Lenin en Smolny ✆ Isaak Brodsky |
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Lenin, artífice de la primera revolución socialista y
fundador y organizador del primer Estado Socialista, ¿es también el fundador de
la estética marxista? Es evidente que en él, como dirigente revolucionario y
como el más alto constructor del socialismo después de Octubre, hay una actitud
hacia el arte y la literatura que se manifiesta en diversos escritos y, tras de
la toma del poder, en la política cultural que él inspira; pero ¿justifica esto
hacer de sus afirmaciones y directivas políticas los principios rectores de una
estética marxista? He ahí una pregunta a la que un estudio actual sobre Lenin y
el arte ha de responder, no a priori, sino tras de haber reexaminado, siempre
en el marco de la situación concreta en que se produjeron sus aportaciones en este
dominio.
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La respuesta a esta cuestión debe permitimos, a su vez,
responder a esta otra: el empeño de ver el genio de Lenin mentalmente
político-revolucionario- proyectándose por igual en todos los campos -en una
nueva versión del llamado culto a la personalidad- ¿ no habrá servido, ante
todo, en el campo de la estética para arropar con su enorme prestigio
teórico-práctico una teoría y praxis del arte; concretamente, la que ha
dominado hasta ahora -con la clara excepción de Cuba- en la mayoría de los
países socialistas?
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Un estudio sobre Lenin y el arte debe acometer una tarea un
tanto delicada y desagradable: pudiéramos decir, deflacionista: presentar a
Lenin, en este campo, sin aditamentos extraños.
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Pero otras preguntas previas han de ser también contestadas:
¿por qué y en función de qué se ocupa Lenin, antes y después de la Revolución
de Octubre, de cuestiones artísticas y literarias?
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Lenin es, sobre todo: a) creador del primer partido marxista
verdaderamente revolucionario; b) organizador de la primera revolución
socialista; c) guía e inspirador del complejo, difícil e imprevisible proceso
de creación de un nuevo Estado y de las bases de una nueva sociedad, después de
la revolución. Es, pues, sobre todo, el gran político práctico-revolucionario.
Pero es, también, el gran teórico de la revolución; el gran teórico político.
Las exigencias teóricas y prácticas de la revolución lo llevan también al campo
de la filosofía (Materialismo y empiricriticismo, Cuadernos filosóficos, etc.).
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Lenin teoriza siempre en función y bajo la presión de la
praxis. Cada vez que recurre a la teoría, lo hace por una necesidad práctica.
Siempre este ciclo: P-T-P. De la praxis a la teoría, y de ésta, de nuevo, a la
praxis. Atribuir a Lenin una revolución teórica, le habría hecho sonreír:
cuando existe una revolución real, la teoría calla (recuérdese: párrafo final
de El Estado y la revolución, en vísperas de la toma del poder).
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Cuando Lenin se acerca al arte y a la literatura, lo hace
como el político revolucionario ante una forma específica de praxis que, en un
sentido u otro, se halla vinculada a la praxis política. No se propone hacer
una teoría del arte o de la literatura, o sentar las bases de ella, sino
enfrentarse, como político, ante fenómenos hacia los cuales no puede permanecer
indiferente por la simple razón de que el arte y la literatura no pueden
mostrar tampoco una indiferencia hacia la política. La apreciación de Lenin de
los fenómenos literarios se halla impuesta, ante todo, por una necesidad práctica
política: la función social ideológica que la literatura cumple, y la ayuda que
puede prestar al proletariado en la toma de conciencia de su verdadera
situación y, por tanto, en el conocimiento de lo real.
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Lenin se acerca a la literatura no como el teórico que
aspira a desentraílar su esencia, sino como el político que ve en ella un
potencial ideológico. Con estos ojos, se acerca Lenin, ya en la década del 90,
a la literatura populista. Las exigencias prácticas de la lucha revolucionaria
en una situación concreta -en la Rusia zarista de la década del 90- lo llevan a
destacar la funci6n ideológica de la obra de un escritor populista: Uspenski.
Pero ya en este trato inicial de los fenómenos literarios encontramos en Lenin,
junto a este enfoque ideológico: a) reconocimiento de los límites de la
ideología en la obra y, con ello, de su especificidad artística; b) aceptación
de que, en virtud de esa especificidad, una obra (populista) puede contribuir,
más allá de esos límites, al conocimiento de lo real.
