“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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26/6/15

Ilustraciones de Henri Matisse inspiradas en Charles Baudelaire

Charles Baudelaire ✆ Jaume
Luz Espinosa   |   Al final de su vida, aquejado por la malaria y las drogas, Charles Baudelaire abandonó París huyendo de sus múltiples deudas para refugiarse en Bélgica durante varios meses. Durante su tormentosa vida, Baudelaire se entregó a las letras como una lucha personal, pues esta, además de su adicción, fue una manera desgarradora de abjurar a todos sus demonios, aunque sea por instantes, sabiendo siempre que más allá de la hoja, en la vida misma, no existe un punto final que termine con los sufrimientos más que la propia muerte. Su padre murió cuando él tenía seis años y fue abandonado poco tiempo después por su madre. Con poco más de veinte años de edad, reclamó la herencia paterna que le correspondía por derecho y la despilfarró en muy poco tiempo, quedando endeudado y viéndose obligado a vivir con carencias en sitios miserables. Fue en uno de esos sitios donde conoció y se enamoró de Jeanne Duval, mujer alcohólica y drogadicta a quien amó y odió con la misma intensidad porque ambos compartían la misma soledad. Esta enfermiza relación de amor-odio los mantuvo juntos hasta que ella murió, años después de que sus vicios la dejaran paralítica.