Pier Paolo Pasolini ✆ Nicoletta Signorelli |
Todo puede ser creíble. Así, el asesinato político toma consistencia sólo en un sentido metafórico; en el sentido en que todo acto humano puede y debe ser sustraído a la mera casualidad, para ser transcrito en términos racionales. Este asesinato, in obiecto, fue 'político', por la relevancia de la public figure del asesinado ii.Con sus reticencias hacia la entrevista por disociadora, la última concedida y grabada con motivo del estreno del que quizás fuese su film más polémico, Saló o los 120 días de Sodoma, dejaba entrever algunas de sus ácidas críticas. A la pregunta sobre el escándalo, respondía: “Escandalizar es un derecho, ser escandalizado es un placer. Quien rechaza ser escandalizado es un moralista”.
Unas horas antes de su muerte, contestaba a las preguntas
del periodista Furio Colombo. El propio Pasolini sugería un título para la
entrevista: “Todos estamos en peligro”. En una sociedad cuya tragedia consiste
en el aislamiento y la violencia estructural de unos contra otros, advertía: “Tú no sabes quién está pensando en matarte ahora”
iii. Las felices e insidiosas convenciones sociales, las “tolerancias”
sibilinas e hipócritas que implican también enjuiciamiento y desigualdad,
escondían, latentes, esas violencias cotidianas que acabaron con su vida,
silenciada brutalmente tras el grito desaforado y peyorativo de frocione!
En verdad, la poesía pasoliniana, tanto como el cine-poesía
o incluso su afición popular al calcio-poesía representaban un modo práctico de
conculcar las corrientes neofascistas. Sus ensayos y las transgresiones en sus
ensayos periodísticos, novelas, dramas y films pudieron ser concebidos como una
advertencia sobre esos nuevos fascismos que estaban creciendo desde las cenizas
del fascio. Pero como Casandra, lo profético en Pasolini había sido desoído
como una mera transgresión estetizante. Un puro entretenimiento para la élite
burguesa que paradójicamente lo aplaudía.
¿Cuál era el peligro del que avisaba Pasolini? Antes que
nada, urgía tomar conciencia de la situación. Sin ilusiones ni engañifas. Su
estilo era del del realismo. Alejado de las banalidades y las trivialidades.
Orgulloso de la cultura popular, de las raíces purificadas de toda cultura del
consumo. En su poesía, remedando el dialecto friulano a veces, herencia materna
de su madre de orígenes campesinos en su Casarsa natal. La realidad es el fin
práctico de su poesía, la fuente de su ansiedad:
Oh, fine pratico della mia poesia! Per esso non so vincere l'ingenuità che mi toglie prestigio, per esso la mia lingua si crepa nell'ansietà che io devo soffocare parlando. Cerco, nel mio cuore, solo ciò che ha! iv
En su estética cinematográfica, donde con frecuencia escogía
el elenco de intérpretes entre actores no profesionales y donde el découpage se
mostraba a veces con aparente espontaneidad, con zooms y travellings
descuidados, asincopados; y cortes severos, abruptos como nuestra mirada
furtiva, entre los primeros planos y los planos panorámicos.
Il vangelo secondo San Matteo (Pasolini, 1964) invita a la
religiosidad y lo sagrado desde la óptica marxista de los oprimidos. Y la forma
estética pasoliniana viene a reafirmar su insistencia en la realidad. Lo sacro
en Pasolini se entremezcla con ese gusto por la cultura popular auténtica, aún
no contaminada por esa religión destructiva de nuestros tiempos que es la
cultura de masas y sus espectáculos debordianos. Resulta muy significativa la
elección de la banda sonora para ilustrar la vida de Cristo: desde Bach, Mozart
y Prokofiev hasta los cantos congoleños de Missa Luba, Billie Holiday y el
bluesman Blind Willie Johnson. No en vano, observaba Pasolini que la única cosa
esencial para que un film sea bueno radica en que cuente algo REAL.