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Como político revolucionario, a Lenin le interesa que el
arte sea un medio para elevar la conciencia de la necesidad de transformar lo
real. Esta conciencia requiere, a su vez, una representación veraz de la
realidad. Por ello, Lenin critica -en los populistas- la idealización de ella.
Lenin, realista en política, lo es también en literatura. Como modo realista de
relacionarse con lo real, la literatura rusa clásica brinda un legado que Lenin
tiene siempre muy presente y al que, a juicio suyo, no hay que renunciar. La
inclinación de Lenin por el realismo responde a la necesidad; viene impuesta,
en definitiva, por exigencias de la lucha política. Pero esta apreciación de lo
real se da a partir de una ideología, y en un nivel específico: el propio de la
creación artística.
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La concepción realista del arte, en Lenin, no es una mera
trasposición de una concepción del conocimiento (la teoría del reflejo) al
terreno de la estética. Deducir el realismo artístico de principios
noseológicos, es algo que no puede hacerse apelando a Lenin, pues en la obra en
que él expone su teoría del conocimiento (Materialismo
y Empiriocriticismo) jamás aborda directamente el problema del reflejo de
la realidad en el arte. Si, a partir de sus planteamientos, se establece para
el arte la prioridad de la realidad con respecto a la conciencia, la no
arbitrariedad de la fantasía del artista, el condicionamiento del arte por la
propia vida, su imposibilidad de escapar nunca a cierta relación entre la
representación de la realidad y la realidad misma cuando el arte aspira a
cumplir una función cognoscitiva, es decir, a proporcionar cierto saber acerca
de lo real, de esto no se deduce que el arte sólo pueda ofrecer una forma de
relación con lo real En suma, de la teoría leninista del conocimiento no se
deduce que el tipo de relación que la ciencia mantiene con lo real sea el único
válido para el arte (arte = reflejo de la realidad) y que, por consiguiente, la
teoría leninista. del reflejo sea el fundamento teórico de la estética
marxista.
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Deducir, en nombre de Lenin, el realismo artístico y
literario de su teoría del conocimiento, significa olvidar el lazo estrecho que
su concepción del realismo guarda con la praxis, y, particularmente, con la
praxis política en las condiciones históricas concretas en que se desarrolla su
inclinación en favor de la literatura realista.
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Lenin no se ha propuesto fundar teóricamente la estética
marxista; no hay en él una fundamentación filosófica explícita de ella. Tampoco
se puede encontrar implícitamente viéndolo en su noseologia. Este fundamento, a
nuestro juicio, ya fue puesto por Marx.
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Puesto que Lenin se acerca al arte y a la literatura como un
político práctico revolucionario, los problemas artísticos o literarios que
aborda son aquellos que, en un momento dado, se vinculan más imperiosamente con
la praxis política, pero sin perder de vista nunca que el arte es una actividad
específica en la que no pueden introducirse las medidas orgánicas, propias del
partido, o administrativas del Estado (aunque se trate de un Estado nuevo como
el socialista).
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En las condiciones históricas concretas creadas por una
revolución -como la de 1905- que no ha podido ser vencida por el zarismo pero
que todavía no puede vencer a éste -como señala Lenin-, y en que se abren
posibilidades a una prensa legal, del partido, se hace necesario delimitar las
relaciones entre la literatura y el partido, así como entre literatura y
sociedad. Y Lenin acomete esta tarea en su artículo La organización del partido
y la literatura del partido. Refiriéndose, en primer lugar, a la literatura del
partido, es decir, a la literatura política, hecho en los órganos del partido,
que tiene como objetivo fundamental defender, propagar y esclarecer sus
principios y política, y saliendo al paso de los escritores que, dentro de los
órganos del partido a que pertenecen, pretenden sustraerse al control y a la
dirección de éste, Lenin afirma: "La
literatura debe transformarse en una parte de la causa general del proletariado
... en una parte integrante del trabajo organizado, metódico y unificado del
partido socialdemócrata". La literatura del Partido debe estar pues,
vinculada a él no sólo ideológica sino orgánicamente en cuanto que es una tarea
específica de su actividad. Pero, admitido que este sector de trabajo se halla
sujeta como cualquier otro al control y dirección del partido, Lenin reconoce
que no puede ser identificado con otros sectores de trabajo:
"La literatura se presta menos que otra cosa a una nivelación mecánica, a una dominación de la mayoría sobre la minoría ... en este dominio es absolutamente necesario asegurar l111 buen lugar a la iniciativa personal, a las inclinaciones individuales, al pensamiento y a la imaginación, a la forma y al contenido."
