“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

17/4/16

José Carlos Mariátegui: la creación heroica

José Carlos Mariátegui ✆ Carlín
El 16 de abril de 1930 fallecía en Lima José Carlos Mariátegui, considerado el fundador del marxismo latinoamericano y del movimiento obrero del Perú.

Juan Dal Maso   /   José Carlos Mariátegui nació 14 de junio de 1894 en Moquegua. Afrontando desde los 9 años una dolencia en su rodilla izquierda, producto de un accidente, tomó contacto con la literatura desde muy joven y empezó a trabajar para ayudar a su familia (la madre había quedado sola a cargo de tres hijos) desde los 14 años, como “alcanza rejones” (los rejones eran pequeñas barras de metal que usaban los linotipistas para alinear las letras y armar la composición de textos) en el diario La Prensa.

Entre 1914 y 1916 escribió para La Prensa y El Tiempo, así como para algunas revistas, con el seudónimo “Juan Croniqueur”. Junto con César Falcón, Abraham Valdelomar y Félix del Valle participa de la experiencia de la revista Colónida. En 1918 funda la revista Nuestra Época, de la que salen dos números. En 1919 funda el diario La Razón que se transforma en vocero de las luchas del proletariado peruano por sus derechos más elementales, durante mayo de ese año. 

El 4 de julio asume el gobierno Leguía después de un golpe de Estado. Será este gobierno el que “invita” a Mariátegui irse a Europa, como una deportación encubierta. En Europa toma contacto con los grandes problemas de la política y el movimiento obrero internacional.

Regresa al Perú en 1923 y comienza su actividad como publicista marxista, a través de artículos y charlas realizadas en la Universidad Popular González Prada, sobre la historia de la crisis mundial. En 1924 su salud vuelve a sufrir un nuevo golpe, perdiendo la pierna. En octubre de 1925 funda la editorial Minerva, que publica La Escena Contemporánea. En septiembre del 1926 sale el primer número de Amauta, revista que dirigirá hasta su muerte en 1930 y que hará época en la historia del Perú y de la izquierda latinoamericana.

A pesar de las persecuciones del gobierno y la policía, continúa con la publicación de Amauta, a la que se suma el periódico obrero Labor en 1928. Ese mismo año se publican sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, en los que analiza la formación económico-social de Perú y ensaya una explicación marxista del “problema del indio”, uniéndolo al “problema de la tierra” y destacando la importancia de las tradiciones comunitarias de los indígenas como punto de apoyo para la lucha socialista, en un sentido similar a la carta de Marx a Vera Zasúlich, que se publicaría en ruso en 1926 y de la que es casi seguro que Mariátegui no haya tenido noticias.

La definición del imperio incaico como "comunista" fue luego superada por otras teorizaciones como la del modo de producción "comunal-tributario" propuesta por el historiador chileno Luis Vitale, pero de conjunto es la primera obra marxista que explica con rigor y creatividad la historia del Perú y en perspectiva de América Latina.

El mismo año funda el Partido Socialista del Perú que será organización simpatizante de la Tercera Internacional, luego de la ruptura con Haya de la Torre y el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana, de orientación anti-imperialista), con quienes Mariátegui había colaborado como parte de una política de unidad de todos los elementos de vanguardia y revolucionarios. De esta ruptura da cuenta en su célebre artículo “Aniversario y Balance”, en el que señalaba que a la Norteamérica capitalista no se podía oponer más que una América Latina socialista y que el socialismo en nuestro subcontinente no sería "ni calco ni copia", sino "creación heroica". Fue también un firme impulsor del apoyo al movimiento feminista de su país y el autor de los documentos fundacionales de la Confederación General de Trabajadores del Perú, fundada el 17 de mayo de 1929.

Cultor de un marxismo antidogmático y abierto al diálogo con las corrientes más avanzadas del pensamiento burgués contemporáneo, reivindicaba el rol de la actividad subjetiva como constitutivo de la concepción marxista, así como tomaba distancia de las corrientes burguesas decadentistas, que proponían dejar atrás al marxismo como parte del “estúpido Siglo XIX”.

Frente al ascenso de Stalin y su lucha contra Trotsky, consideraba que Trotsky expresaba un punto de vista cosmopolita, mientras que Stalin expresaba mejor el momento por el que pasaba la revolución rusa, haciendo hincapié en la importancia de avanzar en la edificación socialista en la Unión Soviética, por lo que sin caer en una visión anti-trotskista (había sido un gran admirador de Trotsky) y siendo enemigo de las prácticas burocráticas, tampoco fue un crítico abierto de la burocratización de la U.R.R.S.

No obstante, tuvo sus choques con los representantes de la Internacional Comunista –en pleno proceso de burocratización- en América Latina, en la primera Conferencia Comunista Latinoamericana que tuvo lugar en Buenos Aires del 1 al 12 de junio de 1929.

En esa conferencia, la delegación peruana presentó los documentos "Punto de vista antimperialista" y "El problema de las razas en América Latina". El primer texto polemizaba con las tesis defendidas por Vittorio Codovilla (dirigente del Partido Comunista Argentino) y Jules Humbert-Drodz (delegado de la Internacional para América Latina, de orientación bujarinista) cuestionando la definición de los países latinoamericanos como semicoloniales y planteando la imposibilidad de separar la lucha anti-imperialista de la socialista (como planteaba la dirección de la IC, a tono con las caracterización del Programa del VI Congreso de la Internacional Comunista, que dividía a los países entre maduros y no maduros para el socialismo). Para Mariátegui, lo principal no era la caracterización en sí misma de los países como semicoloniales o no, sino las tareas que la dirección oficial derivaba de esa caracterización.

A diferencia de las concepciones que defendía Codovilla, los principios programáticos del Partido Socialista del Perú, señalaban la imposibilidad de una revolución democrático-burguesa separada de la revolución proletaria y la unidad de anti-imperialismo y socialismo.

Murió en 1930, en plenos preparativos para trasladarse a Buenos Aires, por iniciativa de su amigo trotskista Samuel Glugsberg, director de la revista Babel. Luego de su muerte, su figura fue adquiriendo las dimensiones de un mito, por buenas y malas razones. El historiador soviético Miroshevski lo presentó como una variante del “populismo” peruano, mientras que el burócrata del PC Eudocio Ravines, como un “marxista-leninista-stalinista”. Otros intentaron leerlo en clave “socialdemócratizante”, como haría el propio José Aricó durante los años ’80, no obstante el valor de sus investigaciones sobre la obra de Mariátegui, a las que debemos en gran parte el conocimiento del marxista peruano fuera del Perú.

En vida publicó dos libros, La Escena Contemporánea (1925) y los Siete Ensayos de Interpretación de la realidad peruana (1928) que ya mencionamos. Su obra completa consta de veinte volúmenes publicados por la Empresa Editora Amauta, que incluyen estos dos libros, catorce más con compilaciones de sus trabajos y otros cuatro libros sobre Mariátegui, escritos por otros autores.

Considerado como el marxista más importante de la historia de América Latina, comparado por la orientación, influencias y temas de reflexión con Antonio Gramsci, Mariátegui se encuentra sin dudas entre los más destacados intelectuales marxistas del siglo XX.
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