¿Pero cuál era la situación ante que la Pasolini confesaba
que todos estábamos en peligro? Su última entrevista proporciona una imagen
anticipadora sobre lo que hoy, 40 años después, podemos atisbar acerca del modo
de ser en el capitalismo neoliberal: “Pretendo que mires a tu alrededor y te
des cuenta de la tragedia. ¿Cuál es la tragedia? La tragedia es que ya no somos
seres humanos, somos extrañas locomotoras que chocan unas contra otras”v. Y
para aliviar el peso de esta tragedia, evitamos enfrentarnos con la verdad.
Miramos para otra parte, desviamos la atención por ejemplo respecto a los
mecanismos del poder: “El poder es un sistema de educación que nos divide en
sojuzgados y sojuzgadores”vi. ¿Qué educación? La común y obligatoria que nos
empuja a todos hacia un despiadado sistema de relaciones dominado por la
competencia brutal. Mismas metas sociales valorizadas por su escasez -éxito,
consumo conspicuo- para todos en un escenario jerárquico, darwinista y desigual
donde sólo los más aptos -conformes al ethos capitalista- podrán alcanzar los
objetivos al precio de ningunear a los no aptos. Pero en realidad, el juego
capitalista carece de ganadores o perdedores:
A esta arena nos empuja como una extraña y oscura armada en la que unos tienen los cañones y otros tienen las barras de hierro. Entonces, una primera división, clásica, es 'estar con los débiles'. Pero yo digo que, en cierto sentido, todos son los débiles, porque todos son víctimas. Y todos son los culpables, porque todos están listos para el juego de la masacre. Con tal de tener. La educación recibida ha sido: tener, poseer, destruir vii.
La transgresión en Pasolini reside, en buena medida, en la conculcación de ese
paradigma de la competición, del agonismo depredador. Su nostalgia es la de la
gente pobre, verdadera que desea enfrentarse a ese orden injusto del mundo.
Pero no para subvertir el orden y colocarse en lo alto de la escala. No para
derribar al “patrón” y convertirse en segunda instancia él mismo en “patrón”.
Sino para construir otro orden más humano y menos violento. Un orden
existencial pacífico sin violencias latentes. Sin ragazzi sin luz en los ojos. Arremetía en la entrevista contra el
propio entrevistador. El violento deseo de poder que irriga la educación y, por
qué no añadirlo, ese instrumento educativo y socializador que son los media,
con la televisión en el centro de mira, tiene como resultado la fabricación
forzosa de “gladiadores desesperados”:
Y vosotros, con la escuela, la televisión, vuestros periódicos pacatos, vosotros sois los grandes conservadores de este orden horrendo basado en la idea de poseer y en la idea de destruir. Dichosos vosotros que os quedáis tan felices cuando podéis poner una etiqueta apropiada al crimen. A mí esta me parece otra de las muchas operaciones de la cultura de masa. Como no podemos impedir que pasen ciertas cosas, nos tranquilizamos encasillándolas viii.
Inquietante, inconformista, incómodo, IN-. Pasolini blandió
el arma de la poesía contra un mundo deshumanizado y estéril. Infeliz y
absurdo. En su vida intelectual tanto como en su vida práctica. Como polemista,
no escondió sus críticas tras bizantinismos o fariseísmos. En su poema sobre Le ceneri di Gramsci, en 1954, años
después de haber sido expulsado del Partido Comunista Italiano por conducta
invertida y homosexual, escribía: “Sussisto
perchè non scelgo. Vivo nel non volere del tramontato dopoguerra. Amando il
mondo che odio -nella sua miseria sprezzante e perso – per un oscuro scandalo
della coscienza...” Y sus armas para
combatir ese mundo que odia y ama, no son más que las intelectuales como leemos
en Vittoria: “Dove sono le armi? Io non
conosco che quelle della mia ragione: e nella mia violenza non c'è posto
NEANCHE PER UN'OMBRA D'AZIONE NON INTELETTUALE”.