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Pero el artículo de Lenin no sólo se refiere a la literatura
que se hace en el órgano del partido, sino a la literatura en general, como
forma de creación artística. Con respecto a ella, el partidismo cobra un nuevo
sentido: ya no se trata de la vinculación orgánica a la causa general del
proletariado a través de su subordinación al Partido, sino de la toma de
conciencia de la ideología socialista y de su encarnación en la actividad
literaria. Este partidismo, lejos de ser la negación de la libertad de
creación, es para Lenin -frente a la hipócrita libertad de creación de que
hablan los escritores burgueses- la condición misma de ella. La libertad del
escritor o del artista burgués no es más que una. dependencia encubierta
respecto del dinero. "Vivir en una sociedad y no depender de ella es
imposible" afirma Lenin. La libertad de creación no puede existir en una
sociedad en la que impere el poder del dinero. Las ideas de Lenin se enlazan
estrechamente con las de Marx (hostilidad del capitalismo al arte).
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La libertad de creación no es para Lenin la libertad en
sentido individualista: alejamiento de la vida o "anarquismo de gran
señor"; es decir, tendencia a escapar al partidismo. Es, por el contrario:
a) liberación de las ilusiones e hipocresía que la burguesía teje en torno a
ella; b) toma de conciencia de la ideología socialista, es decir, de la justeza
de la causa del proletariado; c) vinculación de la actividad creadora
-literaria o artística- a esta ideología y, con ello, a la causa del
proletariado. Sólo así podrá hablarse, a juicio de Lenin, de una literatura
verdaderamente libre; es decir, no movida por el afán de lucro sino por el afán
de servir no a W1a minoría, sino a las masas: a la causa de la emancipación del
proletariado.
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Al conjugar dialécticamente partidismo y libertad de
creación, conjugación que tiene por base el reconocimiento del contenido social
de la libertad, Lenin propone que el artista asuma conscientemente ese
partidismo, realizando un arte fecundado por la ideología socialista. Pero esto
no autoriza a nadie a imputar a Lenin la tendencia a dirigir, uniformar o
regimentar la creación artística. Pues lo que considera válido para el sector
literario del trabajo del partido, lo es con mayor razón para la creación
literaria en general ("La literatura
se presta menos que otra cosa a una nivelación mecánica ... ", etc.).
Sin embargo, apoyándose en Lenin, se ha pretendido justificar teóricamente la
intervención orgánica del Partido, o administrativa del Estado en los asuntos
literarios y artísticos (Zdanov, 1934, Y toda la política artística y literaria
posterior, inspirada por él y a la que la Cuba socialista ha sabido
sustraerse). En esta concepción zdanoviana del partidismo en el arte y la
literatura -que lejos de extinguirse, vuelve a reforzarse en algunos países
socialistas- se confunden los dos planos que Lenin distingue claramente: el de
la literatura del Partido, sometida justamente a su control y dirección, y el
de la literatura o el arte en general, fecundados por la ideología socialista,
que aseguren la mayor libertad a las formas de expresión, o como decía Lenin,
al pensamiento y a la imaginación, a la forma y al contenido. Los textos de
Lenin no autorizan a extender lo que dice respecto al sector literario del
partido a la creación artística en general, a menos que se borre
deliberadamente la distinción entre una forma de actividad y otra.
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Artículos sobre Tolstoi (1908-11). Circunstancias
fundamentales que los motivan: su 80º aniversario y su muerte. Se trata de
verdaderos acontecimientos políticos nacionales en la Rusia zarista. Los
artículos de Lenin examinan la obra de Tolstoi tomando en cuenta el significado
ideológico primordial que adquiere en unas circunstancias históricas concretas.
Lenin no es un critico de Tolstoi; ni busca exponer las
razones en que se funda el valor -firmemente reconocido por él- de su obra.
Tampoco se acerca a Tolstoi como un teórico de la literatura: para explicarse,
por ejemplo, el modo de estar las ideas en la obra. Tampoco pretende hacer un
análisis histórico o sociológico para deducir de él cierto juicio estético.
