la especulación inmobiliaria. El 8 de agosto, el gobierno del estado y el ayuntamiento (gobernado por el PSB, Partido Socialista Brasileño, apoyado por el Partido de los trabajadores, PT) decretaron un verdadero estado de excepción para poner fin a la ocupación. Los ocupantes se enfrentaron a la policía antidisturbios mientras la policía municipal disparaba botes lacrimógenos en medio del tráfico (los conductores estaban aterrorizados). Se ha conseguido una victoria provisional al ordenar la justicia la suspensión de las obras. Las protestan continúan.

Un nuevo clima político y social

La proliferación de manifestaciones se une a la de múltiples reuniones de diferentes colectivos que discuten de política, definen sus objetivos y preparan sus actividades. El nivel de movilización , sobre todo en la juventud, ha aumentado. Con la nueva situación creada en junio, la represión de los manifestantes se hizo más difícil; sigue, pero ahora es más impopular y no se puede hacer con el nivel de violencia que era costumbre.

El desgaste de todos los gobiernos e instituciones observado desde el mes de junio, continúa. El apoyo al gobierno federal, que había descendido mucho, parece que se ha recuperado un poco, sin que las encuestas sean muy fiables. El clima social y político que reinaba anteriormente, cuando la mayoría de la gente creía que el país había “encontrado su camino”, cambió completamente. Hoy predomina la crítica a los diferentes gobiernos. En este contexto, las contradicciones entre el gobierno federal y su base parlamentaria han aumentado.

De la misma manera, las movilizaciones de junio han modificado la situación de las organizaciones tradicionales del movimiento social brasileño que, en su gran mayoría, apoyaban los gobiernos del PT: las centrales sindicales, la UNE (Unión nacional de estudiantes), incluso el MST(Movimiento de los trabajadores sin tierra). Estas organizaciones, tras permanecer casi ausentes de las grandes manifestaciones, intentaron mostrar que ellas también pueden movilizarse. Convocaron una “jornada de lucha” para el 11 de julio, cuyos resultados fueron mediocres y anuncian hoy una movilización del mismo tipo para el 30 de agosto. Todo esto refleja un cambio significativo en la correlación de fuerzas entre las clases sociales. Sin duda, la burguesía sigue mandando pero no puede hacerlo como antes. El pueblo aunque dominado, ha empezado a reivindicar con fuerza la ampliación de sus derechos y la mejora de sus condiciones de vida.

Pero un elemento clave de estos últimos años no ha cambiado: no hay alternativa de gobierno creíble a la izquierda del PT que pueda dar expresión política a las movilizaciones. Las condiciones para la construcción de esta alternativa son más favorables pero no será fácil. Los efectos de la adhesión del PT al orden burgués fueron profundos.

Algunas características del movimiento de junio también contribuyen a esta dificultad. Ha nacido una nueva generación política, y del mismo modo que se produce en numerosos países, siente una gran desconfianza no solo hacía los partidos institucionales sino también respecto a las organizaciones tradicionales de los movimientos sociales en general, por ejemplo, los sindicatos. El MST conserva más crédito pero habiendo elegido su dirección apoyar al gobierno federal, actuando en común con organizaciones desacreditadas como las centrales sindicales o los partidos considerados aliados al enemigo como el PT o el PC do B ( Partido comunista de Brasil, de origen maoísta), no puede contribuir a la construcción de una alternativa que vaya en el sentido de las movilizaciones.

Por otro lado, los movimientos organizados en los que se reconoce la nueva generación -como el movimiento por el transporte gratuito (MPL , Movimiento pase libre) de São Paulo y de otras capitales-, se centran en temas concretos (en este caso, el transporte urbano) y no plantean un proyecto político global.

