“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

4/2/14

1513-2013 | Cinco siglos de des-memorias panameñas en el avistamiento europeo del Océano Pacífico

“La casa de este encontró Vasco llena de nefanda voluptuosidad: halló al hermano del cacique en traje de mujer, y a otros muchos acicalados y, según testimonio de los vecinos, dispuestos a usos licenciosos. Entonces mandó echarles los perros, que destrozaron a unos cuarenta.” | Pedro Mártir de Anglería

Frank Molano Camargo  |  Los Incas lo denominaron mamaqucha, representaba el submundo sobre el que se alzaba la mamapacha. El Inca Túpac Yupanqui, lo navegó siguiendo las corrientes marinas y llegó hasta Oceanía. A lo largo de la costa pacífica del incario florecieron puertos y comercios. Los mayas lo nombraban en lengua náhuatl tēpāpāquiltiliztli ilhuicaātl: También eran excelentes navegantes, tanto en este océano como en el Caribe. Y los Gunas o Kunas ancestrales conocían los dos mares, los navegaban e intercambiaban tradiciones y objetos con otros pueblos de AbyaYala. Mil años antes del “descubrimiento” europeo, el denominado Océano Pacífico permitió intercambios entre pueblos polinesios, mesoamericanos y
suramericanos. Para estas sociedades este mar era parte de su cotidianidad, de su sobrevivencia, de su orden simbólico y de sus modos de producción.

Durante las conmemoraciones del V Centenario, indígenas cuna de Panamá, le reclamaron al gobierno de Ricardo Martinelli que incluyera en las ceremonias el nombre de Bab Giakwa conocido también como Ptanguiaco o Panquiaco, indígena cuna quien le dijo a Balboa de la existencia de otro mar, lo que permitió que el 25 de septiembre de 1513, los españoles se atribuyeran el descubrimiento de este océano al que nombraron como el “gran lago español”. 500 años después las conmemoraciones de este episodio se organizaron tanto en Panamá como en España, en un contexto geopolítico de nuevas dinámicas de globalización imperialista, en las que los monopolios capitalistas españoles y el gobierno neoliberal y neocolonial de Panamá instalan una memoria oficial que entrelaza el mito de Balboa, el proyecto imperial europeo y la conversión de Panamá en plataforma de la logística del imperialismo. 
 
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