Lenin reacciona como un político revolucionario ante un acontecimiento
político: la obra de Tolstoi en unas circunstancias históricas concretas. Lenin
tiene presente: la proyección de las ideas de Tolstoi (gracias a su genial
encarnación artística) en la vida política del país, las tergiversaciones y
confusiones en torno a ellas, y trata de esclarecer su verdadero significado
ideológico, sus vínculos con la realidad histórica y social, así como la
función social que cumplen y pueden cumplir. Como dirigente político
revolucionario, se enfrenta a la ideología Tolstoiana, plasmada artísticamente,
tomando en cuenta ante todo el papel que desempeña en una praxis política viva,
actual.
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Lenin empieza por señalar el carácter complejo y
contradictorio de la obra de Tolstoi. Subraya que se trata de contradicciones
en las ideas, y enumera estas cuatro: a) entre el artista genial y el fanático
religioso; b) entre la protesta sincera y el "Tolstoiano" que se da
golpes de pecho y trata de autoperfeccionarse moralmente; c) entre la crítica
implacable de la explotación capitalista y la prédica de la "no
violencia"; d) entre el realismo lúcido y desenmascarador y la prédica de
la religión y del clericalismo. Pero Lenin advierte igualmente que se trata de
contradicciones en las ideas de un artista genial "que no sólo ha
producido cuadros incomparables de la vida rusa, sino obras de primer orden en
la literatura mundial". El valor estético o literario se acepta como algo
dado, y Lenin no se plantea el oscuro problema de en qué medida ese valor se da
"gracias a" o "a pesar de" la ideología.
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El problema que interesa fundamentalmente a Lenin en estos
artículos es el de establecer el valor político de la obra de Tolstoi. Lo que
determina la posibilidad de varias lecturas políticas de Tolstoi en los años en
que Lenin escribe sus artículos es justamente su contenido ideológico, y
particularmente el carácter contradictorio de éste. Pero, al fijar su atención
en este contenido, Lenin nunca pierde de vista que se trata de ideas encarnadas
en su obra, y, además, encarnadas genialmente. El problema de cómo el talento
artístico de Tolstoi ha logrado trasfigurar esas ideas, dotadas de un cuerpo,
plasmadas en una obra de elevado valor estético, es un problema teórico (de
estética o de crítica literaria), de gran importancia. Pero ésa no es la tarea
de Lenin en este momento. Su tarea, fundamentalmente política, es establecer el
significado verdadero de unas ideas que influyen en W1a praxis política. Pero
Lenin no ignora, en modo alguno, que se trata de ideas que han recibido una
forma y que, por tanto, no se encuentran en un estado puro o descarnadas, sino
como ideología formada. Hay que precisar esto para evitar blancos fáciles.
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Tres tipos de cuestiones encontramos en los artículos de
Lenin sobre Tolstoi: a) ¿qué relación existe entre la obra de Tolstoi (y la
ideología encarnada en ella), y el proceso histórico que culmina en la
revolución de 1905?; b) ¿cuál es el punto de vista ideológico que Tolstoi asume
como artista en su obra?; c) ¿qué aporta la obra de Tolstoi al conocimiento de
lo real?
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A estas tres cuestiones, Lenin responde respectivamente : a)
la obra de Tolstoi es un espejo de la revolución rusa, pero un espejo complejo
y contradictorio; no es por otro lado un reflejo completo y exacto de todos sus
aspectos; sin embargo, refleja algunos aspectos esenciales de la revolución
(sus debilidades y defectos, el comportamiento y la ideología de las masas
campesinas). "Todo gran artista de verdad" -dice Lenin- "ha
debido reflejar en sus obras, si no todos, algunos de los aspectos esenciales
de la revolución". b) El punto de vista de Tolstoi es el de un campesino
patriarcal e ingenuo. Pero ello, lejos de impedirle reflejar la revolución, le
ha permitido -gracias a su talento artístico excepcional- captar algunos de los
rasgos esenciales de ella en cuanto revolución burguesa campesina. Tolstoi, por
un lado, refleja las condiciones reales que crean cierta ideología (la
ideología contradictoria de la aspiración a la lucha y la renuncia a la
violencia), pero, al mismo tiempo, se hace el intérprete de ella; es decir, de
la ideología creada por esas condiciones. c) Por ser un espejo de la revolución
y, además, un espejo contradictorio (contradicciones en las ideas que surgen de
contradicciones reales), la obra de Tolstoi. proporciona un conocimiento de lo
real. El proletariado "conocerá mejor a sus enemigos, y viendo claro en la
doctrina de Tolstoi, todo el pueblo ruso debe comprender en qué consistió su
propia debilidad, que no le permitió llevar hasta el fin su liberación".