Los problemas y desafíos de PSOL

A pesar de la desconfianza que existe hacia los partidos políticos, todo nos hace pensar que la creación de una alternativa de gobierno de izquierda pasará por el PSOL (Partido Socialismo y Libertad) y no solo porque todavía no se ha inventado la manera de librar de esta tarea a los partidos políticos. El PSOL es el partido más identificado con las principales reivindicaciones de las manifestaciones y mantiene estrechas relaciones con varios de los movimientos que los han impulsado- como en el caso de São Paulo, el MPL y el MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo). Grupos de jóvenes o de militantes del PSOL son participantes activos y reconocidos en las movilizaciones. Además, aunque esté lejos de constituir una alternativa electoral a nivel nacional, el PSOL demostró -en las elecciones de 2012- que ya tiene una credibilidad electoral importante en varios municipios.

Sin embargo, el PSOL sufre grandes problemas que pueden amenazar su futuro. Hoy es un partido profundamente dividido en dos proyectos antagónicos. Aunque se creó como una alternativa a la izquierda del PT, nunca ha hecho un balance profundo de las razones por las que este partido renunció a sus objetivos iniciales y se adaptó al orden burgués. Una parte de sus electos y sus militantes que ha sufrido la influencia decisiva de sus años pasados en el PT, hoy no tiene una visión programática fundamentalmente diferente a la del campo político constituido por del PT y sus aliados.

Estos problemas no son nuevos pero se manifestaron de forma explosiva durante las elecciones de 2012. Una pequeña mayoría de la dirección nacional del PSOL aprobó una táctica electoral que incluía una política de alianzas que llegaba hasta los partidos de derechas, desde la primera vuelta -o sea más “amplias” que las formadas por el propio PT en 2002- incluso cuando su proceso de adaptación al orden establecido estaba ya bastante avanzado. Peor todavía, en dos capitales regionales en las que el PSOL podía ganar, las alianzas de la segunda vuelta han pasado, en contra de la línea oficial adoptada por la dirección nacional, en un caso -Macapa, capital del estado poco poblado de Amapá- con los partidos más a la derecha del país, y en otro caso -Belem, capital del Estado de Pará- directamente con el gobierno federal. El candidato del PSOL en Belem centró su campaña en su “amistad” con Lula y Dilma Rousseff (que hicieron campaña por él). Perdió, pero el candidato del PSOL ganó en Macapá y hoy hace una gestión municipal en la que la mayoría de los militantes del partido no se reconocen.

A comienzos de 2013 una parte del sector más derechista del PSOL dejó el partido para unirse a un proyecto de partido “ni de izquierdas ni de derechas” impulsado por la antigua ministra y antigua candidata a la presidencia, Marina Silva. Es un partido que jurídicamente está todavía en proceso de constitución y podría no estar registrado a tiempo para participar en las elecciones de octubre de 2014. Pero tiene buenas perspectivas electorales. Marina Silva es, en efecto, la candidata presidencial que más se ha reforzado con las movilizaciones de junio. Aparece como no ligada al sistema político y su partido se presenta como un “no partido”; su nombre es “Red de sostenibilidad” y sus miembros se refieren a él como la “Red”.

La salida del sector que se pasó a la “Red” (en febrero) ha hecho que el sector de la izquierda del PSOL se reencuentre con una clara mayoría entre los militantes del partido. Además, los sectores de izquierda se han fortalecido considerablemente con las movilizaciones de junio y continúan haciéndolo en el momento actual. No obstante, esto no les asegura ganar el congreso que el PSOL va a celebrar este año. El bloque más a la derecha conserva una débil mayoría en el seno de la dirección nacional que utilizó para promover afiliaciones en masa en algunas regiones (especialmente en Amapá, donde hoy gobierna la ciudad) y esto les da un gran número de delegados en el congreso. Además, las normas de funcionamiento del partido solo permiten votar a quienes se han afiliado hasta el 30 de abril, así pues, antes de las manifestaciones de junio y el cambio de situación. La fase final (nacional) del congreso se celebrará del 29 de noviembre al 1 de diciembre. En cualquier caso, lo más probable es que el bloque de izquierda gane el congreso. Si esto se confirma, se habrá dado un gran paso para permitir al PSOL desempeñar un papel central en la construcción de una alternativa de izquierdas a los gobiernos del PT.