Lenin se refiere aquí a la revolución de 1905.
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Lenin no separa nunca en Tolstoi al pensador y al escritor,
ni tampoco los aspectos positivos y negativos de su ideología contradictoria.
Por ello, no trata de poner en relación, unilateralmente, la genialidad
artística de Tolstoi con unos u otros aspectos. No es un artista genial gracias
a sus ideas positivas, o a pesar' de sus ideas negativas. Lenin no separa los
elementos opuestos de la contradicción y, menos aún, separa las ideas de la
obra como si fueran algo exterior a ella.
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Lenin ha consagrado durante largos años (antes de la
Revolución de Octubre) una gran atención a Gorki. Gorki era para él, ante todo,
el gran escritor que vincula su obra a la causa general del proletariado. Pero
era también un militante del partido bolchevique que interviene en disputas
ideológicas y políticas que dividen a sus miembros, sumándose a posiciones que
Lenin combate. Todo esto imprime un sello peculiar a las relaciones entre Lenin
y Gorki, y permite esclarecer -en este ejemplo elocuente- el modo como un gran
dirigente político revolucionario se sitúa ante un escritor que ofrece a su vez
esta doble dimensión: como artista y como militante político.
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Lenin no deja de subrayar el alto valor que atribuye a la
producción literaria de Gorki, así como la función ideológica que cumple en la
formación e introducción de la conciencia socialista en las masas obreras.
Subraya especialmente la utilidad política de su obra, no sin dejar bien claro
que ella se debe, ante todo, a su talento artístico.
Por ello, no vacila en proclamar la grandeza artística de Gorki, incluso cuando sus divergencias en e! orden político o filosófico (otzovismo, machismo) proporcionan a una fracción del partido el pretexto para ampararse en su prestigio y hacer de él su abanderado ideológico.26
(Lenin: "En materia de arte proletario, M. Gorki es enormemente positivo pese a su simpatía por el machismo y el otzovismo. En materia del desarrollo del movimiento proletario socialdemócrata, es negativa una plataforma que... se propone utilizar la obra de una gran personalidad para afirmar y aprovechar precisamente todo aquello que constituye su lado débil, el que configura un valor negativo dentro de la suma de! enorme beneficio que reporta al proletariado".)
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¿Dos Gorkis para Lenin? Cuando se trata del Gorki escritor,
para Lenin sólo hay uno: el que caracteriza como "el representante más
grande del arte proletario", como" autoridad en materia de arte
proletario" y como "enormemente positivo" en esta materia. Cierto
es que, como militante, adhiere a una fracción y desarrolla, a juicio suyo, una
actividad negativa. Pero nada de esto quebranta el juicio de Lenin sobre los
elevados méritos artísticos de Gorki y sobre la utilidad política de su obra.
"Pero -se pregunta Lenin- ¿por qué entonces Gorki se ocupa de
política?"
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¿Debemos tomar al pie de la letra esta pregunta -más bien
exclamación- de Lenin? ¿ Se trata acaso de separar en Gorki arte y política? En
modo alguno. Existe el Gorki que, como escritor, presta enormes servicios
artística y políticamente, y existe el que se ocupa de política -como actividad
militante que no es útil ni al arte ni a la política. Y ante estos dos Gorkis,
Lenin, el político por excelencia, se queda con el primero.
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Y no es que Lenin ignore por principio la actividad
militante de Gorki. El mismo quiere incorporada a ella a través de su
participación en la prensa del partido. La correspondencia de Lenin con
Lunacharski y con el propio Gorki (años 1905-10) testimonia este interés. Pero
Lenin siempre pone la aportación de Gorki-escritor por encima de su aportación
como escritor militante en la prensa del partido (carta a Lunacharski del 13 de
febrero de 1905; carta a Gorki, de 16 de febrero de 1905). Siempre para Lenin
con respecto a Gorki: prioridad de su actividad creadora sobre su actividad
militante ("Sería magnífico que
usted pudiera escribir para "Proletari" sin ocasionar un perjuicio a
sus trabajos más importantes", carta a Gorki, del 16 de febrero de
1905).
30
Desde comienzos de 1905, Gorki se halla influido por las
posiciones filosóficas de Bogdanov, Basárov y Lunacharski (la “construcción de
Dios", intento de aliar socialismo y religión), que Lenin considera que
vienen a minar los fundamentos filosóficos e ideológicos del marxismo. Lenin
critica estas posiciones en Materialismo
y empiriocriticismo (1909) y, en la medida en que Gorki las comparte,
emprende una crítica persuasiva, amistosa pero firme, tendiente a liberarlo de
esas influencias y a ayudarlo a superar sus errores (correspondencia de los
años 1908-10).
31
Lo que preocupa a Lenin no es tanto la influencia de esas
posiciones filosóficas en su obra -la cual es nula o casi nula en ella como el
hecho de que la autoridad de Gorki como escritor sirva para amparar -sobre la
base de su adhesión- cierta plataforma ideológica. Por ello, es importante
convencer a Gorki de la falsedad de esas posiciones.
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Las críticas de Lenin nunca apuntan a Gorki como escritor.
Lenin sabe que una filosofía no determina de por sí el cauce de la creación. Y
no sólo esto.
"Considero -afirma- que un artista de la pluma puede hallar muchas cosas útiles en cualquier filosofía. Por último, admito sin ninguna reserva que en cuestiones de creación artística tiene usted todos los triunfos en la mano, y que las concepciones de este género, extraídas tanto de su experiencia artística como de una filosofía aunque sea idealista, pueden permitirle llegar a conclusiones que habrán de reportar enormes beneficios al partido obrero" (Obras completas, Buenos Aires, XIII, p. 460).
33
La tesis de Lenin según la cual un artista -cuando
verdaderamente lo es- puede obtener conclusiones artísticas útiles para él y
para el movimiento, incluso partiendo de una filosofía idealista, concuerda
perfectamente con aquella otra enunciada por él con respecto a Tolstoi: todo
gran artista -cuando verdaderamente lo es- no puede dejar de captar algún
aspecto esencial de la realidad.
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La crítica de Lenin a Gorki, en la medida en que éste
comparte las posiciones machistas y otzovistas, se realiza en dos planos: a) el
del contenido falso de esas posiciones ideológicas; b) el del modo de vincular
la defensa de ellas (por Gorki) con la acción política misma. En la misma carta
a Gorki en que reconoce que un artista de la pluma puede encontrar cosas útiles
en cualquier filosofía, con lo cual deja bien sentado que no lo ataca por el
uso que hace o pudiera hacer como artista de ciertas ideas, Lenin agrega:
Todo esto es cierto. Y, sin embargo, "Proletari" debe mantener una absoluta neutralidad ante nuestras discrepancias filosóficas, no dando el más mínimo motivo para que el lector pueda relacionar a los bolcheviques, como tendencia y como línea táctica de! ala revolucionaria de los socialdemócratas rusos, con el empiriocriticismo o el empiriomonismo (Ibídem).
O sea: una línea táctica (de acción política práctica) no
debe ser identificada con una línea filosófica. Se trata de dos niveles
distintos, y no se puede pasar directamente de uno a otro. Es lo que advierte
Lenin, el político práctico, al escritor, convertido -por obra de sus simpatías
machistas y otzovistas- en filósofo y político. Claro está que Lenin plantea
esto en una situación concreta (la existencia en el interior del partido y de
la lucha revolucionaria) que exige mantener esa distinción.
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Refiriéndose a los dos filósofos que influyen en Gorki,
escribe Lenin: "Si se separara a
Lunacharski de Bogdanov en cuanto a la estética... ". En esta forma
velada encontramos una de las pocas referencias a las concepciones estéticas de
los filósofos que más influyeron en Gorki por esos años. La misma escasez de
referencias se pone de manifiesto en la obra polémica de ese mismo tiempo Materialismo y empiriocriticismo.
Presuponiendo que uno y otro se han ocupado de cuestiones estéticas, Lenin
formula el deseo de que, en este dominio, habría que separar a Bogdanov (el
futuro teórico del Prolet-Kult)
de Lunacharski. Pero, por otro lado, hay que subrayar que Lenin, quien, como
hemos visto, jamás pone en tela de juicio el talento artístico de Gorki, y que
critica la influencia filosófica de Bogdanov y Lunacharski sobre él, no ve una
influencia de sus ideas en su obra (con excepción de su Confesión), pero
tampoco reconoce un influjo -pues no hace ninguna referencia a él- de sus
concepciones estéticas generales en Gorki.